Delirio de amor

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Los días pasaban tranquilos en el campamento.
Yoongi dedicaba su tiempo a su trabajo como líder de guerra, pasando sus días entre la organización de diversas estrategias de lucha como comunicándose con su segundo al mando, quien seguía en la frontera enfrentando al enemigo. Sabía que debía volver, debía acompañar al Mayor y a sus tropas en la línea de combate. Ya  había descansado demasiado y no podía desligarse de sus responsabilidades. Por otro lado alejarse de Jimin era una tortura para él y para su lobo quien se rehusaba a irse del campamento, puesto que haber pasado una semana junto a su omega había sido lo mejor que le podía pasar y él, en sintonía con su lobo, no podía estar más de acuerdo.
Pensó en que al día siguiente debería partir con un grupo nuevo de soldados y aunque Jimin le había pedido ir con él, no estaba dispuesto a volver a exponerlo en el frente, así que aunque habían tenido alguna pequeña discusión, su decisión era firme y llevaría con él a Jungkook y a Taehyung para que ocuparan el lugar de Seokjin, dejándolo a él encargado de los heridos que llegaban cada día.

Jimin bufó frustrado, no entendía porque Yoongi no lo quería llevar. No fue hasta que el Coronel abrió su corazón y le confesó que moría de miedo al pensar que algo podría sucederle, que entendió el porque de su decisión. Por eso no volvió a insistir y aceptó que debían separarse una vez más.

Aquella noche sería la última que pasarían juntos, al menos hasta que el Coronel pudiera volver nuevamente a sus brazos.










Aquella noche sería la última que pasarían juntos, al menos hasta que el Coronel pudiera volver nuevamente a sus brazos

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Mordió su labio inferior al pensar en qué debía hacer para despedir a su alfa, y aunque habían tenido momentos ardientes entre ellos, la realidad era que nunca habían pasado el límite de caricias acaloradas y besos hambrientos. Pero Jimin sabía que ambos deseaban más, ambos necesitaban sellar de una vez por todas el amor que crecía entre ellos.
Se tomó la tarde para preparar la carpa donde habían estado conviviendo los últimos días. Luego se dio un largo y refrescante baño donde enjabonó y perfumó su cuerpo de la mejor manera posible. Estaba decidido, le demostraría al Coronel Min que si se iba estaba obligado a volver. Debería volver a él y a su cuerpo que lo necesitaba desmedidamente.

Cuando Yoongi entró a la carpa, luego de bañarse y terminar con sus obligaciones, no imaginó encontrarse con todo aquello. Al menos la horrible guerra le había regalado lo más dulce y sensual que podría jamás haber imaginado.
Jimin vestía una simple camisa suya, dejando al descubierto sus inigualables piernas.
Yoongi boqueó en busca de aire y su cuerpo respondió inmediatamente ante la sublime imagen frente a él.
El médico alargó su mano y lo invitó a sentarse frente a la pequeña mesa que había preparado con algo de carne y un poco de vino.
Comieron entre sonrisas, charlas y besos robados, sin dejar de sonreír en ningún momento.
Por supuesto que los besos fueron subiendo de nivel, creando entre ellos una batalla de lenguas donde ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder pero ambos se embriagaban con el poder y deseo del otro.
Las manos acariciaban impiadosas el cuerpo ajeno, llenos de delirio y de lujuria desmedida.
Jimin se había posicionado sobre las piernas del Coronel, mientras que este acariciaba sin tregua la delgada cintura del omega. Los jadeos bajos y los pequeños gemidos que lanzaban a la par hacían del momento el acontecimiento más sublime.

El cantar de las avesWhere stories live. Discover now