𝐄 M P E R A T R I Z
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⠀⠀"── Tú..¿Piensas que puedes acabarme?
⠀⠀⠀⠀- soltó una fuerte risa- Yo soy la emperatriz,
⠀⠀⠀⠀la madre del Imperio, ¿Quién eres tú?..."
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• 𝐋a princesa imperial...
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¡Crack!
En aquella fría habitación lo único que se oía eran las cosas rompiéndose, y el dueño de tales destrozos estaba en su momento de irracionalidad. Sin pensar y no sentir algo más allá de la ira.
Concubina..
Concubina..
Duquesa Lynch...
Esa.. mujer...
- ¡Maldita hija de puta! - gruñó maldiciendo en un grito, y siguió rompiendo todo hasta calmarse.
"Oh mí amado Claude. ¿Acaso pensaste qué estaba bromeando? Cómo sí fuera alguien de hacer eso, no mentí cuándo dije qué tomaría a alguien para colocarlo en el puesto de concubina o concubino, visitaste nuevamente tú harén antes de ayer, no esperes que sea comprensiva, debes entender que, si algo es mío, es solo mío, y de nadie más." Ella había dicho de forma susurrante contra sus labios, y soltó una risita yendo se de la oficina, claramente no sin antes apretar con fuerza la barbilla del hombre y dejarle las marcas de sus uñas en su cuello.
Bueno, incluso en éste mismo día, debe ser la celebración de casadas de esa mujer, y su emperatriz.
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De pié, ahí, miró a la persona, no Tan desconocida, frente suyo.
- Es todo un magnífico honor ser parte de su harén mí señora.- aquella mujer de cabello negro, bastante alta sacándole una o dos cabezas de por medio, ojos verdes y agudos como los de una serpiente salvaje, el traje que usaba se le moldeaba perfectamente y hacía más atractiva la vista el hecho de qué su cabello esté atado y dejara ver sus mandíbula marcada.
Joder, al parecer no fue mala idea hacer éste pequeño acto de locura. Pensó y miró fríamente a la mujer en frente suyo, aceptando la mano ofrecida y dejando que ésta la bese.
Ella misma llevaba un camisón de seda negro, cómo cada noche, y la mirada de la pelinegra sobre todo su ser, la hacía morderse los labios internamente. Claramente, deseosa.
- Rya ..- susurró sintiendo el caliente aliento de la mujer sobre cuello. Y pronto sintió el beso de ésta en su cuello.
No era la primera vez que tenían encuentros desde que se conocieron, incluso, las vistas de la una a la otra, eran tan calientes que llegaron a tener relaciones de forma salvaje sobre el escritorio de su oficina. Desde que claude se interesó más en su harén, decidió encontrar diversión, metiéndose con la temible y respetada Duquesa Lynch.. Oh Rya..
Recordó cómo arrancaba la tela, cómo una bestia, y a ella, sin importancia y gimiendo como una auténtica loca.
Las manos sobre sus hombros y el giro, la sacaron de sus pensamientos morbosos.
Y tal cómo su primer encuentro, sólo que sin romper ropas de por medio, ésta fue desapareciendo de su cuerpo y el cuerpo ajeno para finalmente pasar una gran noche de lujuria sin remordimientos.
Amaba ser dominada.
Sólo que no por los hombres.
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La Gran Duquesa Lynch, se suma cómo primera concubina, al harén..
