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Xiaoting alejó sus labios de la oreja de Minjeong, provocando que soltara un sonoro exhalo. Luego de lo que le había dicho, le fue imposible no sentir ganas de llorar, pensando en qué debería hacer para que la castaña le devolviera el proyecto.

—Tú... ¿Podrías dármelo? —dijo, aún sabiendo que la chica querría salirse con la suya.

Xiaoting soltó una carcajada tan audible que la hizo temblar.

—Dios, eres tan linda... ¿En serio crees que lo tomé para luego dártelo como si nada? —su mano pasó por un costado de su frente, tomando un mechón de su cabello, enredándolo entre sus dedos índice y medio. Minjeong negó y observó los movimientos de la chica.

Continuaba apresada en la pared, con las manos de Xiaoting tomando sus muñecas, las cuales ahora viajaron por la extensión de su brazo izquierdo hasta llegar a su hombro y detenerse ahí.

—Minjeong... Déjame probarte, por favor —pidió, mirando fijamente sus labios.

—Xiaoting, no —pasó saliva nerviosa—. Ya hemos hablado de esto muchas veces.

—Pero dime por qué. ¿Cuál es el problema?

—Tú... Tú has sido muy mala... Conmigo

—Bonita, sólo quería llamar tu atención —soltó despacio su muñeca, mientras que la otra mano seguía en su hombro.

Minjeong sabía que era eso, se lo había dicho tantas veces. Sin embargo, no era la manera correcta, no era de su gusto ese tipo de "querer llamar su atención".

—S-Si te lo doy, ¿me lo devolverás? —preguntó, refiriéndose al proyecto.

Xiaoting asintió y remojó sus labios en un delicado movimiento. Minjeong se lo planteó, realmente lo hizo. No era tan difícil, era sólo eso.

—Minjeong, es muy simple. No te estoy pidiendo nada más —dijo paseando su pulgar por su mejilla—. Además, hasta donde yo sé, tú no tienes pareja. ¿O me equivoco?

—No... No, tienes razón.

—¿Entonces?

Minjeong estaba siendo tentada por lo fácil que sería. Sólo era un beso, no le costaba nada. Además, Xiaoting se veía tan calmada de repente, ya no la miraba amenazante, había dejado de tenerla contra la pared y había tomado un poco, sólo un poco de distancia.

—Está bien —aceptó luego de pensarlo por algunos segundos más—. Lo haré.

—¿Acabo de escuchar bien? —habló con un poco de burla.

—Voy a arrepentirme —amenazó.

—Cierra tus ojos, nena —pidió con una sonrisa maliciosa formándose en sus bien delineados labios.

Así la llamaba Jimin la mayoría de veces, ese era su apodo. Mierda, ahora se sentía mal. Pero Jimin y ella no tenían ningún tipo de relación, no amorosa al menos, ¿verdad? Suponía que no. De cualquier forma, Jimin nunca se lo había dicho, nunca lo habían hablado.

Cerró sus ojos despacio, dejando que pasara lo que tuviese que pasar. Sólo era un beso.

—¿Minjeong? ¿Estás aquí? —escuchó la puerta de los baños abrirse de golpe.

Una azabache entraba buscando un poco desesperada a Minjeong, encontrándose con la chica que buscaba con su espalda pegada a la pared, mientras que frente a ella estaba una castaña bastante alta.

Minjeong abrió sus ojos tan rápido ante el susto y su corazón empezó a palpitar de manera acelerada dentro de su pecho. Sintió como si le hubiesen lanzado una cubeta de agua fría desde la cabeza para esparcírsele hasta la punta de los pies, lo cual le hizo separarse de la pared y dirigir su mirada hacia Yoo, quien la veía casi pidiendo una explicación.

—¿Y tú eres? —habló Xiaoting, cruzándose de brazos con evidente hastío.

—Soy Jimin, ¿quién eres tú y qué haces con Minjeong? —preguntó de vuelta, arqueando su ceja.

—¿Te importa acaso?

—Sí, de hecho, me importa mucho. Y te pregunté algo —dijo con evidente enojo también.

La castaña rió y se acercó hasta Jimin.

—Me llamo Xiaoting, y si nos disculpas, estábamos en algo muy importante aquí.

—Qué lástima, justo venía por ella. Así que, si me disculpas... —tomó a la más bajita por una de sus manos y tiró un poco de ella—, ya nos vamos.

Karina estaba a punto de salir con Minjeong, pero Xiaoting fue más rápida al tomar a la pelinaranja por su otra mano libre, impidiendo totalmente que ambas avanzaran.

—¿Tu novia? —preguntó arqueando una ceja y volviendo a su mirada amenazante.

—Eso no te importa, suéltala —respondió Jimin.

—Le pregunté a ella —observó a Minjeong, quien estaba en una evidente incomodidad y nerviosismo—. Dime, o me daré cuenta que me estabas mintiendo hace unos minutos.

Minjeong, ansiosa a más no poder, desvió su mirada hacia Jimin, la observó con mucha vergüenza. Xiaoting apretó un poco su agarre y Kim reaccionó.

—No, no lo es —respondió, bajando su rostro.

La castaña sonrió y a la vez soltó una amarga risa.

—Eso creí —soltó su mano e iba a dirigirse a los lavabos de nuevo cuando se dio la vuelta y volvió a hablar—. Oh, y recuerda que aún estamos pendientes —pasó su índice por su mentón en un delicado roce y sonrió.

Jimin ardía en enojo, que en realidad se acercaba a un sentimiento más allá de ello, tenía ganas de estrangular a esa pie grande.

Su cuerpo le pedía a gritos que corriera hacia ella y tirara de su cabello hasta que se quedara calva, y de paso estropearle ese aire de superioridad que llevaba.

¿Quién carajo se creía que era para tocar a su Minjeong?

Sus manos picaban en desesperación por hacerlo todo, sin darse cuenta que estaba lastimando a la chica que tenía tomada por la mano.

—Rina... Ya puedes soltarme —módulo, casi en un susurro.

Jimin pareció volver a la realidad y dejó de apretar su mano, soltando una poco audible disculpa.

Caminaron con distancia hasta el auto de la mayor, quien estaba a punto de estallar. Lo mejor para todos los que pasaban cerca era que ni siquiera la voltearan a ver.

Manejó hasta la residencia de Minjeong, sin siquiera preguntarle a la mencionada. Se estacionó y esperó a que bajara. No quería hablar y desquitarse con ella. No eran nada y no tenía razones para reclamarle nada, simple.

—Rina, escúchame... ¿Puedes? —su voz seguía saliendo temblorosa al igual que su cuerpo. Todavía podía sentir el frío hasta en la punta de sus dedos.

—Minjeong, no. No quiero hablar. Luego —hablaba con pequeñas y cortantes palabras para no soltar todo lo que estaba reteniendo.

—Pero, Jim-

—¡Joder, no! ¡Dije no, Minjeong! —exclamó con desespero hacia la más baja.

Minjeong sintió doler su pecho y las lágrimas amenazaron con salir de sus orbes. Con un suspiro, abrió la puerta del auto para segundos después bajar de el y empezar a caminar hasta su habitación en la residencia.

Todo se estaba volviendo una mierda.

>> Mensaje de Xiaoting
Mañana al salir de clase,
en la biblioteca.

Minjeong >>
Está bien.

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