4

3.5K 257 127
                                    

Después varias idas y vueltas, Enzo por fin había comenzado a prepararlo.

Sentía como el lubricante artificial resbalaba por sus muslos, sin mencionar como básicamente estaba siendo follado por los dedos del contrario.

— ¡Papi! — su próstata era torturada con cada estocada, llevando a que su erección crezca con aún más rapidez.

— ¿Qué pasa, princesa? — pregunta el mayor de manera totalmente burlona.

Julian suelta un jadeo frustrado ante su pregunta; ¿cómo "qué le pasa"?. Está siendo malditamente follado por su caliente vecino, ¡eso es lo que pasa!

Una ligera capa de sudor comenzó a invadir su piel, siendo el escenario perfecto para que la tenue luz del departamento hiciera relucir cada curva de su cuerpo, robándole varias miradas a Enzo.

— ¿Acaso quieres a papi dentro tuyo?

Asintió repetidas veces a la vez que los gemidos abandonan su boca sin pena alguna.

— Creo que te hice una pregunta, Julian, y vos no me has dado una respuesta — deja sus dedos quietos.

— ¡S-Sí, por favor! Yo quiero te-ener a papi dentro mío, lo necesito — responde con demasiada rapidez al no querer desperdiciar su oportunidad.

Enzo esperó unos segundos antes de quitar sus dedos, estirar un brazo y agarrar un paquete de condones que reposaba sobre una mesita.

— Entonces eso tendrás.

No tardó demasiado en ponerse el preservativo, llevando con rapidez su miembro a la entrada ajena.

— ¿Lo seguis queriendo?

El castaño gira su cabeza para poder ver al mayor. — Realmente lo ha-

No pudo terminar su oración al ser interrumpido por una profunda estocada, la cual con rapidez lo dejó sin aire.

Su boca se entreabrió, soltó un grito ahogado y su cuerpo tembló; vaya que había ido profundo.

— Oh Dios… — se intenta acostumbrar al gran tamaño del mayor, agarrando los almohadones con fuerza.

— ¿Puedo seguir?

— Solo- — respiró profundo — cojeme, enzo.

Enzo no tardó en moverse con brusquedad, sin prestarle demasiada atención al contrario para poder centrarse en su propio placer.

Por otra parte, Julian estaba haciendo lo posible para alargar su orgasmo… los dedos ajenos ya lo habían llevado casi a su clímax.

— Mírate, una zorra intentando ser buena — se carcajea antes de tomar su cabello para susurrarle al oído —. Ni se te ocurra correrte sin mi permiso.

Lloriqueó luego de escucharlo, sin saber que mierda haría para poder contenerse.

Con cada estocada su cuerpo recibía millones de escalofríos, lo cual parecía una exageración, pero realmente no lo era.

Le encantaba aquella sensación, y sabe que pronto querrá más y más de la misma, así que espera poder volver a sentirla; pero ya se había encaprichado por Enzo y por el momento solo quiere sentirlo a él.

— mierda — jadea al mismo tiempo que comienza a lloriquear con fuerza, apretando su interior al haber llegado al orgasmo antes de lo previsto.

Sus brazos tambalean hasta que su torso termina pegado al sofá, aunque con rapidez intenta levantarse para que el morocho no se entere de lo ocurrido, algo que no funcionó.

— Cariño… — escuchó a su vecino susurrar con un tono tan cínico que lo hizo temblar — ¿acaso pensaste que no me daría cuenta?

Suelta un gemido cuando un vacío se apodera de su entrada; Enzo se había apartado.

— N-No, yo te iba a decir. Lo prometo.

Se carcajea. — Encima que insultas, me desobedeces y ahora mentís, ¿qué falta? — agarró su cabello con fuerza para ponerlo sobre sus rodillas —. Creo que deposité demasiada confianza en vos… no quiero que vuelvas a tutearme.

Julian no sabía que decirle, lo único que salió de su boca fue un quejido por el tirón, avergonzándose aún más.

— De rodillas, ahora. — soltó su pelo.

Mordió su labio, sin poder creer lo mucho que le excitaba todo esto, aunque tampoco dejaba de sentirse mal por desobedecer, así que rápidamente baja al suelo para ponerse sobre sus rodillas.

— Te vas a enterar, pequeña puta — también baja del sillón para luego agarrar el mentón contrario, sacudiendo su cabeza —. Escúchame bien, te voy a dar un minuto para que me expliques porqué no debería castigarte.

Parpadeó varias veces, ¿qué se supone que le diga? Comienza a pensar como un maldito desesperado, sonrojándose al sentirse demasiado inferior.

— Y-Yo…

Traga en seco y sigue pensando, no puede salir castigado en su primera vez con el chico.

— Porque intenté n-no llegar, y no quise ocultarlo. Prometo que estaba a n-nada de avisarle  — muerde su mejilla interna.

Tarareó sin estar de acuerdo. — ¿Sabes cuál es el problema, bonito? — afianzó el agarre de su mentón — Papi sabe cuándo su princesa miente.

Y en ese momento supo que la había arruinado, ¿tanto le costaba decirle la verdad?

— Ahora te vas a sentar en mis piernas y contarás cada maldito azote, ¿eso sí podes hacerlo? — no esperó respuesta alguna antes de sentarse en el sillón y agarrar el cuerpo del chico para acostarlo en sus piernas —. Si te equivocas, empezamos otra vez, ¿entendido?

— Sí, papi.

— Si queres parar, aprieta mi muslo.

Asintió varias veces, sin para de recibir pequeñas corrientes eléctricas en su pelvis, siendo que con cada acción o palabra contraria solo aumentaban.

— Llegas a correrte y va a ser peor.

Iba a volver a disculparse cuando un fuerte azote golpeó su piel, robándole un jadeo.

— U-Uno.

Esta secuencia se repitió una y otra vez, con más o menos fuerza, hasta que llegó a los quince azotes, donde recién ahí pudo dejar salir todas las lágrimas en sus ojos.

La excitación y el dolor recorrían cada vena de su cuerpo, llegando al punto de sentirse algo mareado por tanto placer, algo que jamás había experimentado.

— Espero que hayas aprendido la lección, putita.

Vaya que lo había hecho.







pendejo malcriado (Adaptada) || Julian Alvarez x Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora