011 | SIN RUMBO

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011:
SIN RUMBO

Otra vez esa maldita sensación de ser observada. Removía con los palillos en su plato de comida sin ganas. Su cara era todo un show: ojeras marcadas y ojos hinchados por llorar durante toda la noche. La conversación con Aguni le había dejado pensando. Quizá ese mundo estuviera lleno de muerte y debiera comenzar a verlo como lo que era. Aún así, esa molesta sensación en su pecho la estaba ahogando.

—¿Puedo sentarme?

Kyoko levantó la cabeza hacia el amigo de la familia. No dijo nada, devolvió la atención al plato de fideos. Arisu soltó un suspiro y tomó asiento junto a ella, acomodando su bandeja en la mesa. Pensó en cómo empezar a hablar del tema para afrontarlo juntos, pero no estuvo seguro de cómo hacerlo. Al final, extendió sobre la madera un anillo. La chica lo observó curiosa, y dejó los palillos para tomarlo, despacio.

—¿Qué es esto?

—Karube me lo dio antes de morir —contó. El nombre de su hermano y la palabra morir en la misma oración le generaba náuseas—. Llevaba tiempo ahorrando para comprártelo. Decía que quería agradecerte todo lo que habías hecho por él estos años. Quise dártelo ayer, y antes, pero ha sido complicado.

Tragó saliva en seco, examinando el anillo. Sintió las ganas de llorar de nuevo haciéndose un nudo en ella, pero creyó que ya no le quedaban lágrimas. Cerró el puño entorno al accesorio y dejó caer los párpados para pensar. O para dejar de hacerlo.

—Me prometió que no participaría —recalcó con rencor. Le había traicionado, ¿no era así? Aunque no fue la única traición.

—Lo conoces —Arisu habló, encogiéndose en su asiento. Sentía dentro de sí una pena inmensa. Karube y Chota habían sido todo para él. Dolía dejarles ir—. Quería proteger a Chota de lo que pudiéramos encontrarnos.

—Pero no fue capaz de protegerlo de ti, ¿verdad? —pronunció con asco en el tono de voz. El menor no supo dónde esconder la cabeza. Kyoko se acercó de forma amenazante, para luego susurrarle con odio—: Sabes que él es el que merecía estar aquí. Y lo mataste. Fuiste un niñato egoísta, sabías que no sería capaz de traicionarte y usaste eso a tu favor. Eres un... —la voz le quebró. Un sollozo ocupó su lugar. Tuvo que retroceder, notando su corazón hacerse pequeño—. Eres un amigo de mierda. ¡Sabías que no te traicionaría y tú lo traicionaste a él! —repitió.

El puño cerrado de la joven golpeó con fuerza la mesa de madera. El comedor quedó en silencio, muchos pares de ojos les observaban. Kuina y Chishiya que entraban juntos a la sala por un lado, Aguni y Niragi que comían en su mesa con los otros chicos por otro. El resto tan solo chismeaba. Levantó el mentón para retener el agua que volvía a acumularse en sus lagrimales y soltó una risa sarcástica, aireada. Incrédula. Ya le daba igual la atención.

—No vuelvas a hablarme en lo que te quede de vida aquí. No quiero saber nada de ti. Cuando nos crucemos, no existo. Yo también estoy muerta.

Dicho aquello, salió casi corriendo del comedor. Arisu pestañeaba varias veces seguidas para acabar no llorando frente a toda esa gente desconocida. Mientras Kyoko caminaba hecha una furia por el pasillo, notó unos pasos siguiéndole los talones. No se detuvo ante ellos, e incluso cuando alcanzó su habitación, le dio igual la persona que le observaba a dos metros de distancia.

Trató de meter la llave en la cerradura del pomo, pero del temblor en sus manos, no pudo hacerlo. Golpeó con los nudillos la puerta y gritó con todo el aire que le quedaba en los pulmones. Fueron unos largos segundos donde quebró del todo. Utilizó manos y pies para golpear la madera hasta cansarse, y luego se dejó caer al suelo. Apoyó la espalda en la pared y abrazó sus piernas con fuerza.

hangover ; chishiya shuntaroWhere stories live. Discover now