El cachorro que nos unió [Messichoa]

#1: La vida cambia

Años atrás...

Elizabeth era muy feliz con sus padres, su madre Olivia era una dulce omega con olor a manzanilla y su padre Antonio era un alfa algo amargado pero bueno que tenía un rico olor a menta fuerte. La vida de la pequeña Eli era tranquila y cómoda, su papá tenía una empresa propia que les permitía tener comodidades como viajes y vestidos nuevos. Pero siempre mantenían la humildad ante todo, su madre venía de una familia con un bajo estatus económico y solían ir a visitar a sus amigos de la infancia por los barrios. Ella le había inculcado muy buenos valores y enseñanzas, nadie era más que otro por tener dinero.

Era algo peligroso pasar por allí; sin embargo, nada podría detener a su madre de ir a visitar a primos y conocidos casi semanalmente. Acostumbraban ir las dos juntas y compraban flores para sus seres más queridos. Todo era tan perfecto e ideal.

Hasta que una noche, después de quedarse en una cena para celebrar el logro de una de sus amistades, un sucio criminal buscaba robar la mayor cantidad de dinero y llevarse a la menor para actos ilícitos y asquerosos. La omega mayor buscando proteger a su hija se puso delante de ella y le pidió que corriera gritando ayuda.

El desgraciado hombre la acuchilló sin piedad.

La niña estaba aterrada, continuaba pidiendo ayuda, corriendo con sus pequeñas piernas hasta que un grupo de vecinos salieron alarmados por los gritos. Llamaron a la policía y a la ambulancia, uno los residentes protegió a la menor metiéndola a su casa.

Elizabeth estaba totalmente traumatizada, hace unos pocos segundos había visto a su madre sangrando con un cuchillo enterrado en su cuerpo. Solo por protegerla.

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La niña estaba en casa de una de las amigas más cercanas a su madre, la cual había llamado a su padre avisándole lo ocurrido e indicándole el nombre del hospital. La joven omega lloraba desconsoladamente, no concilio sueño en ningún momento.
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Su madre había fallecido, había perdido demasiada sangre para cuando llegó la ambulancia. Su padre entro en un estado de shock ante la situación, se enteró de que su amada esposa había muerto por proteger a su hija.

Estaba devastado. Su adoraba esposa, su destinada, su omega querida había muerto por proteger a una niña tonta de 7 años. Su alfa sufría internamente por la perdida de su complemento. El odio y el resentimiento llegaron a su vida. Iba a hacerle la vida imposible a esa mocosa. Sin ella, el asqueroso ese probablemente solo le hubiese robado a su amor de vida, pero no, eso no pasó y ahora solo tenía dolor.

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Su padre se casaba con una alfa llamada Dafne con un gran estatua económico y social. Alegaba que los alfas eran superiores al ser menos sentimentales.

Elizabeth estaba asqueada y furiosa con ellos dos, eran unos alfas estúpidos que se sentían superiores por su sub género. Siempre tratando de mostrar su dominancia. Le daban encargos injustos, golpes, insultos, le recriminaban por cosas que no eran su responsabilidad y siempre le hablaban con la cabeza en alto mientras a ella le obligaban a bajar la mirada por ser una omega inútil y débil.

Ahora tendría que soportar la presencia de esa alfa pendeja, antes ya lo hacía, pero ahora sería a tiempo completo y con el tarado de su hijo Jorge, el cual era dos años mayor que ella. Ese imbécil, para su mala suerte, también era un alfa. Empezaba a detestar a los alfa, no quería hacerlo, sabía que no todos eran iguales. Sin embargo, ese trío de idiotas le estaban dando razones, siempre buscando sentirse superiores y dominantes.

Su padre no la quería desde aquel fatídico dia, ya no tenía nada. No podía ir a comprar flores ni vestidos, no tenía amigos e inclusive una mayoría de veces no le permitían salir. No tenia cariño. Era casi una sirvienta allí, casi un juguete de golpes para ellos.

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Ahora tenía 13 años y seguía casi en la misma situación. Sus padres tratando de consentir al tarado de Jorge decidieron viajar a Qatar para que el alfa pudiese conocer a sus ídolos del fútbol. Lastimosamente decidieron llevarla a ella también, no podían vivir sin torturarla.

No esperaba acompañarlos a algún lugar, pero decidieron llevársela a un entrenamiento de la selección argentina antes del partido de la albiceleste contra Arabia saudita. Al parecer solo un pequeño grupo de personas podría entrar a verlo y los que tenía de familia habían pensado que era buena idea gastarse un dineral para verlos entrenar.

Nunca había tenido tiempo de ver la televisión desde que falleció su madre, tampoco le hubieran dejado realmente.

Estaba acompañándolos parada (totalmente a obligación) mientras cargaba una gran mochila que contenía abanicos, agua y alguna que otra cosa. Se percató que su familia estaba totalmente distraída viendo a los jugadores.

Nunca había tenido esta oportunidad, nunca había estado afuera sin nadie poniéndole un ojo encima. Quería sentirse libre por un rato y no lo pensó mucho, se separó de ellos y empezó a correr.

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No sabía dónde se había metido, solo que se pasó como a seis guardias de seguridad y que probablemente andaban buscándola. Ahora que lo pensaba tal vez huir no fue su mejor idea.