Capítulo 2

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Un sonrojo había aparecido en las mejillas de Hitoshi, sentía que su corazón iba a desprenderse de su pecho y se alejó bruscamente del rubio quien lo miraba extrañado

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Un sonrojo había aparecido en las mejillas de Hitoshi, sentía que su corazón iba a desprenderse de su pecho y se alejó bruscamente del rubio quien lo miraba extrañado.

Carraspeó un par de veces para decir, con una voz totalmente diferente.

—Yo ya te conté mi historia —se inclinó para verlo más de cerca—. Ahora cuéntame tú, ¿por qué estás aquí?

Denki se puso nervioso, bajó la cabeza mientras se tronaba los dedos. Hitoshi se dio cuenta de esto, así que, se disculpó por su pregunta.

—Lo siento Kaminari —dijo con un aire de vergüenza—. No quería incomodarte.

—Oh, no te preocupes.

Otra vez volvió el silencio incomodo. Ambos evitaban mirarse a los ojos, avergonzados.

—Bueno, te voy a confesar algo que no le he dicho a nadie. Te tengo confianza, Hitoshi —Denki respiró profundamente antes de hablar—. Yo no soy huérfano.

Shinso se sorprendió mucho. Entonces, ¿qué hacía en un orfanato? Debía ser una broma seguramente.. 

—Sé que debes tener muchas preguntas ahora. Déjame explicarme —Hitoshi estaba pasmado—. Verás, mis padres son los fundadores del orfanato.

—¡¿Eh?! —Shinso no entendía nada— Entonces, ¿por qué estás aquí?

—Se lo pedí a mis padres.

—¿Por qué?

—Preferiría no tener padres a tener los que tengo.

—¿Por qué dices eso?

—Porque ya no quiero sufrir. No quiero que los domingos lleguen y un hombre desconocido entre a mi habitación para lastimarme y que mis padres no hagan nada.

La voz de Kaminari se había roto, estaba al borde del llanto. Aquellos recuerdos que no eran más que actos llenos de violencia y falta de sentido común, no lo dejaban en paz.

Shinso quería abrazarlo, pero en el fondo aún temía que, al igual que su padre, Denki lo rechazara y le lanzara una mirada llena de repulsión.

Juntó todo el coraje que tenía y rodeó el cuerpo del contrario con sus brazos, uniéndose en un suave y reconfortante abrazo. El rubio apoyó su cabeza en el hombro de Hitoshi, liberando todas esas lágrimas que estaban acumuladas por años.

Después de un rato sin separarse, en silencio, Denki rompió la unión para secarse las lágrimas y disculparse por haber mojado la camiseta de su amigo.

—No te preocupes Kaminari —dijo Shinso amablemente—. Lo que importa es que te pudiste desahogar.

—Gracias.

—¿Te puedo preguntar algo?

—Dime.

—¿Por qué no le dices a algún profesor sobre eso?

—Todos los adultos del orfanato lo saben.

—¿Ah?

—¿Por qué crees que todos los maestros son hombres?

—Oh, pero, ¿y la señorita Haruko?

—Ella es un robot creado por mis padres para que nadie sospeche.

Hitoshi estaba demasiado asombrado con todos los sucesos de ese día.

—¿La policía?

—Primero; ¿quién le haría caso a un niño? Segundo; mis padres son adinerados, pueden comprar a la policía.

—Solo me queda soportar, hasta ser mayor de edad y largarme de una vez, o que alguna familia se interese en mí.

Hitoshi cogió las manos temblorosas del rubio y mientras depositaba un cálido beso en ellas susurró unas palabras.

—Yo nunca te abandonaré Denki —prometió—. Siempre estaremos juntos.

Al darse cuenta del doble sentido que podía tomar esa frase, ambos se sonrojaron. Shinso soltó las manos de Kaminari y, mientras se sobaba la nuca, tartamudeó unas disculpas.

—¿Por qué te disculpas? —Denki sonreía con nerviosismo— No has hecho nada malo.

Después de eso el día transcurrió con normalidad. Los chicos jugaron hasta que el atardecer llegó. La campana sonó anunciando que los huérfanos ya debían ingresar a los dormitorios, no se les permitía estar en el patio hasta más de las seis de la tarde.

Denki se alegró al suponer que Hitoshi iba dormir en el mismo cuarto. Al fin alguien lo protegería de todas esas noches horrorosas.

Ya estaban arreglando las cosas de Shinso en el cuarto. Hitoshi dormiría en la litera de arriba y Denki en la de abajo.

Para su sorpresa, la directora apareció de improviso. Ella tenía las llaves de todos los cuartos, aún así, ambos chicos se asombraron de esto.

—Oh, veo que ya se están acomodando —los dos asintieron sonrientes—. Lastima que tenga que decirles que no pueden compartir el cuarto.

—Pero, señorita, yo estoy durmiendo solo aquí.

—Lo sé Den. Shinso dormirá con Kyo, así que guarden todo.

La madre de Denki salió de la habitación dejando a los chicos boquiabiertos. El rubio se dejó caer sentado en la cama mientras sostenía sus rostro con las manos.

El cuarto se quedó en silencio por un momento. Un silencio que fue roto por el sollozar de Kaminari. Sus lágrimas resbalaban por sus brillantes ojos ámbar, aquellos ojos que siempre estaban encendidos, pero ahora de ellos solo brotaba llanto. El llanto de alguien que a su corta edad había vivido demasiadas cosas. Solo deseaba que esto se termine de una vez. Alguien que ya no quería que aquellos hombres entraran a su cuarto por las noches para lastimarlo.

 Alguien que ya no quería que aquellos hombres entraran a su cuarto por las noches para lastimarlo

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