Las Negativas Del Bailarín

220 46 0
                                    

  Raily removía la sopa rodeada de los niños, de sus risas y comentarios. Edward permanecía sentado en una baja silla colocada en un rincón. Clery a su lado miraba con envidia aquella escena.

—No funcionó con mamá porque había otra persona, ¿verdad? —preguntó Clery de la nada.

—¿Cómo dices?

—Papá, no soy una idiota, ¿sabes? Te lo he visto en la cara cuando el bailarín ha aparecido. Todas esas historias siempre con el mismo protagonista, tu protagonista. Al principio no lo veía, era una niña. Pero ahora todo encaja. Es él.

—¿De qué hablas? —Empezaba a avergonzarse de esa conversación.

—De que estás enamorado del bailarín.

—Chss. —Edward se puso un dedo en la boca pidiendo silencio—. No digas esas cosas.

—Siempre dices que si es verdad no hay que tener miedo a decirlo. No es nada malo.

—¿Tú crees?

—¿Me preguntas si creo que es malo que mi padre esté loco por un bailarín que hace veinticinco años que no ve? Él estuvo antes que mamá y antes que yo. Me encantaría que él estuviera igual de loco por ti.

—Siento decepcionarte, Clery, pero ya me rechazó antes de mamá y de ti.

—Está ciego, ya te lo digo yo.

—Mañana vendremos a pasar el día con Raily y también con Naliel —dijo dando un codazo divertido a su hija provocando que sus mejillas se convirtieran en más que una simples mejillas sonrojadas—. El último día nos pasaremos para despedirnos, pero no puedo prometer que volvamos.

—Está bien. De todas formas hemos venido aquí por mí, pero no imaginaba que te causaría un mal momento.

—¿Estás pasando un mal momento, Edward? —inquirió Raily al ofrecerles un cuenco de sopa a cada uno—. Lo he escuchado sin querer.

—No es nada, tranquila.

—¿Es por, bueno, por eso?

—¿Queréis que me vaya? —preguntó Clery. Ninguno dijo nada, ella se levantó para unirse al resto de los niños. Raily se tensó a su lado con expresión de preocupación.

—Si se debe a que Jacob haya salido antes de comenzar con la cena no...

—No es eso. Mi hija acaba de darse cuenta de todo.

—¿De tu amor por Jacob? —inquirió con cautela—. Quiero decir que si aún...

—Sí.

—¿Sabes que actualmente vive solo con sus hijos? Cuando Uriel tenía tres años perdió a su mujer.

—Algo me había contado. Lo siento por él, de verdad. Pero sigue sin confiar en mí y es normal porque jamás fuimos amigos y hace siglos que no nos vemos.

—Jacob ha sufrido de verdad. Ya no baila, cree que el baile ya no es para él. Se dedica a pescar en el puerto cerca de aquí para llevar comida a sus hijos. Apenas acepta algún plato que preparo para ellos. Son mis sobrinos y él es como un hermano.

—¿Tanto le fastidia que haya venido? Ha salido de la casa de su hermano por mí.

—¿Sabes cómo conoció a Eniel? —Edward negó—. Fue hace diecinueve años. La encontraron en una barca a la deriva llegando a las aguas del puerto. Estaba débil y casi deshidratada. La madre de Jacob se ofreció a cuidarla y durante meses permaneció en su casa. Cuando se recuperó Jacob le pidió matrimonio, estaban locos el uno por el otro. Los oriundos del poblado se negaron porque ella era hija de nativos. Resultó que se había escapado de la casa de los que la adoptaron. Los vecinos creyeron que era una chica peligrosa. Sólo tenía veinte años.

—¿Por qué se fue?

—Al cumplir la mayoría de edad los padres quisieron que se pusiera a trabajar para pagar sus estudios. Empezó con uno a media jornada, pero ellos quisieron más. Ya sabes, que pagara parte de los gastos de la casa. Al final se vio obligada a dejar los estudios y trabajar horas y horas. No pudo hacerse cargo de todo y terminó por huir. Aquí encontró una nueva vida por tercera vez.

—No soy lo suficientemente bueno para él. —Bebió un generoso sorbo para no ser un grosero con ella y lo depositó en la mesa—. Nos vamos en unos días. Me gustaría que Clery pase unas horas aquí, que le enseñes lo mejor de aquí. Y, Raily, quiero mantener el contacto de nuevo contigo.

—Por supuesto.

—Tengo que irme. ¡Clery! —Llamó a su hija del ajetreo de los niños—. Gracias por la hospitalidad.

—No te preocupes, Edward, sois bienvenidos. Ha sido un placer, Clery.

—Para mí también.

  Al salir vio a Jacob hablando con su hijo mayor en una charla que parecía acalorada por parte del chico. Al verlos Jacob guardó silencio, intercambió una mirada con Edward y se alejó con paso rápido.

—Hasta pronto, Naliel.

—Adiós —contestó prendado de la chica frente a él.

De vuelta en aquella casa que permaneció cerrada durante tanto tiempo, el olor del polvo allí cautivo le llevó a un pasado que no terminaba de cerrar. Al igual que Jacob él también conoció una mujer con la que a día de hoy no compartía su vida. El bailarín seguía enamorado de esa mujer, él nunca estuvo realmente enamorado de la madre de su hija. La quiso, pero el bailarín siempre danzaba por su mente.

Sus padres se habían mudado a una ciudad más cálida cuando Clery cumplió diez años. Desde entonces la casa había acumulado polvo y humedad, a pesar de que le propusieron cederle la casa cuando se divorció. Tras una ducha rápida se dejó caer en la cama con una finas sábanas que estaban tan heladas como su interior. Quizá la idea de quedarse la casa no era buena idea, pero no podía darle la espalda a su hogar. Quizá lo consultaría con Clery a la mañana siguiente. Ahora tocaba cazar al sueño.

El Bailarín De Medianoche ¦JacobxEdward¦Where stories live. Discover now