Capítulo 23

39 2 0
                                    

NATHANAEL


Se me eriza el vello de la nuca cuando una brisa helada surgida de la nada aparece para envolvernos, se me pone la piel de gallina al escuchar esa grave voz que se burla de mi compañera, haciendo que un profundo gruñido retumbe dentro de mí.

Me pongo en guardia moviendo mi cuerpo delante de Jazmin mientras intento protegerla de nuestro enemigo invisible, mi mirada recorre la zona que nos rodea mientras mi nariz busca el olor, puedo sentir que mi lobo esta igual de nervioso, no le gusta que la amenaza parezca indetectable.

—¿De verdad creías que podías traicionarme? — continua la fría voz antes de que una escalofriante carcajada llene la habitación, resonando en las paredes como si estuviera en todas partes a la vez.

—¿Creías que permitiría que te fueras? ¿Después de lo que provocaste? Nunca podrás escapar de mí.

Mi lobo gruñe ante la voz, queriendo acabar con la vida de quien pertenezca dicha voz. La habitación se vuelve insoportablemente caliente a medida que el fuego detrás de nosotros continúa extendiéndose, el aire se vuelve toxico, Jazmin tose y me doy cuenta de que no tenemos mucho tiempo, es humana.

Yo puedo curarme fácilmente de daño de tanta inhalación de humo, pero ella no, me mantengo alerta mientras sigo intentando concentrarme en mi enlace.

Jazmin y yo estamos atrapados dentro, Josua toma un par de hombres y encuentra una salida, el resto de ustedes lleven a los prisioneros a salvo a nuestro territorio antes de que sea demasiado tarde.

—En ello — responde Josua.

De repente, el aire se arremolina a nuestro alrededor antes de formarse un humo negro frente a mí, baja en espiral hasta el suelo como un tornado en miniatura antes de que un vampiro se sitúe frente a mí. Sus ojos son de acero fundido y se iluminan con maldad al encontrase con mi mirada, — ¿Quién diablos eres tú? Gruño.

Sus labios se estiran en una fina sonrisa.

—Yo debería ser quien te pregunte eso perro, aunque supongo que podría darte las gracias, por devolverme lo que es mío.

Mi lobo esta empujando para tener el control, como un rugido estalla a través de mis labios.

—No es tuya.

—Bueno, ciertamente no es tuya ¿Por qué molestarte en proteger un humano débil? ¿Por qué arriesgar tu vida para salvarla? — pregunta antes de alzar una ceja hacia mí.  —¡Oh ya se!
Quieres lo que el alfa Damián no pudo tener, ahora lo entiendo. Ella te pidió que salvaras a sus amigas putas y tu accediste porque quieres su virginidad— añade en tono burlón.

Mi lobo tiene ganas de atacar y odia la forma en que este monstruo esta hablando de su compañera, se que solo quiere provocarme y está funcionando.

—Deja de hablar de ella, no tienes derecho nisiquiera a pensar en ella— digo mientras aprieto los puños con fuerza y me clavo las uñas en las palmas.

—¡Tengo todo el derecho! — grita con una mirada de loco y perdiendo por un momento la fachada de seguridad. —Ahora bien, podemos hacer esto de la manera fácil o de la manera más difícil, tú decides.

— ¡NO!

— ¿Estas tan desesperado por su virginidad y su apretadito coño? Eh, chico lobo ¿No tienes suficiente sexo en casa? ¡Entonces elige a cualquier puta barata que tengas en tu manada o de las que me acabas de robar! ¡ESTA ES MIA! ¡DAMELA! ¡AHORA!

— ¡NUNCA!

Corro hacia el moviéndome en el aire mientras mi ropa se desprende de mi cuerpo, el vampiro se convierte en humo negro una vez mas y yo me deslizo por el suelo en el lugar donde estaba segundo antes, me giro rápidamente para buscarlo y escucho a Jazmin jadear.

El vampiro se encuentra detrás de ella con sus brazos rodeando su esbelto cuerpo mientras sus colmillos se muestran para moderla, mis orejas contra mi pelaje y muestro los dientes con un gruñido amenazante.

La princesa perdida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora