Capítulo 03

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R:
Miré a la pequeña niña.
¿Por que alguien cometería el hecho de abandonarla?

Era simplemente hermosa.
Cabello rubio, ojos verdes, labios rosados... ¡Por qué demonios la abandonarían!

Y lo peor es que ya no se qué hacer con ella.

-¿Cuál es tu nombre pequeña?
Me agache a su altura.

Ella me miro algo tímida y susurro:

-Abigail.
Sonreí.

-¡Tenés un hermoso nombre! Pero ahora dime... ¿En dónde fue la última vez que viste a tus padres?

Sus ojos se llenaron de lágrimas.
No, no, no...

-No llores eh... ¿Quieres ir al parque de diversiones?

Ella asintió timida.
Sonreí de lado y la tome entre mis brazos.

-Pues vamos.

Tú:

Me lance a la cama con los brazo abiertos...

-¿Ross tiene una hija?
Un sollozo se escapó de mis labios.

¿Por qué mierda tiene que venir aquí, pelearse con Jo y finalmente resulta que tiene una hija?

Limpie mis lágrimas.
Tal vez por esa razón se olvidó de mi...

¿Con quién tendría esa niña? ¿Cómo fue que paso?

Arg no lo entiendo, debería hablar con Ross... pero eso es lo último que haré.

Suspire profundamente.

Mire mi teléfono, eran las 10:00pm. ¿En dónde estaría Ross en este momento? Seguramente con su... hija.

Me levanté de la cama, me dirigí hacia el baño para lavarme es rostro.

Un minuto.
¿Y si no era la hija de Ross? Jo no sabía absolutamente nada de el, ni su nombre, lo que me extraña es que esté con una pequeña nena...

Habían varias opciones pero ninguna era segura.

Podría ser su sobrina, negué con mi cabeza... Podría trabajar siendo niñero... o... hacerle un favor a una señora y cuidar a su hija.

Pero... ¿En una heladería?
Bufé.

No podría resolver esto sin las explicaciones de Ross.

Me puse un poco de labial sobre los labios y salí del baño.

Daría un paseo... para intentar olvidarme de todo esto.

*

-Estas re buena chiquita.
Me estremecí ante sus palabras e intente caminar más rápido.

Lo que me resultaba imposible debido a los tacones.

-¿A dónde vas chiquita? ¿Acaso tienes miedo?

Me agarro de la muñeca y me jalo fuertemente hacia el.

Mierda
Era un viejo de maso menos unos 50 años no tenía pelo y tenía una cicatriz en el mentón.

Cerré mis ojos.

-No te asustes chiquita.. solo quiero tener un buen momento juntó a ti nena...

Su mano recorría mi muslo de arriba a bajó. Haciéndome temblar de miedo.

-Déjala en paz.

Abrí los ojos.. era Ross, estaba detrás del maldito asqueroso tomado de la mano con una pequeña niña

Las lágrimas invadieron mis ojos.

-¿Y tu quien te crees para mandarme niñito estúpido?

Escupió saliva por un lado de la calle mientras que con su mano me sujetaba.

-Si no la sueltas me veré obligado a dejarte un hematoma en tu feo rostro.

-No creo que te....

Ross le dio un bien golpe al sujeto antes de que pudiera completar la frase, justo en la nariz, dejándolo en el piso.

Suspire algo más calmada.

Aquella rubia miraba todo algo extrañada, y también me miraba a mí. Trague saliva.

-Supongo que gracias...

Susurre penosamente dándome la vuelta pero el me detuvo.

-No dejare que te vayas. Tu y yo tenemos que hablar.

Me estremecí.

-No tenemos nada de que hablar Ross.- Dije extremadamente fría mirando a la nena rubia.

Ross frunció el ceño.

-¿Qué? Joder tenemos muchas cosas de que hablar...

-Ross déjame en paz.. ¿No te vasto con lo que hiciste o dijiste hoy en la cafetería?

Ross suspiro.

-Lo lamento.- Miro mis ojos, me sonroje un poco.

Hace un año que Ross no me miraba de esa manera... tan... ¿Tierna? ¿Romántica?

-Se que me sobrepase y no debí decir eso... solo me afecto mucho que estuvieras de novia con otro chico.- Hizo una mueca.- En verdad lo lamento.

Junte mis labios.
Sus disculpas eran sinceras.
Ross no era asi, excepto cuando esta frustrado o molesto.

Aún así no podía caer en sus encantos, sabía como era Ross y yo estaba con Jo.

-De acuerdo Lynch.

Iba a voltear me pero volvió a detenerme.

-¿Ahora sí podemos hablar?

Suspire.
Volví a mirar a la nena rubia, por más que me negara a admitirlo, era preciosa.

-No.
Conteste abrigando me más a mi misma.

Ross frunció el ceño.

-¿Qué acaso tienes una cita con tu "noviecito"?

Bufé.

-Si, ¿Algún problema? Tu y yo no somos absolutamente nada como para que te pongas de esa forma.

-¿Me amas?

Me pregunto serio.
Tragué saliva.

-No Ross.- Mentí.- Yo ya no siento nada por ti.

Dije con algo de rabia en mis palabras. Ross me miro con sus hermosos ojos mieles, cristalizados.

Suspiro luego de un rato.

-De acuerdo... supongo que fue una mala idea venir a Francia a buscarte luego de todo lo que paso, adiós _______.

Se volteó sin esperar mi respuesta.
Hice su misma acción y camine lento esperando a que volteara o me dijera algo más...

Pero no ocurrió.

La madrastra II | Ross LynchWhere stories live. Discover now