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—¿Hola? —entró con pasos lentos a la biblioteca que curiosamente se encontraba totalmente vacía—. ¿Xiaoting?

Siguió adentrándose, buscando con la mirada por los pasillos de aquella gran biblioteca. La castaña le había enviado un mensaje en el que decía que ya se encontraba ahí; sin embargo, no la veía por ningún lado, y tampoco contestó a su llamado.

Segundos después de seguir caminando y recorrer hasta una de las últimas filas de la biblioteca, estaba a punto de sacar su celular para llamarle y tal vez así escuchar el sonido de llamada por algún lado, pero alguien tomó con una ligereza tan agradable su cintura, a la vez que le cubría los ojos con la otra mano.

—¿Xiaoting? —volvió a preguntar como hizo cuando entró.

—Correcto —contestó con sus labios rozando su mejilla. Quitó la mano que tapaba sus ojos y giró el cuerpo de la menor hacia su dirección delicadamente, aun con la mano en su cintura—. Honestamente, creí que no vendrías.

—Yo tampoco.

Xiaoting volvió a tomar su mano y la adentró a una de las enormes filas con libros.

—Ven aquí, linda —dijo con la mirada puesta en la surcoreana que sólo sonrió y asintió.

Llegaron hasta el final de la fila, Xiaoting la colocó contra la pared, justo como lo había hecho en los baños el día anterior, y se la quedó mirando, o más bien admirando. No podía creer que aceptara tan fácilmente, y sobre todo, no podía creer que al fin podría al menos besarla, que era lo que tanto deseaba desde que la conoció.

La biblioteca de por sí era un lugar muy, muy callado, pero normalmente habrían varios chicos y chicas buscando libros por todos lados antes de un examen, o simplemente buscando un buen libro para leer. No obstante, debido a que era sábado y solo ciertas personas recibían clases, la biblioteca de la universidad estaba más que abandonada.

Por eso mismo la citó ahí, para evitar interrupciones, y porque ya había comprobado con otras chicas que era seguro.

—Dime, ¿realmente quieres hacerlo o tiene que ver con que tu novia se enojó contigo ayer? —rompió el silencio luego de varios segundos, paseando su mano por lo largo de su cintura.

—Ah, no empieces con eso —no quería responder esa pregunta, pues ni siquiera ella sabía por qué había aceptado—. Solo hagámoslo y ya.

—¿Ahora eres tú la que lo pide? —preguntó en burla, mientras acercaba su rostro al de la colorina.

—Xiaoting, voy a irme si no-

—Está bien, lo dejo —trató de detener a la menor, quien había intentado salir de su encierro—. Es que debo aceptar que me pone mucho cuando actúas seria o te enojas.

Minjeong sintió el calor llegar a sus mejillas, lo cual la llevó a sonrojarse mucho ante las atrevidas palabras de la china, además de que los toques en su cintura lo estaban empeorando.

—Me gustas, Minjeong. Tal vez no te importe porque me has rechazado en varias ocasiones, pero realmente quiero algo contigo, y si esto es lo único que podré obtener al final, intentaré hacerlo bien para grabarlo en mi memoria para siempre.

Fueron sus últimas palabras antes de acercar tan lentamente su rostro al de la pelinaranja, quien empezaba a desesperarse y se sentía mal. Sentía que no estaba haciendo lo correcto.

Sin embargo, al ver a la otra chica tan interesada en ella, tan cercana, sus labios a punto de rozar, su aliento colándose en medio de sus labios, sus cuidadas manos deslizándose por su cintura...

A la mierda todo.

Sus labios al fin se tocaron, y lentamente Xiaoting empezó un tranquilo vaivén con ellos, para luego pedir permiso para que su lengua pudiera acceder al delicado beso.

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