Te encontré

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Te perseguí cómo un demente, hasta que te encontré
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POV: Taehyung

Hoy es el décimo séptimo aniversario de mi padre, otro año más sin él, un nudo se formó en mi garganta, pero no lloré, ya estoy cansado de lo mismo, con el tiempo aprendí que llorar es inservible, tan inservible como quejarse con otros de lo miserable que puede ser tu vida, ¿lo arreglarán?, puedo casi asegurar que no.

Miro a mi madre, ella y Beomgyu lloran desconsoladamente, así que prefiero desviar la mirada, la furia se apodera de mí, mi pulso se acelera y es cuándo más deseo acabar lenta y dolorosamente con ese malnacido, con ese... maldito asesino.

Tenía doce años cuando me enteré de lo que pasó con detalles, primero cuando tenía ocho mi madre serenamente me dijo que ahora papá estaba en el cielo, mientras pensé que estaba de viaje, cuatro años más tarde supe la verdad, escuché a mi madre hablar por celular, y en ese momento supe el nombre de quién destruyó nuestro hogar, de quién se hizo protagonista de las pesadillas más siniestras.

Agust D, a partir de ese detalle, comenzó todo.

Me esforcé cómo jamás lo imaginé y logré lo que tanto deseaba, ¿que es?, petenecer al Servicio de Inteligencia Nacional, con el cargo de Inspector, un récord y un orgullo considerando mi edad, pero realmente era lo que menos me importaba, mi único objetivo era atrapar a uno de los criminales más buscados de Corea: Agust D, quién se escondía bajo la máscara de hombre de negocios con reputación intachable, vaya mierda de mentira.

-Tae -escuché la suave voz de mi madre, quién me miraba con los ojos empapados de lágrimas- desahogar...

-Está bien, pasé diecisiete años haciendolo, ya me cansé -le respondí arrepintiendome después del tono que utilicé, ella no tenía culpa de mi amargura, ella solo era otra víctima, de ese monstruo, de la humanidad, de este mundo lleno de monstruos que se mezclan entre nosotros sin que lo sepamos o siquiera lo imaginemos.

Le abracé muy fuerte, me disculpé y cómo era su costumbre mi hermanito se nos unió.

-Los amo -les dije en un susurro. Ellos eran mi fuerza, mi significado de amor.

(...)

Miraba el cielo nocturno desde mi habitación cuando escuché la dulce voz de Beomgyu a mi espalda, debí haber estado bastante entretenido para no escuchar cuando entró a mi habitación.

-Tae -me llamó y yo me giré para obsevarle vestido con su pijama azul cielo favorito, uno que le regalé cuando llegué de Reino Unido.

-Dime.

-¿Es cierto que te irás a...?

-A cumplir con mi trabajo -completé lo que él me quería preguntar- sí, mañana muy temprano me marcharé, ya todo está listo.

-Es peligroso, ¿verdad? -su voz sonaba entrecortada, la palabra 'preocupación'escrita en su aniñado rostro.

-La vida lo es, no te preocupes Beom, todo estará bien, en un tiempo volveré, y prometo hacerlo sano y salvo -una sonrisa tranquila se dibujó en mi rostro, lo que menos quería era inquietarlos.

Vi como cambió de expresión, escuchar mis palabras le tranquilizó, y entonces pude respirar normal.

-Cuídate mucho -me abrazó muy fuerte y yo hice lo mismo, me dolía tener que alejarme de mi familia, pero era necesario.

Beomgyu a sus diecisiete años era un adolescente ejemplar, dulce y maduro al mismo tiempo. Un regalo que se nos dejó para que sobrellevaramos un poco la muerte de papá, así lo veía y cada día estaba más convencido de ello.

Please don't goWhere stories live. Discover now