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Al poco tiempo, ambos entraron al laboratorio, Zorman no quería estar mucho tiempo en el exterior por si algún inoportuno habitante llegaba de imprevisto, hablaría con todos poco a poco sobre Drako para evitar una avalancha de gente como solían hacer.

El más joven se sentó en la única silla que tenía el ojiverde, frente a la mesa, parecía tocar todo lo que podía con extremo cuidado y atención, había pasado tanto tiempo sin poder sentir lo áspero de la madera o la suavidad de la tela pues solo era capaz de percibir el frío del clima hasta congelar sus huesos o el calor que le proporcionaba los días de verano.

— ¿Cómo es que...— Sus pensamientos atropellaban sus palabras.— ¿Como lo haz hecho?

Drako llevo su mirada al científico, decifrando en pocos segundos a lo que se refería, tanto tiempo juntos le había ayudado a entenderlo casi a la perfección.

— Fue gracias a mí hermano.— Acaricio con su pulgar el borde de la mesa.— Me llevo con el a su casa como dios del todo y me ofreció ser tu guardián y guía.

— ¿Los viste? ¿Viste a Juan? — El mayor fue incapaz de disimular su entusiasmo por saber de su mejor amigo.

Drako asintió.

— Ahora vive en un lugar muy... extraño con Maracas.— Trato de recordar algo antes de su llegada allí pero nada regresaba a su memoria.— Él me mostró lo que había pasado aquí y...me preocupe mucho por ti cuando supe que ibas a ser el nuevo hechizero, yo quería poder cuidarte.

La confesión tomo por sorpresa a Zorman, causando un revoltijo en sus entrañas, esa sensación ya la había tenido antes, lo sabía, no pida evitar ponerse nervioso frente aquel muchacho.

— Y-yo...— Quiso responder más sus sentimientos se quedaban atorados en su garganta.— Ollie...me dio la carta que dejaste antes de...antes de irte.

— ¿Mí...carta? — Preguntó incrédulo.— ¡A-ah! Eso! — El rubor decoró adorable las mejillas del más alto.— No podía irme sin decirte que eres tu quién me enseñó que es amar.

Cómo siempre tan directo, causaba que el corazón del científico diera un vuelco y su alma se sintiera tan indefensa hasta el punto de asustarle.

— Me alegra haberte... enseñado algo positivo. — Le dedico una muy tímida y cerrada sonrisa.

Entonces Drako se levantó de la silla, rodeando la mesa lentamente.

— Entonces...— Empezó inocente.— ¿Ahora sí podemos escuchar Netflix?

Aquel tono pícaro solo logro profunda vergüenza, la sola idea de que él y Drako pudieran...solo provocaba que se pusiera nervioso.

— N-no, Drako, joder. — Retrocedió un paso chocando con la pared.—  Que...Que acabas de llegar y ya estás pensando e-en cojer.

— Zorman...— Interrumpió al mayor, quedando frente a él.— Cuando por fin aprendí que el amor no se trata solo del deseo carnal...lo vi en tus ojos, no tengo dudas que no me equivoque sobre tus sentimientos por mí.

Tenía razón, no había justificación para negar que aquel muchacho había creado un espacio para él en su corazón pero aún se negaba, ahora, luego de haber perdido ya una esposa y una hija, ver morir al chico molesto que lograba sacarle sonrisas, lo había destruido.

Zorman se quedó callado.

— Se que es muy pronto para hablar sobre todo esto, son muchas emociones y... sé que tienes mucho sobre lo que pensar. — Ese tono de voz tan sereno.— No me des respuestas ahora pero al menos...piénsalo, ¿Sí?

Los ojos verdes, ocultos tras el cristal, conectaron con los marrones del más joven y asintió levemente, como si no quisiera ser visto. Necesitaba tiempo para pensar.

— ¿Quieres que te lleve a tu casa o...?

Drako negó con la cabeza.

— Está bien Zorman, no te preocupes. — Gracias a su altura, fue fácil depositar un suave beso en la frente del científico.— Iré directamente a la que era mí casa, luego podremos hablar con el pueblo.

Un hormigueo recorrió el cuerpo del mayor mientras el otro empezaba a caminar hacia una de las paredes de cristal, rompiendo una pequeña parte por dónde podría pasar.

— ¡No, Drako! ¡Mí pared! — Reclamó rápidamente para acercarse a observar los daños mientras veía al semi-dios cruzar el agujero hacia el agua, despidiéndose por última vez con la mano y una sonrisa.

Algunas cosas no iban a cambiar.

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El día siguiente llegó y Zorman llamo a todos al parlamento (cosa que fue difícil ya que nadie solía hacerle caso), los pueblos se reunieron haciendo escándalo, exigiendo saber la noticia tan importante que tenía el científico.

El ojiverde ya se había adelantado q los hechos y había hablado con los más revoltosos para explicarles por separado la situación, asegurándose de que no habrían mayores desastres.

Cuando por fin el grupo se calmo, Zorman tomo la palabra.

— Amigos, como sabrán hace ya bastante tiempo tuvimos la pérdida de dos personas del pueblo.— Alguna afirmación llego por parte de los oyentes.— A las pocas semanas de ese suceso tuve... apariciones de un ente en mí entorno.

Unos cuantos murmullos se escucharon desde el publico, tal vez el científico finalmente había perdido el juicio, cosa que solo lograba ponerlo de los nervios.

— A-Aunque sea difícil de creer, conseguí que este ente tomara forma física y...— Su vista se poso en un rincon de la sala, allí donde se escondía un Drako chiquito.— Puedes acercarte...

Con aquella señal el chico se fue acercando al escenario, graduando su tamaño hasta quedar en su altura natural al llegar al lado de  Zorman. El silencio inundo la sala por unos segundos, mismo silencio que fue roto por un grito "¡Esta vivo!", allí empezó el barullo con más gritos y preguntas "¿Es un fantasma?", "¿Zorman lo ha clonado!", "¿Drako es un zombie?".

El menor se vio obligado a interrumpir, alzando la voz, al ver al científico estático al no saber responder a todas las voces, siempre que el pueblo se reunía, él terminaba en el suelo con algún espadazo o quemadura.

— No soy un fantasma.— Al todos estar expectantes, su atención fue directamente al más alto de todos.— Mi hermano me envió a cuidar de Zorman como una...especie de fantasma y el me ha ayudado para regresar aquí.

Varios le miraban sorprendidos por la mención al fallecido Juan, nuevamente la sala se llenó de preguntas alguna acerca de como todo aquello era posible y los más cercanos al antiguo hechizero preguntaban acerca de su estado.

Drako respondió las preguntas que pudo, un tumulto de gente les rodeaba, hasta que decidió que era suficiente, tomo la man del científico y pidió disculpas para poder retirarse abriéndose paso entre los cuerpos de los demás, llevando consigo al ojiverde.

Una descarga de adrenalina recorría el cuerpo del menor, hasta aquella agobiante situación le llenan de vida, escuchar a las personas dirigirse hacia él, no noto que seguía tirando de la diestra de Zorman.

— ¿A-a donde vamos? — Preguntó mientras acomodaba sus gafas que iban moviéndose de su sitio por los pequeños tropezones que daba al caminar.

El semi-dios se detuvo, sin soltar su mano.

— Ven, vamos a buscar a Mamahuevito.— Afianzó el agarre en su mano y se dirigió hacia la casa de Ari.

— ¿A quien? — Le dejo sostener su mano al caminar, no lo había notado antes pero eran bastante suaves, lo mantendría solo hasta llegar a casa de la rubia.

Podía darle un pequeño gusto a aquel muchacho.




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1228 palabras 🥀

Promesa por cumplirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora