Caída libre

19 2 0
                                    

Oscuridad

Estoy cayendo en un pozo sin fondo.

Adiós.

Cinco letras que encierran tanto dolor. Tanta desesperación.

Abrazada a la oscuridad que se va ramificando entre cada músculo, cada poro y cada nervio hasta terminar de encerrar todo mi cuerpo en un espiral de sufrimiento.

Me van desagrado de a poco. Van desgarrando mi piel.

Goteo.

Goteo.

Una gota por vez.

Crece en mí una enredadera que tejen sentimientos de dolor y angustia. De impotencia y de pánico.

Siento como mi garganta quema. Arde desde lo más profundo como si me estuviesen abriendo y desgarrando la piel, dejándola expuesta. Siento como mi pecho es comprimido hasta el punto de no dejar ingresar aire a mis pulmones.

Me asfixio.

Ayuda.

Mi claustrofobia hace desastres en mi ser. No puedo respirar y necesito ayuda.

¿Pero cómo pedirla?

Mis cuerdas vocales no responden. Están totalmente comprimidas en el dolor.

Silencio.

Más dolor.

La angustia me abre sus brazos y me agarra como si me necesitara. Cómo si me anhelara.

Recuerdos.

Llenan de imágenes de mis momentos vividos.  Se van reproduciendo frente a mis ojos cual película proyectada.

Es un ciclo sin fin.

Recuerdo felices.

Tristes.

Vergonzosos.

Que me generan paz.

¡Basta!

El no poder detenerlos, refrendarlos en alguna parte para que mi mente. Necesito que dejen de atormentarme, de atosigarme.

Se vuelve una tarea extremadamente imposible.

Lágrimas.

Se forman en mis ojos y caen como cascadas salvajes. Dónde pueden o no, ser observadas por esa persona que se asoma entre tanta oscuridad rodeandome.

Más lágrimas.

Ruedan por mis mejillas. Libres. Tratando de arrastrar y llevarse tanto dolor. Pero es imposible.

Caen necesitando librar con ellas ese sentimiento de culpa.

Está caída libre parece no tener fin.

¿Cómo hago para levantarme y tratar de ponerme en marcha si no consigo terminar de caer?

¿Cómo?

La oscuridad hace que la sensación de asfixia cada vez sea más fuerte. Más irresistible el dejarme vencer. El dejar de luchar.

Negro.

Todo lo envuelve.

Y por más tiempo que pase, no puedo acostumbrar mis ojos para identificar en que punto me encuentro.

Necesito ese abrazo.

Necesito terminar de estrellarme contra el piso para poder librar cada nervio de esas espinas mortales.

Quiero gritar.

Pero de mi boca no salen más que susurros. Mis cuerdas vocales no pueden proyectar más que un sufrimiento silencioso.

Y me lleno de bronca. De odio.

Impotencia.

A veces es tan fácil el poder hablar de cualquier cosa pero cuando se trata de expresar dolor, enojo, tristeza... Me resulta completamente imposible.

Necesito dormir.

Necesito apagar mi conciente para poder crear un mundo inconsciente dónde no pueda sentir.

Donde me encuentre protegida.

Donde sea libre. 

Y ahí es cuando llega.

El punto tan esperado de no retorno.

Al cual me tengo que enfrentar si quiero en algún momento poder volver a ser... "yo".

A ese punto dónde voy a poder saber cómo pedir ese auxilio.

Ese abrazo.

Esa calma.

Me estrello contra el piso. Cada hueso se quiebra en mil pedazos. Las espinas se convierten en puñales que desgarran cada fibra de mi cuerpo.

Las lágrimas se secan.

Mi voz deja de existir.

Mi mente encuentra al fin ese silencio.

Se van terminando la proyección que parecía un sin fin de recuerdos.

Al fin llegué a la meta.

Y poco a poco termino de abrazar esa oscuridad para poder sentirme protegida en ella.

Ahí es donde finaliza mi caída libre.

Caída libreOù les histoires vivent. Découvrez maintenant