CORAZONES ROTOS Y FRASCOS CON BESOS

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Parte 3

Ya no quería estar ahí, en aquella casa. Volteé y vi a mi papá:
-Papi, puedo ir al bosquecillo de cerezos?

Mi papá suspiro.

-Sí, amor. Al rato voy a ver cómo estás. Ten cuidado.
Vi que mi papá sacaba su teléfono y llamaba a alguien. Le pidió que me vigilara mientras estaba en el bosquecillo, pero salí corriendo antes de averiguar con quién hablaba. Me dirigí a la puerta principal, apretando el frasco vacio de los mil besos contra mi pecho. Salí corriendo de la casa y del porche. Corrí y corrí sin detenerme.

Las lágrimas me resbalaban por la cara. Oí que alguien me llamaba:

-¡Mina! ¡Mina, espérame!

Me di la vuelta y vi que Chaeyoung me observaba. Estaba en su porche, pero enseguida me persiguió por el pasto. Yo no me detuve ni siquiera por ella. Tenía que llegar al bosque de cerezos. Era el lugar favorito de mi abu. Quería estar en su lugar favorito porque estaba triste y ella se estaba yendo al paraíso. A su verdadero hogar.

-¡Mina, espérame! ¡Detente!-gritó Chae cuando di vuelta en el bosquecillo del parque. Corrí al cruzar la entrada; los árboles, que estaban en flor, formaban un túnel sobre mi cabeza. Tenía el pasto verde bajo mis pies y el cielo azul sobre mi cabeza. Los árboles estaban cubiertos de pétalos rosas y blancos brillantes. Después, en el otro extremo del bosquecillo, estaba el árbol más grande de todos. Su tronco era el más grueso de todo el bosque. Sin duda, era el favorito de Chae y mío. Y también el de mi abu.

Me quedé sin aliento. Cuando llegué al pie del arbol favorito de abu, me desplomé en el suelo abrazando mi frasco mientras las lágrimas caían por mi cara. Escuché que Chaeyoung se detenía a mi lado, pero no alcé la mirada

-Minari?- dijo Chae. Así me decía en coreano. Me encantaba que me hablara en Coreano. Murmuró: -Minari, no llores.

Pero yo no podía evitarlo. No quería que mi abu me dejara, aunque sabía que asi tenía que ser. Estaba consciente de que cuando regresara a la casa, ella ya no estaría ahí: ni ahora, ni nunca. Chae se dejó caer a mi lado y me jaló hacia ella para abrazarme.

Me acurruqué en su pecho y lloré. Me encantaban los abrazos de Chaeyoung: siempre me abrazaba muy fuerte.
-Es mi abu, Chae: está enferma y va a irse.

-Ya sé, me dijo mi mamá cuando regresé de la escuela. - Asenti apoyada en su pecho. Cuando ya no podía llorar más, me senté y me limpié las lágrimas. Miré a Chae, que estaba observándome. Traté de sonreír y, cuando lo hice, tomó mi mano y se la llevó al pecho.

-Me apena que estés triste-dijo estrechándome la mano. Su blusa estaba caliente por el sol-. No quiero que estés triste nunca jamás. Eres mi Minari; siempre sonríes, siempre estás felíz.

Me sorbí la nariz y apoyé la cabeza en su hombro.- Ya sé, pero abu es mi mejor amiga, Chae, y ya no estará.

Al principio Chae no dijo nada, pero después afirmó.
-Yo también soy tu mejor amiga y no me voy a ir a ninguna parte, te lo prometo. Por siempre jamás.- De repente, el dolor que sentia en el pecho dejó de ser tan fuerte. Asentí

-Mina y Chaeyoung hasta el infinito-dije.
-Hasta el infinito-repitió. Nos quedamos en silencio un rato hasta que Chae preguntó

-¿Para qué es ese frasco? ¿Qué tiene adentro?-Retiré la mano, sostuve el frasco y lo alcé en el aire.
-Mi abu me encomendó una nueva aventura, una que va a durar toda mi vida.

Chaeyoung bajó las cejas y el largo cabello rubio le cayo sobre los ojos, empuje hacia atrás y ella sonrió a medias, como yo. Todos los niños de la escuela querían que les sonriera así alguna vez, me lo decían. Pero ella solo me sonreía a mí. Yo les decía que de todas maneras no podian tenerla, era mi mejor amiga y no quería compartirla.

A thousand Kisses Where stories live. Discover now