Ella seguía ordenes, ordenes de una fuerza que predecía el futuro. El Oráculo de Delfos.
Su condena.
A partir de la mañana en la que todo cambio ella se sumergió en un mar de aventuras y peligros recurrentes de muerte. Dejándose llevar por unos oj...
-¡El termo! -grito Percy mientra snos precipitábamos hacia el agua.
-¿Qué? -Annabeth debió de pensar que Perseo había perdido la chaveta, pero seguramente no estaba muy lejos. Ella se aferraba a una de las correas del bote para salvarse el pellejo, con todo el pelo disparado hacia arriba como si fuera un pincel, yo no tuve mucha suerte, porque caí de cara al piso del bote.
Tyson sí lo entendió. Logró abrir su petate y sacar el termo mágico de Hermes sin que se le cayera y, lo que es más, sin caerse él.
Las flechas y jabalinas silbaban a nuestro alrededor dejando un ruido molesto en mi cabeza la cual estaba sufriendo por la muerte de muchas neuronas.
Percy agarró el termo. Según yo, esta no era hora de tomar agua.
-¡Sujetaos bien!
-¡Ya estoy sujeta! -aulló Annabeth.
-¡Más fuerte!
Afirmé los pies bajo el banco hinchable del bote; Tyson nos asió por la camisa a Annabeth, Percy y a mí, y le dio al termo un cuarto de vuelta.
Al instante emitió un chorro de viento que nos propulsó lateralmente y convirtió nuestra caída en picado en un estrepitoso aterrizaje en un ángulo de cuarenta y cinco grados.
El viento parecía reírse mientras salía del termo, como si se alegrara de liberarse por fin. Al impactar con la superficie del agua, rebotamos una vez, otra vez, como una piedra lanzada al ras, y de repente salimos zumbando como en una lancha motora, con el agua rociándonos la cara y sin otra cosa en el horizonte que el mar abierto.
Oí un clamor furioso en el barco, pero ya nos hallábamos fuera del alcance de sus disparos. El Princesa Andrómeda se convirtió enseguida en un barquito de juguete y desapareció.
* * *
Mientras nos deslizábamos a toda velocidad por el agua, Annabeth y Percy intentaron enviarle un mensaje Iris a Quirón mientras yo comía distraídamente un pequeño pedacito de ambrosía para el golpe en la cabeza el cual la rubia se había encargado de vendar, además de paso serviría para el molesto dolor que tenia en el hombro, el cual seguramente era producto de que después de semejante golpe en la cabeza había tropezado con una espada en el suelo y había acabado tendida sobre una mesa de vidrio la cual se hizo añicos.
Pensabamos que era importante explicarle a alguien lo que se proponía Luke, y no sabíamos en quién más confiar.
A aquella velocidad, el bote levantaba una fina cortina de agua y la luz se descomponía en un arco iris al atravesarla: eran las condiciones ideales para enviar un mensaje Iris, aunque la cobertura era bastante mala.
