Mackenzie & Sasha.

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Inzie.

Cuando existe el amor suficiente para todo, el equilibrio perfecto existe. No puedo quejarme, soy una empresaria exitosa junto a mi socia Jade. Tengo algunos trabajos pendientes en la constructora de la familia haciendo la decoración de interiores, soy madre de un hermoso niño de tres años y no olvidemos que soy la reina de La Bratva, además de ser el apoyo incondicional de mi esposo.
La mayoria piensa que tengo hiperactividad, pero nadie entiende que amo hacer lo que deseo.

Nada me queda chico, siempre voy por más y mi mentalidad que no me deja quedarme estancada es lo que hace que siempre este activa en todo.

Nada ni nadie puede detenerme.

— ¡Mami! — escucho que se queja Lukyan llegando a mi lado.

Atrás suyo viene corriendo el pequeño terremoto rubio gritando el nombre de mi hijo y se detiene delante nuestro mirándonos con esos cautivadores ojos verdes mientras Luka se trepa de mi regazo.

— ¿Qué le pasa a mi bebé  y a la pequeña de la tía? — le pregunto a mi sobrina.

— Mamá, ella me molesta — se queja Lukyan.

— Luky — dice Amira tirando de sus brazos para que tambien la cargue.

La tomo a la pequeña rubia para ponerla en mi regazo, ella abraza a mi hijo mientras él solo se queja de lo intensa que es su prima.

— Dale un beso a Amira — le pido a mi hijo.

Sus intensos ojos azules, parecidos a los de su padre me observan y hago un mohín provocando que mi niño deje un beso en la mejilla a su prima.

— Me imaginé que estaba contigo — afirma Jade al verme con los niños.

— Dime si no es demasiado tierno ver a nuestros hijos crecer juntos — acoto con una gran sonrisa.

— Jamás imaginé esto — dice mi amiga.

— ¿Valentino? —  consulto.

— Le enseña sobre hongos e insectos a Minerva — me cuenta negando su cabeza divertida.

— A veces siento que escucho a Iggy cuando él se pone a hablar sobre hongos.

Todos estabamos reunidos en Moscú para pasar el año nuevo juntos. Mi familia de Chicago, la de Sasha, nuestros amigos y nuestra descendencia que crecía dia a día.

— Valentino sacó lo mejor de los tres — murmura mi amiga mirando por la ventana del despacho observando como su primogénito buscaba entre la nieve junto a Minerva, la hija de Cayden y Viktoria en el gran jardín de nuestro inmenso castillo.

Definitivamente ese niño sacó lo mejor de sus padres.

— ¡Amira! — se queja Lukyan.

— ¡Luky! — chilla la niña pasando su lengua por la mejilla de mi hijo.

— ¡Mami! — exclama asqueado.

— ¡Mami! — lo copia su prima riendo.

— ¿Qué les pasa a estos niño? — escuchamos la voz de Vittorio.

— ¡Padino! — grita Amira al bajarse con rapidez de mi regazo y correr a los brazos de su tío.

— Si es la princesa de mis ojos — le dice él al estrecharla entre sus brazos.

— Mami te amo — murmuro Lukyan dejando un beso en mi mejilla.

— Ti amu, padino — escuchamos a la hija de Jade decir mientras se aferra a su tío favorito.

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