CAPÍTULO 9

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POV Alessandro

No sabía qué hacer en estos momentos, aunque Andrés me hubiera explicado lo que sucedió años atrás, sabía que no era toda la historia completa y al Maia hacer tal confesión me lo confirmó.

Quedé sorprendido al ver tanto dolor con el que cargaba y eso que me prometiera indagar hasta dar con lo que verdaderamente había sucedido para que alguien tan hermosa como ella, estuviera tan rota por dentro.

Yo recogería esos pedazos —pensé decidido.

—Aquí está mi número —les di mi tarjeta—. Cada vez que quieran saber de Maia o para alguna emergencia, llámenme, pero mientras...es mejor que regresen a su país.

Me levanté y me fui tratando de alcanzar a Maia, pero ya no estaba en el restaurante, ni el baño de mujeres.

—¿Sabes a donde fue mi novia? —le pregunté al de recepción.

—La señorita se dirigía al estacionamiento —dijo.

Les di las gracias y corrí hacia allí.

Si había venido hasta acá era porque me estaba esperando, así que tal vez quería estar conmigo aun cuando estaba en este estado. Mi corazón saltó de la alegría.

Me relajé cuando la vi al lado del automóvil, pero la angustia volvió al ver que lloraba desconsoladamente.

Caminé rápidamente y agarré su mano, atrayéndola a mí. La abracé con fuerzas, quería que supiera que aquí estaba para ella, que la protegería siempre...aun cuando no me lo dejara fácil, no pensaba abandonarla.

—Todo estará bien, Maia —susurré, besando su cabello—. No dejaré que nada malo les pase, yo las protegeré...solo permíteme estar en sus vidas, te lo suplicó.

Ella levantó su cabeza y suspiré, al ver como esos preciosos ojos azules me observaban, había sentido un cosquilleo en mi abdomen...algo que jamás me había pasado.

—N-No tienes por qué hacerlo —murmuró.

Sus labios se veían tan apetecibles cuando lloraba.

—Pero quiero —repliqué de inmediato, atrayéndola más a mí.

—¿Y cuando se acabe el tiempo de nuestro contrato? —inquirió.

—Cuando se acabé el tiempo firmaremos uno nuevo —prometí, sabiendo que amaría hacerlo con ella.

Mierda, ¿Cómo era posible que me estuviera cambiando en tan poco tiempo?

—Solo quiero que me abraces, me harté de las promesas —confesó, el dolor surcando su rostro.

Agarré su rostro delicadamente y limpié sus lágrimas.

—¿Qué fue el daño que te hicieron, Maia? —murmuré, uniendo nuestras frentes—. Necesito entender, necesito saber de qué te protegeré. Confía en mi cariño.

—Es difícil para mí, dame tiempo —asentí y besé sus labios, no aguantando mas las ganas que tenía de hacerlo.

No había podido dormir al pensar en el encuentro que habíamos tenido en el estacionamiento. Quería volver a besarla, quería volver a sentirla...

Quería que lo entendiera si aun no le quedaba claro, me gustaba y mucho.

Estaba seguro que no le era indiferente, entre nosotros había una conexión, ella lo sabía, yo lo hacía y no podíamos negarlo o aparentar como si no estuviera.

Mi teléfono vibró entre mis pantalones y gruñí por la interrupción. Aunque no quería contestar, tenía que hacerlo, podría ser alguna emergencia. Cualquier cosa podría pasar en un instante.

REFUGIO DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora