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│ ┆ ✐; exigencia.
BIANCA SE ENCONTRABA EN EL ASIENTO TRASERO DE LA CAMIONETA. Recién se encontraban en la autopista, saliendo de La Plata. Tenían un par de horas hasta llegar al predio en Ezeiza y, mientras sus dos amigas se echaban una siesta, Bianca terminaba de hacer el reporte del último jugador que le faltaba.
Observó de reojo la hoja en blanco, a excepción del nombre y apellido: Julián Álvarez #??. El chico aún no le habían asignado un número, por lo que lo tenía guardado con signos de pregunta.
Aunque no era el único. Varios jugadores se presentaban en los entrenamientos, a pedido de Scaloni, pero ninguno tenía el lugar asegurado. Aún así, le gustaba ayudarlos a mejorar; incluso si al final del día no eran seleccionados.
—¿Querés galles? —preguntó Bianca, extendiéndole el paquete de galletitas cerrado, a causa del covid.
El hombre dio una rápida mirada sobre su hombro.
—No, no, estoy bien, señorita —negó por cortesía.
La hija del hombre era una fan más de Bianca, y, cuando ésta se enteró de ello, no dudó en poner nervioso a su padre.
—Daleee —insistió sonriendo.
Con las mejillas sonrojadas, extendió la mano hacia atrás, dejando que la castaña colocara el paquete en su mano.
—Gracias —agradeció en voz baja, antes de abrirlo y llevarse una a la boca.
—No, por favor —respondió, regresando su atención a la laptop—. Decime si querés más; que no te de vergüenza.
Sin embargo, el hombre no dijo nada durante el resto del recorrido. Lo único que se oyó en el viaje eran los dedos golpear contra las teclas, silencio y el movimiento de la lapicera contra la hoja. Bianca tenía puesto dos auriculares distintos en ambos oídos; uno para escuchar a los comentaristas narrar el partido y el otro con canciones de Taylor Swift y Emilia Dolce, reproduciéndose aleatoriamente.
Hacía un par de minutos que Juan, el conductor, dejó de oír cualquier tipo de sonido proveniente en el asiento trasero. La camioneta era lo suficientemente grande como para tener a las tres chicas en el asiento trasero, y todo el equipaje con el que cargaban.
Los ojos de Bianca veían con atención el video reproduciéndose en su pantalla. Julián tenía una gran velocidad, iba de una punta a otra con facilidad. Se mandaba alguna que otra caída, solo para hacer goles y se quedaba tirado en el pasto para ver si la pelota entraba o no.
Cuando veía que si fue gol, se levantaba rápidamente del suelo, a tropiezos, y corría para celebrar. En cada sonrisa se notaba la felicidad que le producía hacer un gol, y mucho más al celebrarlo con sus compañeros.
