𝐓𝐎𝐖 | Oscar es un increíble esposo, un buen padre de familia y un firme creyente. Sin embargo, cuando su nueva vecina aparece por la vereda de enfrente, él no sabe si podrá seguir siendo el mismo hombre.
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03.
"Un juego desalmado"
El horno sonó, alarmando a la mujer de la casa, quien rápidamente corrió para examinar y calificar su obra de arte,como lo describía ella. Esperanzada y más que orgullosa, tomó un guante de tela gruesa de la mesada, abriendo la cubierta del horno para ver el esponjoso bizcocho que sobresalía de su molde metálico; tarareando y cantando algunas partes la canción que tenía de fondo, Alice lo dejó reposar en una mesa para por fin seguir adelante con la preparación de la crema.
— Comment faire pour tuer mes démons? — entonó o hizo el intento de ello, sin vergüenza alguna, ya que no tenía ninguna visita o trabajador en su casa que pudiera juzgarla. Caderas moviéndose libremente, piernas descubiertas por el aleteo de su vestido mientras danzaba por el lugar — Comme un ange en enfer, j'oublie mon nom, eh-eh, eh. Si la magie opère, tous ils tomberont, eh.
¿Cómo mato a mis demonios?
Como un ángel en el infierno, olvido mi nombre, eh-eh, eh
Si la magia funciona, todos caerán, eh
Abriendo la nevera, se percató de un sonido extraño, por un momento se preguntó si podría provenir de la canción, entonces agudizó su oído, dejando de lado la leche de cartón cuando finalmente se dio cuenta de que se trataba de su timbre. No recordaba que había cambiado la tonada de este, se sintió estúpida por eso y se preguntó cuánto tiempo habrían estado esperando por su recibimiento fuera de su puerta.
Caminó con apuro hacia la entrada principal, con las manos palmeando su delantal y a penas consiguiendo deshacerse de la harina pegada en el. Se frustró al pensar que seguramente su apariencia no se veía de lo mejor para visitas inesperadas, de igual manera, se obligó a poner su mejor sonrisa y la falsa máscara de buena vecina para luego abrir la puerta.
Pedro apareció en la entrada con una pequeña cacerola de color verde manzana y un paño blanco que cubría el mango de este. Un gesto amigable difícil de ignorar, pues Alice no pudo evitar reírse genuinamente, complacida por la presencia de su amigo y de lo que había traído para ella. — ¿Es lo que creo que es? — preguntó a lo que él asintió con entusiasmo.
— ¿Vas a dejarme entrar o...? — preguntó vacilón y tras esto, ella se apresuró a darle paso a su cálido hogar.
La música siguió sonando de fondo en la pantalla del televisor por lo que Alice se propuso a bajarle el volumen mientras guiaba al hombre hacia la cocina, disculpándose por el desastre que estaba por presenciar. — Estoy intentando hacer un pastel de cumpleaños a Emily y bueno..., sin querer, se me han caído algunas cosas al piso.
— Oh, mierda — se quejó luego de ver el lugar, esquivando los charcos de harina esparcidos por el suelo, intentando no ensuciar sus zapatos y en consecuencia, dejar huellas en su caminata.
