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A lo lejos visualizaron a la muchacha, dueña de casa que daba con la frontera del "pueblo rojo". La había visto en la reunión así que lo más seguro es que apenas estaría llegando.

— ¡Ari! — Drako alzó su mano libre, saludándola para llamar su atención.

La chica volteo en su dirección viendo cómo Drako se acercaba a su posición mientras llevaba a su papá a un par de pasos detrás, tirando de su brazo. Zorman levanto un poco la mano, saludando  su hija de forma tímida por la situación en la que se había visto envuelto.

Ambos llegaron junto con Ari en la puerta de la casa, una vez allí Drako soltó la mano de Zorman, no quería ponerlo en una situación incómoda frente a su hija, sin embargo, el científico sintió un frío molesto en la palma de mano por la ausencia del otro mas no dijo nada.

— ¡Papi! ¡Drako! ¿Que tal? ¿Necesitan algo? — Pregunto la joven con la especial dulzura que siempre tenía.

Drako se apresuró a contestar

— ¿Recuerdas que te deje a cargo a Mamahuevito? — La rubia asintió. — ¿Podría...tenerlo de regreso?

Una pequeña risa salió de los labios de Ari, no tenía porque pedir permiso para recuperar a su mascota.

— Claro que sí, ahora vuelvo. — Abrió la puerta de su casa  y antes de entrar dio un último vistazo a Drako.— Por cierto, me alegra que estés de regreso.— Le sonrió.— Aún puedes hacer una casa en mí pueblito, sigues siendo bienvenido.

Y antes de que el semi-dios pudiera dar respuesta la chica desapareció tras el umbral hacia el interior.

— No sabía que era aquí donde harías tu casa.— Zorman, que se había quedado a un par de pasos de la conversación, se acercó a Drako.

— Ah, sí...es que-...Bueno cuando paso lo de mí padre, me ofreció un lugar donde poder vivir. — Una pequeña sonrisa adorno su rostro. — Tal vez lo haga aquí, no me quedara tan lejos de ciertos lugares.

¿Que lugares? Quizo preguntar el inventor, sin embargo, dejo pasar su duda.

— Sabes que puedes contar con mi ayuda para eso ¿No? — Ofreció amable.

— Claro, te avisaré cuando empiece a construir. — Un ruido de cascabel se hizo presente, interrumpiendo la conversación.

Ambos llevaron su mirada hacia la puerta de la casa y vieron a Ari con una serpiente recorriendo uno de sus brazos hasta llegar a sus hombros, con esa imagen, a Zorman se le fue el alma.

— ¿¡Ari!? ¿¡Que haces con eso!? — No se acercó a la rubia por miedo a que su reacción hiciera que el reptil mordiera a la muchacha por su imprudencia.

— ¡Mamahuevito! — Un grito encantado salió por parte de Drako, quien fue al encuentro con Ari. — Aww aquí estás.

El animal fijo su vista en Drako, estirándose hacia él para reptar hasta su cuello en una especie de abrazo, un abrazo muy bizarro a ojos de Zorman.

— Gracias por cuidarla, Ari. — El semi-dios dejaba caricias en las escamas de la serpiente mientras está se seguía enrollando en su cuerpo. — Espero que no haya sido una molestia.

— Oh no! Para nada, ha sido muy entretenido.

Zorman miraba a los dos, intrigado, desconocía la relación que ambos llevaba y tampoco sabía que su hija había estado cuidando de aquel animal en lugar de Drako, parecían llevarse bien.

— Los dejos, chicos, debo ir a terminar unas cosas.— La charla no duró mucho más, hasta que Ari tuvo que darla por concluida. — Los veo al rato!

— Nos vemos Ari! — Drako se despidió, elevando la mano.

— ¡Adiós hija! — La vio regresar el gesto con la mano antes de ingresar a su hogar y encerrarse allí. — Ah...¿Drako? ¿Seguro que estás bien así?

Mamahuevito no había dejado de moverse, terminando por pasar parte de su cuerpo por encima de la cabellera de Drako.

— Sí, no te preocupes, le gusta jugar. — El reptil movía y desordenaba su cabello, cubriendole la visión.

Zorman con cuidado, aunque el temor corriera en su piel, extendió la mano hacia el torso de la serpiente, moviéndolo junto a un poco del flequillo de Drako para destapar su visión.

Drako lo miro en silencio, con profundidad que solo tenía al ver los verdes ajenos, un pequeño rubor llego al rostro de Zorman, que está vez no escatimó en ocultar.

— Si caminas así, te vas a caer.— Pra suerte el científico, no salió ni un solo balbuceo de sus labios, pero con solo ese pequeño detalle derritio a Drako por completo.

Zorman avanzo por delante, sentia que si seguía allí parado sus piernas le fallarían de los nervios hasta hacerle caer.

Drako mantuvo la mirada en su espalda y casi pudo sentir el latir de su propio corazón enamorado, apresurado llego al lado de Zorman para seguir.

— ¿Me acompañas a conseguir algunos materiales? — Mamahuevito por fin había dejado su rostro, posandose solamente en sus hombros.

— Eh...— Sintió la boca reptil topar con su brazo, que intentaba pasar de su amo al científico, pegándolos por su cuerpo. — C-creo que Mamahuevito no me deja otra opción.

El nerviosismo de Zorman por su mascota le hizo soltar una carcajada, cosa que logro relajar al mayor y dejándose abrazar por el animal, caminó rosando brazo y hombro con el más joven con la excusa de la unión que les mantenía.

Aún estaba nervioso y sabía que le debía una respuesta a Drako, pero de a pocos podía soltarse y permitirse sentirse seguro con él.

También era consciente del cambio que había dado el menor, cuando las insinuaciones sexuales disminuyeron en su mayoría, dejando detalles más íntimos que lograban cautivarlo.

Tal vez, y solo tal vez, podría darle la oportunidad a aquel cariño de florecer.

Le iba a dar la oportunidad ambos de poder crecer.

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Disculpa ante todo por la actualización tan lenta y cortita 😔🤙

Ahora en momento spam, para quien guste, habrá otra historia zormako con una dinámica completamente diferente, pueden leer el prólogo en mí perfil, la historia llamada "El príncipe sin rostro".

Sin más que decir espero que hayan disfrutado el capítulo.

1006 palabras 🥀.

Promesa por cumplirWhere stories live. Discover now