CAPÍTULO 31

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POV ALESSANDRO

Fruncí mi ceño al escucharla. Su rostro se tornó pálido al darse cuenta lo que acababa de salir de sus labios.

—¿Qué acabas de decir? —pregunté fríamente, con mi corazón latiendo a mil.

Vi de reojo como Amelia negaba y suspiraba. Eso fue suficiente para darme cuenta que Maia decía la verdad.

—Eh...yo —trato de hablar, pero nada salía, solo balbuceos de lo nerviosa que se encontraba.

—¡¿Por qué mierdas sabes sobre el robo?! —estallé, mi padre me advirtió con la mirada, pero justo ahora me importaba una mierda el tono de voz que estaba utilizando—. ¡¿Tu fuiste?! ¡¿Fuiste capaz de robarle a tu propio hijo?! ¡Responde!

No me había dado cuenta que inconscientemente me acercaba cada vez mas a ella, logrando intimidarla. Papá me apartó de inmediato de un empujón.

—Claro que no...lo j-juro —de sus ojos empezaron a salir lágrimas, logrando conmoverme...solo un poco.

—¡Ten cuidado de cómo le hablas! —exigió—. ¡Respeta a tu madre!

—Y ustedes respeten a mi hija —todos volteamos confundidos, viendo en la entrada de la sala a el señor Miller y mi esposa—. Odio que traten de difamar a un miembro de mi familia, aquí están las pruebas que demuestran que tu madre y Amelia fueron las que estuvieron robándote...todo con el fin que te divorciaras de Maia.

Agarré la carpeta que me entregaba y empecé a leer todo, eran capturas de conversaciones y foto de grabaciones...estaban reunidas con el maldito y despreciable de Esteban.

—Kylie y mi padre coincidieron con las pruebas, hay un correo que se te fue enviado con todo —comentó Maia.

No necesitaba ver el maldito correo, esto era suficiente para darme cuenta que la única persona que no me había mentido era mi esposa. Ni siquiera me importaba el hecho que Amelia estuviera involucrada en todo esto, no me importaba el dinero, esas cosas eran insignificantes en cuanto a lo que había hecho mi madre.

Me acerqué a ella con dolor, el corazón me dolía...mucho, sentía que una parte del se había roto y esa herida jamás seria curada. Tenia su cabeza agachada y suavemente toqué su barbilla y la levanté.

Cuando nuestras miradas conectaron, ambos lloramos y la abracé fuerte, inhalando su aroma y recordando que, siempre que tenia un problema, siempre que tenia miedo, cada vez que necesitaba recurrir a alguien y no tenia a nadie a mi lado, ella siempre estaba ahí...ayudándome, apoyándome, alejando a todos mis demonios o simplemente solo quedaba ahí, en silencio.

¿Cómo podía pensar que la mujer que amaba con todo mi corazón, por la que daría mi vida me apuñalaría de esa manera?

—Soy verdaderamente feliz con ella...mamá —susurré, haciendo que su llanto aumentara—. Ella me ama, lo hace con toda su alma. Mi corazón, mi vida y mi alma le pertenece...me duele que no hayas entendido eso.

Me separé y limpié su rostro, después le di un beso en la frente y dije posiblemente las palabras con doble filo que me dolerían en toda mi vida.

—Hijo... —negó levemente, presintiendo lo que diría a continuación.

—Quiero que mi familia se encuentre en un ambiente de amor y no de odio, rencor, envidia...no quiero eso —me separé de ella y lo dije—. No te quiero en nuestras vidas, nunca más...olvida que algún día tuviste un hijo.

—Alessandro —dijo papá verdaderamente sorprendido.

Fui hasta Amelia, quien estaba verdaderamente nerviosa, sus padres estaban sorprendidos.

REFUGIO DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora