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Jimin salía de su trabajo todos los días a las seis de la tarde, amaba su cafetería, desde que estudió cocina pudo lograr su sueño de tener algo propio, no era una enorme cafetería pero era acogedora y siempre tenía clientes.

Se acercaba la navidad y las personas salían más y compraban más, y empezarían las vacaciones así que alargaba las horas de trabajo, está semana empezaría a salir a las ocho de la tarde, en su ciudad aun estaba de día y era cálido, empezaba el verano.

Cerró las cortinas y tomo el café que se llevaba para ir bebiendo, la tarde era cálida y daría un paseo por el centro de la ciudad.

Jimin era un hombre soltero, tenía a su madre cerca y a sus dos hermanos, su padre había fallecido de cáncer hace más de diez años, fueron tiempos difíciles, y lo recordaba siempre. Era un gran y hermoso hombre, y Jimin era la luz de sus ojos, aún se le encogía el estómago cuando se acordaba del día que se fue en un suspiro dificultoso.

Está Navidad pasaría con su familia y visitaría a mamá, su vida era tranquila, sin mayores complicaciones.

Iba pasando por una calle donde estaban los vendedores ambulantes en esta época vendiendo frutas y verduras, sobresalía una larga pierna de una persona sentada en el suelo.

Cuando se percató era un hombre que pintaba en un pequeño lienzo con pinceles, se detuvo a mirar la pintura de un Martin Pescador, lo observó y era muy hermoso, miro al hombre que estaba al lado y sintió una sensación extraña en su pecho, le dio vergüenza, el hombre no lo miro, siguió pintando concentrado. Jimin siguió su camino con esa extraña sensación en su abdomen, saco los pensamientos, tomo un sorbo de su rico café y espero en el paradero la locomoción.

Miro hacia donde estaba el hombre pintor, pero ya no se encontraba, había pasado miles de veces por ese lugar y no lo había visto nunca, era guapo, se notaba que era alto por sus largas piernas, cabellera rubia.

Llegó a su departamento, no estaba lejos, la ciudad era pequeña y las distancias cortas.

Subió las escaleras y se topo con su vecino Yoongi que siempre lo molestaba.

—¡Hola Park! ¿Como estuvo tu día?

—Muy bueno! vendí todo, hoy me dormiré tarde rellenando las tortas y haciendo pasteles.

—Te puedo ayudar si quieres, no tengo nada que hacer más tarde.

—No te preocupes vendrá Tae a ayudarme en un rato.

—Cuando saldrás conmigo?

Jimin rodó los ojos

_ ¡Nunca!

Yoongi rio—algún día tocaras esa puerta y no te voy a dejar entrar.

— no sueñes Yoongi.

Jimin coloca su llave y abre la puerta de su departamento.
Huele a canela. La amaba.

💜💛🎂🖌️💛💜

Tae se reía mientras Jimin bailaba embetunado con merengue su nariz!

Esos dos la pasaban tan bien juntos que las horas de trabajo pasaban volando.

Eran las tres de la mañana y el refrigerador estaba lleno de cositas dulces para la cafetería mañana.

Se durmieron abrazados, esos dos amigos eran inseparables.

Jimin despierta con la luz del día, eran las siete de la mañana y la alarma no paraba de sonar.

Se estiró como un gato. Se quejo y Tae le tiro un cojín.

—¡déjame dormir Jimin! ¡Es temprano aún!

—¡No! ¡debo llevar todo! y tendré que llamar a Don Carlos para que lleve todo lo que tenemos listo.

El secreto de Jeon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora