viii. un amor, dos bocas

6.1K 589 145
                                    











𝐀𝐂𝐓 𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄. 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐕𝐈𝐈𝐈
════════════════════
𝐔𝐍 𝐀𝐌𝐎𝐑, 𝐃𝐎𝐒 𝐁𝐎𝐂𝐀𝐒








Esa mañana, Dayami despertó temprano. A pesar de tener la oportunidad de disfrutar más su sueño, se sentía demasiado ansiosa como para quedarse en la tienda junto a Neteyam.

Prefirió dejarlo dormir, sabiendo bien que él también estaba agotado y que necesitaba descansar. Con mucho cuidado salió del lugar y se tomó el atrevimiento de explorar la aldea. El sol ya había salido, por lo que muchos Metkayina ya se encontraban despiertos al igual que ella.

No quería molestar ni incomodar a nadie, así que prefirió esperar a que Neteyam despertara para que pudiera mostrarle todo bien, tal como le había prometido la noche anterior.

Caminó hasta la orilla del mar y se sentó debajo de una de las palmeras, sintiendo como el olor a agua salada inundaba su cerebro y como la tierna brisa chocaba contra su piel.

Cerró sus ojos para disfrutar el sentimiento y pensar en todo lo que había sucedido en los últimos días. En la decisión que había tomado.

Quedarse en el arrecife con Neteyam era todo eso que necesitaba.

—Dayami, ¿verdad?— Una voz grave llama su atención, obligándola a abrir sus ojos y ver al hombre que se encontraba parado junto a ella. La mujer asiente levemente mientras lo ve sentarse a su lado.

¿Qué estaba pasando?

Dayami sabía que lo había visto caminando por el lugar el día que llegó al arrecife, pero ignoraba por completo quien era. Todavía le importaba poco su nombre. Era alto, muy delgado, con el cabello recogido en una coleta alta y tenía un bonito collar del que colgaba un colmillo.

No iba a negarlo, era guapo.

Le regaló una sonrisa coqueta, apoyándose en el tronco de la palma al igual que ella.

—¿Sabes? Vas a necesitar que alguien te enseñe nuestras costumbres ahora que vives con nosotros—. Continúa con ese tono juguetón, consiguiendo que la chica entendiera a lo que quería llegar.

Mentiría si dijera que el hombre que tenía a su lado no era un buen partido. Porque lo era. La manera en la que decía las cosas y se comportaban era suficiente para poner a cualquier na'vi a sus pies. Y Dayami sabía que si Neteyam no  estuviera en su vida, probablemente le seguiría el juego.

Pero Neteyam existía y era suficiente. No importaba cuantos hombres le coquetearan o que tan atractivos fueran, siempre iba a volver a Neteyam. Él era eso que cualquier otro siempre soñó ser.

Era el dueño de su corazón y no necesitaba nada más.

—Neteyam va a enseñarme—. Contesta sin dudarlo un segundo, esperando que entendiera su indirecta y se alejara de ella.

—No creo que él pueda enseñarte todo lo que necesitas saber. Solo lleva un mes aquí—. Sigue utilizando ese tono que comenzaba a molestarle a Dayami.

¿Por qué tenía que insistir tanto?

—Creo que con él será suficiente—. Aonung levanta sus manos en derrota, por fin entendiendo que no debía de insistir más.

𝗜𝗥𝗜𝗦, neteyamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora