Capítulo 1

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Advertencia

Este capítulo contiene lenguaje inapropiado, solo para mayores de 18 años.


El trágico día.

Corro sin rumbo fijo por las calles de Los Ángeles con desesperación, gritó por ayuda pero nadie me escucha. Pareciera que todas las personas del mundo se extinguieron, todo está en completa obscuridad. ¡Dios mio, que alguien me ayude! gritaba con clemencia, necesito luz, necesito ayuda.

Cada vez se me hacia mas difícil respirar, el aire estaba pesado y frío, no había forma alguna de salir de ahí, me detengo para tomar aire y es entonces que colapsó. Escucho un ruido proveniente de una ambulancia, eran sirenas. Han venido a ayudarnos.

Los guío hacia donde esta ella, no me importa morir, necesita ser salvada. Los paramédicos me observan y con un movimiento de cabeza me dicen que no pueden hacer nada. ¡Joder! ¡Ella esta viva!

Despierto de golpe, todo ha sido un sueño otra vez, todos los días se repite mi martirio, todos los dias no puedo salvarla.

-¿Otra vez la misma pesadilla?- Me pregunta mi mejor amigo William quien se encuentra en la cama de al lado de nuestra habitación.

-Debí haber sido yo- Contesto con frustración y enojo.

-No digas eso Derek, ni de broma- me mira serio y se vuelve a tumbar en la cama, lo he despertado como todos los días.-Deberías ir a ver a un psicólogo o a esos doctores que te ayudan en estas situaciones, ya han pasado 2 años desde ese dia.

-Nadie puede ayudarme- digo sin gana y me cubro la cara con mis manos, doy un suspiro para luego levantarme de la cama.
Camino hacia el baño, necesito darme una ducha, cada vez que tengo las pesadillas- que es diario- amanezco sofocado y sudado por la agitación, siempre revivo ese día, el día que ella murió y mi alma también.

Su nombre es Rebecca Adams, mi linda y amada Becca, tenía muchos sueños que cumplir pero todo acabó tan velozmente que aún así, después de dos largos años, no puedo asimilar como sucedió todo.

Salgo de la ducha aún pensando en mi chica y veo la hora en mi Rolex, son las 10 am. Es sábado así que no tengo que trabajar, sin embargo debo buscar algo, algo que me haga olvidarme de todo, necesito ese extasis, esa adrenalina que invada mi cuerpo y haga volar mi mente.
Ahora solo soy un recipiente vacío, lo que era antes, mi yo de antes, todo ha quedado atrás.

Hoy hay una pelea clandestina a la cual-obviamente- yo asistiré. Las apuestas son altas, el chico que lleva la delantera es muy conocido y todos están seguros de que él ganará.
En estos eventos siempre hay sangre, golpes, droga, alcohol y mujerzuelas. Eso es lo que yo estoy buscando.

Me vestí como me gusta, una camiseta blanca básica, unos jeans negros y una chamarra negra de cuero. En los pies me puse unos tenis blancos Nike y me peine como de costumbre, mi cabello es un poco largo, no me lo he cortado desde hace dos años, desde que mi novia murió. En fin, así es como me siento cómodo y me gusta vestir.

Tome mi celular, mi cartera y las llaves de mi coche.

-Me voy Will, no sé si regreso hoy así que no me esperes.

-¿Vas a la pelea?- pregunta mientras miraba el televisor de mi departamento.

-Si, ya sabes como son estas cosas, todo se descontrola y uno termina en otra ciudad- contesto de lo más normal.

-Vale D. Solo cuídate mucho y avísame cualquier cosa.

-Ok.- respondo con seriedad y sigo mi camino hacia la pelea.

Salgo en dirección a mi auto, subo en el y conduzco hacia donde tendrá sede el evento, las peleas clandestinas siempre son bien recibidas por el público de L.A. Se debe llegar temprano para tomar sitio puesto que la gente se aglomera muy rápido y uno termina sin lugar.

Llego a una calle abandonada, salgo de mi coche y empiezo a caminar alrededor de 2 cuadras, luego doblo a la derecha en dirección a un callejón oscuro y pestilente, este estaba lleno de bolsas negras basura y de vagabundos.
Es típico caminar por estos lugares cuando se hay una pelea cómo estás.

Después de salir de ese horrible callejón, me encuentro con 5 sujetos, 2 estaban recargados en la pared mientras fumaban marihuana- lo cual es de lo más común- y los otros 3 estaban tomando vodka mientras reían, al notar mi presencia caminaron hacia mi.

-Código- me habla uno de estos hombres, era afroamericano y media como 2 metros.

-M 4 c r 0- deletreó cada letra y cada número.

El sujeto me dejó pasar y yo seguí mi recorrido hasta la ubicación de la pelea, esta se llevaría acabo en una casa abandonada, ahí solo vivían indigentes y drogadictos que buscaban refugio, es el lugar perfecto para esto.
El lugar estaba sumamente lleno, uno se tenía que abrir paso entre la multitud de personas que habían, algunas parejas se están besando y estaban listos para tener acción ahí mismo- lo cual es de lo más común- y otras solo fumaban y se drogaban.

-Vaya amigo, no sabia que vendrías hoy- me saluda Ruffus, un amigo que conocí en uno de estos eventos, es habitual que el asista a lugares así, le gusta la adrenalina y el peligro como a mi. -Te voy a presentar a unas nenas que harán todo lo que tú les pidas- me guiña un ojo mientras pasa su mano alrededor de mi cuello para atraerme y seguir caminando.
Me guía hasta 2 rubias tetonas que con tan solo verlas se que son unas fáciles.
Traían puesto solo dos croptops que dejaban al descubierto sus grandes bubis y un mini short haciendo que su culo se asomara entre ellos.

La pelea dio inicio y todo el mundo se volvió loco, tome a una de las chicas rubias que me había presentado Ru por la cintura. Un tipo pasó vendiendo cerveza y marihuana y compré un par de estas, solo para divertirme un poco.

Todo mundo estaba atento y eufórico por ver quien ganaba, las apuestas eran altísimas, se hablaba de perder mucho dinero pero francamente a mi no me importaba eso, solo quería ver sangre, fumar hierba y follarme a esta rubia.

La pelea terminó y no espere ni 10 minutos cuando tome a la rubia de la mano y la lleve a mi auto para hacerla mía, la bese de pies a cabeza mientras tiraba de sus falsas extensiones, ella no paraba de gemir y eso me excitaba más.
Termine con la mujer y la baje del auto, ya no necesitaba de sus servicios. Necesitaba fumar mi hierba tranquilamente y relajarme un poco así que opté por ir al lago, el lugar de ese fatídico día.
Estaba frente al lago en mi automóvil, miraba por el parabrisas y flashbacks venían a mi mente, la escena, los gritos, los lamentos y las sirenas.

Maldigo ese día, me maldigo a mi mismo.
Ni mil mujeres pueden hacer que me olvide de eso.

Solo necesito paz.

¿Para que volver a amar? (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora