Capítulo 5

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Relaciones. Secretos. Amigos.

-Así que volviste a verla. ¿Cómo... cómo está?

Después de haber recogido a su compañero de piso en la escuela (porque olvidó el auto por haber llevado a su estudiante en metro a casa), Sabito y Tomioka se encontraban en un bar mientras el humo del cigarrillo del pelinaranja se mezclaba con el ambiente y el alcohol hacía lo suyo en sus cuerpos. Esto era una forma de compensación por haberlo dejado olvidado (y a Sabito también).

-Ella está bien, mejor que bien. Ha tenido mucho éxito en el modelaje y dentro de poco se estrenará su reciente película donde ella es la villana, ¿quieres ver?- Tomioka sacó su celular para reproducir el corto promocional de la película de Daki, pasándoselo a su mejor amigo.

Sabito miraba las imágenes de quien fuera su primer amor triunfando en la carrera que ella siempre quiso, con cierta nostalgia, porque siempre supo que ella estaba destinada a brillar en el mundo del espectáculo, y al ver el trabajo que se estrenaría dentro de poco reafirmaba su creencia. Regresó el teléfono a su amigo a la vez que le daba otra calada a su cigarrillo.

-Supongo que fue cuando estuve en casa del abuelo.

-No me parecía correcto llevarla si estuvieras ahí, hubiese sido muy incómodo si se encontraban.

-En eso tienes razón.

Ambos eran mejores amigos desde que tienen memoria, han estado juntos en cada etapa de sus vidas, y por eso, no había secreto alguno entre ellos.

Daki se había mudado a la ciudad a los 7 años; debido al fallecimiento de su madre, su padre creyó que era buena idea empezar de cero en otro lugar que no le trajera malos recuerdos a sus hijos. Conoció a ambos chicos al entrar al mismo colegio siendo su único respaldo su hermano 5 años mayor que ella. No sabía cómo socializar ni ser amigable. Para ella, todos eran unos ineptos sin nada que pudieran aportar a su vida, hasta que un par de chicos se acercaron durante el almuerzo.

-¿Te molestaría si nos sentamos contigo a comer?

Fue ahí donde los tres se hicieron amigos y su lazo fue aumentando conforme pasaban los años. En alguna ocasión, cuando tenían 14, ella les contó que le gustaría ser modelo como su madre, o ser actriz de musicales como su madrastra. Era increíblemente bonita y talentosa, no tenían dudas de que lo lograría.

Sabito comenzó a salir con Daki cuando ambos tenían 15 años. Su relación fue creciendo poco a poco, Tomioka estuvo con ellos apoyándolos en sus discusiones, siendo el mediador cuando todo parecía salirse de las manos, y siendo el consuelo de ambos cuando sus peleas rebasaban la tolerancia del otro. A los 17 años, Daki incursionó en el modelaje gracias a los contactos de su padre. Ella siempre fue hermosa, con su cabello blanco y ojos azul zafiro, los años de ballet respaldaban el trabajo de sus largas piernas y sus facciones finas le daban una apariencia de perfección.

La relación terminó cuando cumplieron 19 años. Sabito había conseguido una beca para estudiar por un año en el extranjero, su novia y su mejor amigo debían quedarse a seguir con sus estudios hasta que él volviera. No fue hasta 4 meses después de su partida que se enteró que Daki se había metido con un productor 15 años mayor que ella, y aunque intentó enmendar su error, al final, la confianza en ambos se rompió sin tener oportunidad de repararse, porque Sabito tampoco fue honesto, ocultándole su falta con una de sus compañeras en la universidad.

Fueron días críticos para ambos, y Tomioka, quien se encontraba en el centro de todo, no sabía lo que debía hacer para evitar que sus mejores amigos siguieran lastimándose.

Fue en una noche en la que se encontraban en el departamento donde vivían Tomioka y su hermana, en que Daki soltó su pesar, llorando después de acabarse su sexta cerveza y 10 cigarrillos (ninguno de ellos terminados) que todo parecía terminar por irse al trasto. Ambos estaban bebidos, solos en el departamento (Tsutako había salido con su prometido) y tenían razones suficientes para llorar: un corazón roto y la herida de los padres fallecidos hace ya 11 años en pleno aniversario luctuoso. En ese momento ninguno de los dos se detuvo a pensar en las consecuencias de lo que estaban a punto de hacer y simplemente cedieron a lo que sus corazones les pedían a gritos: calmar el dolor del otro.

Te quiero, sensei.Where stories live. Discover now