𝟎𝟒 ࿔゚𝐜𝐡𝐢𝐫𝐨𝐧 𝐈𝐬 𝐅𝐢𝐫𝐞𝐝

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 ・゚ ⋆ ₊ ˚ ⌒ ‧₊𝑸𝒖𝒊𝒓𝒐́𝒏 𝑬𝒔 𝑫𝒆𝒔𝒑𝒆𝒅𝒊𝒅𝒐

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・゚ ⋆ ₊ ˚ ⌒ ‧₊𝑸𝒖𝒊𝒓𝒐́𝒏 𝑬𝒔 𝑫𝒆𝒔𝒑𝒆𝒅𝒊𝒅𝒐.



Mientras Lucy había quedado noqueadal lado de Clarisse —quien no había reparado de su presencia— la batalla continuaba.

Mientras tanto el toro n.° 1 arremetió directamente hacia el y no había modo de apartarse de su camino, ni siquiera a rastras.

—¡Tyson, ayúdalo! —le gritó Annabeth al cíclope.

No muy lejos, cerca ya de la cima, Tyson gimió:

—¡No puedo… pasar!

—¡Yo, Annabeth Chase, te autorizo a entrar en el Campamento Mestizo!

Un trueno pareció sacudir la colina y, de repente, apareció Tyson como propulsado por un cañón.

—¡Percy necesita ayuda! —gritó.

Se interpuso entre el toro y Percy justo cuando el monstruo desataba una lluvia de fuego de proporciones nucleares.

—¡Tyson! —chilló el chico con horror.

La explosión se arremolinó a su alrededor como un tornado rojo. Sólo se veía la silueta oscura de su cuerpo, y el hijo de Poseidón tuvo la horrible certeza de que su amigo acababa de convertirse en un montón de ceniza.

Pero cuando las llamas se extinguieron, Tyson seguía en pie, completamente ileso; ni siquiera sus ropas andrajosas se habían chamuscado. El toro estaba tan sorprendido como Percy, porque antes de que pudiese soltar una segunda ráfaga, Tyson cerró los puños y empezó a darle mamporros en el hocico.

—¡¡Vaca mala!!

Sus puños abrieron un cráter en el morro de bronce y dos pequeñas columnas de fuego empezaron a salirle por las orejas. Tyson lo golpeó otra vez y el bronce se arrugó bajo su puño como si fuese chapa de aluminio. Ahora la cabeza del toro parecía una marioneta vuelta del revés como un guante.

—¡Abajo! —grito Tyson.

El toro se tambaleó y se derrumbó por fin sobre el lomo; sus patas se agitaron en el aire débilmente y su cabeza abollada empezó a humear.

Annabeth se acercó corriendo hacia Percy para ver cómo estaba.

El chico notaba el tobillo como lleno de ácido, pero la rubia le dio de beber un poco de néctar olímpico de su cantimplora y enseguida Percy volvió a sentirme mejor. En el aire se esparcía un olor a chamusquina que procedía de el mismo, porque se le había quemado el vello de los brazos.

—¿Y el otro toro? —preguntó.

Annabeth señaló hacia el pie de la colina. Clarisse se había ocupado de la Vaca Mala n.° 2. Le había atravesado la pata trasera con una lanza de bronce celestial. Ahora, con el hocico medio destrozado y un corte enorme en el flanco, intentaba moverse a cámara lenta y caminaba en círculo como un caballito de carrusel.

Bubbles Of MadnessWhere stories live. Discover now