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Desperté, y ahí la encontré, bajo el árbol de luces.
En un vestido negro celestial y vitrinas en los ojos.
Sosteniendo mi tiempo en sus dedos y esculpiendo música en palabras.
La aprecié perfecta, en el sudor delicado del cristal.
Solo podía admirarla.
No sabía que hacer.

...

Quizás me esperaba. Me gustaba pensar eso.
Épocas atrás fue la estación de mis sueños y el refugio en las nevadas.
Era magistral, junto al otoño en su mirada: dibujado en el estigma de un alma marchita, cordial al vacío del tiempo.

Y aún así, entre tanto desastre y nada, lograba sanar mis lágrimas al techo.

...

Quise recitarla.
No en poemas o prosas, sino recitarla.
Estudiar sus puntos inconclusos al cuerpo; sus comas, excitadas entre adjetivos de carne, frailes de su fuego.
Historiar las distancias de poesía entre caricias y versos,
los márgenes y las sangrías en la duda de sus comienzos.
Quise recitarla.
No en poemas o prosas, sino recitarla.

...

Quería decirle que se veía preciosa, como una tarde de diciembre en Saturno, o la guerra perdida del chocolate y sus labios.

Que a las 4:20 leía el último "Te quiero" detrás de su foto, y que el pijama de caramelos y sueños transcritos (lúcidos), aún obsequiaba su perfume.

Que extrañaba su locura y su hábito de quererme (molestarme), y la nieve desnuda del canal en su espalda;
que el tiempo rechazó mis solicitudes de olvido y de las ruinas de aquel Machu Picchu en guerra, brotaron flores sonrojadas y notas de voz cantadas.

...

Quería decir tanto, que ahorqué un abecedario en el silencio.
Tal vez fue el orgullo o el nudo seco en la garganta.
No lo comprendía.
Después de tantas cartas al dolor, y derrumbes y cigarrillos,
seguía arraigada en mi centro, escondida en mi poesía (esperando salir).

...

Quizás la ausencia de una despedida bautizó la eternidad del recuerdo.
O tal vez aquella noche apagada aún saboreaba mi sangre.

Sí... La noche donde las estrellas perforaron el aliento despojado de su sexo .
Sí... Cuando nos perdimos entre latidos, desnaturalizando huesos y carnes a fonemas.
Sí... La noche donde los martes no aspiraron a ser jueves y las calabazas mágicas con varitas, se despidieron de su Cenicienta.

...

Me acerqué a mil pensamientos por segundo.
Los nervios quebraban la costura del tiempo, y mis complejos dormitaban en los bolsillos del pantalón.
Anhelaba tocarla, así como el rocío al cerezo.
Soñaba palpitar su realidad, mi realidad; esbozar el mapa de su cintura; y quizás, bañar mis dedos al oasis de su cabello.

...

Ella ni se movía.
Su paz descansaba en la farola a su lado.
Yo, inexistente en la lejanía. No importaba cuánto caminase.

Evocaba fotos a cada paso oxidado: las funciones incómodas, los picnics de torpezas y galletas, y las lluvias con aroma (sabor) a dos.

Todo ahí, en una cajita forrada en primavera, besada por la nostalgia de un reloj detenido.

...

Un instante y todo se apagó, como la vida: un vacío bien pensado.
Un latido equivocado y de cenizas se hizo.
La oscuridad firmó la renuncia y la nada cosió mis párpados.
Desperté y ahí la encontré, bajo el árbol de luces.

Notas del Autor:
Primero que todo feliz año nuevo para todos los lectores. Hoy les traje algo peculiar dado que tenía unos planes diferentes con este escrito pero decidí publicarlo hoy mismo. Espero que lo disfruten tanto como yo escribiéndolo.
Saludos y gracias por leerme.

Motivos de Sombras Where stories live. Discover now