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Julian "miraba" de forma desinteresada un aburrido programa de televisión, ni siquiera sabe porqué lo está viendo pero, bueno, puede ser que esté sumergido en sus pensamientos y no presta ni la más mínima atención.

Sube y baja las cejas al darse cuenta que desde hace semanas no ve a su vecino, ¿le habrá pasado algo?. Aunque no salir de su casa podría ser el motivo de no verlo nunca, no es su culpa que la cama lo atrape entre sus mantas para no dejarlo levantar.

— A la mierda — dice con confianza antes de levantarse de la cama, ponerse unas simples pantuflas y caminar hacia la puerta para salir de su departamento.
No entendía muy bien lo que hacía, puede ser que los impulsos lo están controlando.demasiado y solo actúe a partir de estos.

— ¿Enzo? — golpea varias veces la puerta.

Se cruza de brazos cuando cree que si no detiene los golpes va a romper la puerta, así que se queda esperando con la intención de escuchar una voz o algo, pero nada ocurre.

Está a nada de irse, decepcionado por no encontrar al mayor, pero siente como alguien lo agarra de los hombros y se gira rápidamente, dispuesto a repartir puños si era necesario.

— ¡Casi me das un infarto boludo! — gritó después de pegarle, con suavidad, en el abdomen a no más ni menos que Enzo Fernández.

Este chico no podría estar más lindo, tiene una ajustada camisa blanca que marca su abdomen y torso, unos zapatos tan lustrados que puede ver su reflejo en estos y un pantalón negro que reluce sus piernas, que perfecto se ve en traje.

— perdona — ríe el más alto de los dos a la vez que lo suelta —. Ahora, ¿qué hacías golpeando mi puerta?

El menor se encoge de hombros y mira a enzo, notando como este lleva las manos a su cintura.

— No estaba golpeando tu puerta.

Aquel chico se lo queda observando con una ceja alzada y demuestra lo mal que julian miente, ¿qué tan notable es?

— ¿Y entonces qué hacías?¿Acariciabas la puerta con tu mano? — usa el famoso sarcasmo antes de separarse un poco para cruzarse de brazos.

— No me gusta tu sarcasmo, papi — ahí tienen, la palabra que produce cosquilleos en ambos —. Además, yo solo quería un poco de azúcar, se me acabó.

Mentiroso; no se atrevía a decirle que está preocupado por él y que fue a fijarse si estaba bien luego de una crisis interna, quedaría como un pelotudo si le dice esas palabras.

— Supongamos que te creo — Enzo aprovecha el agarre en la cintura de julian para correrlo un poco y poder abrir la puerta de su casa —. Si queres pasa, ahora te doy el azúcar.

El menor asiente y entra al lugar, parpadeando varias veces cuando ve como todo está acomodado perfectamente, pareciese que nadie vive allí.

— Perfeccionista, ¿no? — murmura viendo todo antes de acercarse a una repisa con varias fotos de un pequeño.

— Ni te lo imaginas, ahora sentate en el sillón que ya te doy lo que buscas.

Julian toma asiento en el sillón y apoya ambas manos en su muslo para juguetear con sus dedos en la espera del chico, admite que se sentía algo extraño estar en la casa de él pero no piensa demostrarlo.

Literalmente era un desconocido, puede ser que ambos sepan cosas del otro gracias a las preguntas en aquella terraza, pero estaba muy confiado con Enzo y no sabe qué pensar de eso.

Aunque no cree que le pase nada malo en su compañía, el chico no se ve mala persona o por lo menos es lo que aparenta, oh Dios, ¿qué mierda hace en la casa de un extraño y por qué se preocupa por este?

pendejo malcriado (Adaptada) || Julian Alvarez x Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora