Capítulo 40- Dos almas

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La felicidad de Zhan por tener a su amado Bo con él, se terminó cuando se enteró de que el alma de Wang Jie se había ido de su cuerpo:

-¡No puede ser! -exclamó, mientras se restregaba las manos y recorría su dormitorio, lleno de desesperación-. Pero si está vivo, ¿habrá alguna manera de traerlo de vuelta?

Sentado en la silla de su escritorio y con actitud resignada, Bo lo observaba, tan confundido como él:

-No lo sé...

-¡Dios, no puede ser! -Zhan se detuvo en el medio de la habitación, con los brazos colgando a los lados. Su amado se preocupó cuando vio que comenzaba a llorar.

-¡Tranquilízate, Zhan! Lo más probable es que su alma haya renacido en un bebé nuevo...

El intento de consuelo de Bo era la peor de las posibilidades.

-¡¿Cómo que puede haber renacido en otro cuerpo?! -exclamó Zhan-.¡Es una locura!

Bo, con pesar, se dio cuenta de que Zhan tenía razón: él había usurpado el cuerpo de alguien que ya tenía una vida formada; era casi como si hubiera matado a Wang Jie. Y también notó que su amado tenía alguna clase de lazo con ese chico:

-Hice mal en pedirle a Wei Ying que hiciera ese hechizo. Él me dijo que no podíamos intervenir en el mundo humano, y tenía razón...

Ya no podían hacer nada. Ante el hecho de que Wang Jie había renacido, y que ahora era un bebé vaya a saber dónde, Zhan se espantó:

-¡Tenemos que buscar la forma de traerlo de regreso, pero mientras tanto tú vas a tener que sustituírlo de la mejor manera posible!

-Pero... ¿qué pasará conmigo si él regresa?

-No lo sé, Bo... Tal vez los dos puedan convivir en un mismo cuerpo... ¡Ay, no sé lo que digo, no puedo pensar! -Zhan, ganado por la desesperación, no tenía idea de cómo hacer para que Bo se hiciera pasar por Wang Jie mientras encontraban una manera de solucionar el espantoso problema que tenían.

Los señores Wang ya habían notado que su hijo estaba extraño, pero creían que era por el golpe y la impresión del momento, y no les había llamado mucho la atención su cambio de personalidad. Pero eso no se podía prolongar en el tiempo: en algún momento el comportamiento natural de Wang Jie tenía que emerger.

Después de algunos días tratando de entender el complejo y travieso carácter del chico, Bo estaba bastante confundido:

-¿Dices que le gustan las motos? Pero yo no sé nada de motos...

-¡Ay, por Dios, Bo! ¡Ésto es muy difícil...! -Zhan no sabía qué más hacer para que nadie se diera cuenta de lo que estaba pasando. Pero un par de días después, las cosas se complicaron aún más: una tarde en que los dos estaban en el jardín de los koi, mientras Zhan le enseñaba a Bo cómo manejar su teléfono celular, vieron entrar un auto por el camino de grava. Era Lan Kai con su esposa, que enterados del problema de Wang Jie, habían volado desde Beijing para verlo.

***

-¡No puede ser! -El grito de Lan Kai sobresaltó a los dos chicos que, tomados de la mano para calmarse los nervios uno al otro, le habían contado todo. Cuando vio a su sobrino tan cercano a Zhan y tan extraño, el hombre había sospechado algo. Después de que lo acorraló con dos o tres preguntas, se dio cuenta de que no era Wang Jie, y los chicos no tuvieron más remedio que hablar.

-Lo siento, sobrino, pero no tenía idea de que iba a pasar esto... -susurró Bo, cabizbajo.

-Pero, ¿podremos traer de vuelta a Wang Jie?

-No lo sabemos, señor... -Zhan estaba tan desesperado como el tío del chico, mientras Bo los observaba con tristeza.

-¿Y si volvemos a Descanso en las Nubes? Tal vez Wei Ying tenga otro hechizo para arreglar esto...

-No creo que pueda hacerlo más, sobrino. Casi se metió en problemas, la última vez que le pedí un favor. Lan Qiren tiene prohibida cualquier intervención en el mundo humano, y también prohibió la entrada a Descanso en las Nubes de cualquiera que no sea de la familia... Wei Ying atraviesa la restricción porque HanGuang Jun le presta su cinta... -el chico recordó las veces que había visto al cultivador demoníaco maniatado con la cinta blanca de Lan WangJi, y casi se le escapó una sonrisa. Pero ese no era el momento para sonreír delante de su amado y de su atribulado descendiente.

-¡Pero algo se debe poder hacer, tío Lan Yi Bo...!

Bo se quedó pensativo: como cultivador de la secta Lan, tenía el poder de llamar a las almas con un guqin. Si lograba atraer el alma de Wang Jie tal vez podría atraparla.

-¿Pero eso puede funcionar en nuestro mundo? -le preguntó Zhan.

-No lo sé, pero podemos intentarlo.

***

Conseguir el guqin no fue tan difícil: en la ciudad había una casa de instrumentos antiguos, en donde pudieron comprar uno. El problema era que los señores Wang no descubrieran la nueva habilidad de su hijo.

-Tendremos que encerrarnos en el garaje, tío. -Lan Kai recordó, con tristeza, el último verano en que se dedicó a arreglar la moto de su padre, con Wang Jie. La máquina, a medio reparar, aún estaba en una esquina del garaje. Sobre un estante, Zhan pudo ver los dos cascos: el azul y celeste que representaba a los colores de la familia, y el verde y negro que había escogido Wang Jie para sí, y miró hacia otro lado, mientras se secaba los ojos: el chico jamás había tenido oportunidad de estrenarlo.

***

Bo se encerró por días, tocando Inquiry, mientras Zhan y Lan Kai observaban el proceso con atención. Los días pasaron, y Zhan comenzó a perder las esperanzas y a sentirse cada vez más culpable. Le había hecho reproches horribles a Wang Jie, y había lastimado su corazón al culparlo de algo que no había hecho. Ahora no estaba allí, y no había forma de enmendar el pasado.

Bo trató de concentrarse con todas sus fuerzas en buscar el alma del chico, pero después de más de dos semanas sin obtener resultados, los tres casi estaban por darse por vencidos:

-No puede ser... ¿Dónde está? -se lamentó Lan Kai.

Bo, sentado delante del guqin, tenía los ojos cerrados. Una de sus cuerdas sonó sin que la tocara.

-¡Está aquí! -Cuando el sonido terminó, Bo volvió a ejecutar algunas notas-. Sí, ¡es él! -De pronto, volvió a cerrar los ojos y cayó hacia atrás. Cuando los asustados Zhan y Lan Kai corrieron a sostenerlo, ya tenía los ojos abiertos de nuevo, y observaba todo a su alrededor, extrañado:

-¡Woww! Tuve un sueño muy raro...

-Te desmayaste, Bo. Estás cansado; te estás sobreexigiendo mucho buscando el alma de Wang Jie...

El chico se levantó del suelo con una velocidad tal, que los otros dos no tuvieron tiempo ni siquiera de pararse:

-¿Bo...? ¿Mi alma...? ¿Pero de qué hablan? ¡Yo soy Wang Jie...!

La puerta de las nubes Where stories live. Discover now