Capítulo 13: ¡¿Ella me da órdenes?!

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Soy una cobarde caprichosa, en estos momentos estoy en el sofá, en mis brazos está Mon dormida sobre mí, su respiración y su aroma invaden mis sentidos, hoy es viernes y al salir del trabajo iremos a un  lugar donde podamos ser nosotras mismas, yo estando con ella, así que me siento ansiosa, pues ella insistió en trabajar y luego jugar, aunque yo preferiría habernos ido desde que salimos de casa de sus padres, buscar una maleta e improvisar, pero ella era sería y trabajadora y la amaba por eso, al igual de que erra irritante. Quería consentirla y ella escogía en qué podría serlo, muy pocas veces accediendo a saltarnos el trabajo, a pesar de ser su jefe. “Cuida de ella por nosotros, y considéranos tus padres desde ahora, honorable dama.” Dijeron los padres de Mon antes de irnos. No pude admitirle a ella que quise llorar al escucharlo, ya que los recuerdos de mis padres son tan viejos como mi vida solitaria. Era una niña pequeña con dos hermanas mayores, ninguno nos preferiría a ninguna, mis hermanas no me odiaban por ser la única alfa después de papá y la abuela, en ese entonces no era tan difícil sonreír o, al menos, las sonrisas no venían con una oscura intensión. No sonrió ahora porque me sienta mal, sino porque me siento bien y feliz. Mon, trato de ser sincera en todo lo que puedo, aun así, no consigo decirlo todo. Te amo, son palabras que siempre escucharás, difícilmente serán las de que tengo miedo, especialmente de la abuela. En el cuerpo frágil de quien me crio al fallecer mis padres, hay una fuerza de la naturaleza difícil de controlar. Siempre fui su nieta consentida, la más querida, eso vino con el precio de mi libertad. No amo a Kirk o a Nita, pero ella me forzaba a escoger, mis hijos tienen que ser de buena familia. Kirk es rico, Nita es como yo, de sangre noble. La pequeña empleada que me puso en mi lugar, me enseñó que ser buena jefa no es despedirlos a todos, o ser mala pretendiendo ser firme. Me aferró a ti, deseando que sea posible una boda y una familia, anhelando tener la fuerza y el poder de proporcionártelo, de protegerte. No quiero dejarte ir, no quiero aceptar que no me van a permitir estar a tu lado. Te quiero, Mon, te quiero mucho. Mi corazón lo dirá todo el tiempo, por mucho que duela, incluso si tengo tanto miedo de decirle a la abuela que tú eres lo que yo quiero. Quiero desaparecer de la realidad, huir contigo y fingir que no necesito a la abuela, que no necesitas a nadie que no sea a mí… Perdóname Mon, soy egoísta y cobarde.
—Khum Sam, ya es de día y nos quedamos dormidas. —Me llamó Mon, sin darme cuenta seguíamos en el sofá acurrucadas. Abro los ojos para encontrarme con su sonrisa resplandeciente. Coloco mi mano tras su nuca y llevo sus labios a los míos, demorándome en un beso. Ella suspiró al separarnos.
—Mon… No quiero ir a trabajar… Quiero irme de viaje ya.
—Khum Sam, sería sospechoso si ambas faltamos al trabajo. Será mejor ir.
—No quiero… Quiero irme lejos a donde pueda acurrucarme contigo por horas.
—Eres una bebé mimada.
“Mímame, consiénteme, abrázame, bésame y elógiame, Mon, que no es tu jefe la que lo pide, tampoco tu novia, es mi lado cobarde que te necesita.” Pensé asintiendo de mala gana y viéndola levantarse de mi cuerpo, su agradable peso desapareció y me sentí vacía, la seguí a la habitación y nos vestimos para ir a trabajar. Extraje una cajita con un par de pulseras y la mostré a Mon dentro del coche, ella las miró y sonrió, dándose cuenta de que eran unas que mencionó que les gustaba. Nos las pusimos mutuamente y mi mundo brilló, muy a pesar de mis inseguridades internas. En la tarde todos en la oficina se fueron a almorzar, mientras ella y yo estábamos comiendo en mi escritorio, terminando trabajo pendiente, así nada nos molestaría en nuestras vacaciones. Un poco de la salsa de la hamburguesa ensució mi labio, hasta llegar cerca de mi barbilla. Antes de limpiarlo con la servilleta, ella lo lamió y me ruboricé.
—Khum Sam, eres muy linda. —Me dijo con esa sonrisa de labios rosas y dejé mi cabeza descansar en su hombro, alegrándome de que ella se sentara a mi lado y no enfrente.  —Estás un poco extraña hoy.
—No es nada, simplemente quiero irme a la isla.
—Tengo que dejar de venir como si siguiera trabajando para ti… Será mi último día contigo como mi jefa.
—No puedes. —Me alejé de ella. —No lo permitiré, no importa cuántas veces lo digas. Venir aquí es mucho más motivador que antes… Quiero verte.
—Me ves en casa y viviremos permanentemente juntas desde hoy. Prometiste que si accedía a eso me dejarías renunciar.
—No importa, no es lo mismo… Te quiero todo el tiempo.
—Khum Sam. —Su voz era como si tratara de razonar con un niño malcriado.
—No quiero… Dame tu renuncia que no la aceptaré.
—Me lo prometiste.
—No importa lo que prometiera, no te quiero lejos de esta oficina. Puedo verte desde mi puerta, llamarte y estar aquí o en cualquier lugar a la hora del almuerzo… NO quiero.
   Me imaginé la oficina sin Mon, los empleados teniéndome miedo de nuevo, yo sentada en algún lugar no muy lejos de la oficina o en mi escritorio, comiendo sola. Ya no estaría Kirk o Nita para que me invitaran a comer en los alrededores, puede que no los amara, pero al menos estaba acompañada. Nunca había amado a alguien, nunca había importado con quien comiera, con Tee, Jim, Kade o incluso con Nita o Kirk, sencillamente había alguien hablándome. Sé que ella no quería ser la empleada mal vista por salir con su jefe, pero no podía evitar sentirme así. No quiero sentirme sola nuevamente. En mi imaginación he caminado el camino que la abuela deseaba para mí, a costa de perder a mis hermanas, luchando por mi empresa y seguir siendo amiga de las demás, pero ahora se abrió un nuevo camino, uno que me lleva a Mon. Es terroso y difícil para caminar, pero veía a Mon extendiendo su mano a la mía, así que la tomé y traté de ser fuerte por las dos. El camino es cada vez más difícil y me pregunto si podremos continuar… Quiero creer que sí.
—Khum Sam, sabes que tengo que hacerlo.
—No puedes irte… Soy tu jefe y siempre lo seré.
—Estás rompiendo tu promesa.
— ¡TE DIJE QUE NO TE DEJARIA IR! —Le grité y ella me miró con sombro y dolor. —Mon… yo…
—Rompiste tu promesa y me gritaste. —Dijo levantándose dolida y enojada, muy, muy enojada, así que intenté seguirla, pero al llegar a la entrada, todos los empleados regresaban de comer y repentinamente Nita estaba subiendo las escaleras, su sonrisa sardónica miró a Mon que obstruía su camino, mi novia la miró, pues ella no sabía que era Nita para mí. Nita me miró ignorando a Mon, yendo directamente a mí, inmediatamente me abrazó y los empleados murmuraron divertidos. No despedir gente era difícil ahora, porque quería hacerlo por sus vitorees burlones. Sujeté la mano de Nita y la obligué a entrar en mi oficina, tratando de no prestar atención a la mirada de preocupación de mi preciosa novia.
— ¿Qué haces aquí?
—Vine porque todavía no puedo creer eso de que no escogerás entre Kirk o yo. La abuela no lo aceptará.
—Yo hablaré con ella.
—Difícilmente, cuando ella dice salta como rana, tú lo haces.
—No sabes de lo que estás hablando, Nita.
—Kirk es un pusilánime, demasiado estúpido y cobarde para tomar las cosas por sus propias manos. Ser omega no te hace ser eso.
—Se nota, porque parece que me amenazas y eres omega.
—No te estoy amenazando, eres mía, siempre lo has sido. Si la abuela te permitía escoger entre él y yo, siendo yo misma lo que la abuela quiere para ti más que Kirk, es porque no quería pelear con su adorada nieta.
—Eres arrogante… Ya tengo una amante y se llama Mon.
—La pequeña hermosa de afuera. ¿Cierto? —No dijo nada, ella seguía mirándome con suficiencia. — ¿No te parece demasiado evidente usar las mismas baratijas que una empleada?
—Cuida la forma en la que hablas de ella.
—No es para ser agresiva, Khum Sam. Es simplemente un comentario inocente… La abuela no te dejará conservar a esa niña.
—Ya dije que me encargaré de la abuela.
—Veremos… De todas formas, ten por seguro de que soy la única que puede estar a la altura de Samanun Anuntrakul. Yo seré la esposa y la madre. 
—Ese es el papel de Mon ahora, Nita.
—Lindo como pretendes ser valiente para cuidarla, pero no lo eres tanto. Te conozco, Sam, también a tu familia… Tus puntos débiles, estoy segura de que es ahora esa pequeña, habrá algo que seguramente tu abuela o alguien más usará de ella para que te des cuenta de que no te conviene.
—No me amenaces. —Advertí y ella nunca perdió la sonrisa.
—Nunca me atrevería a amenazar a la mujer que amo.
—No hables de amor como si supieras lo que es.
   La vi marcharse y apreté el puño, odiando toda la situación. Deseaba con desespero irme de vacaciones con Mon y olvidarlos a todos por unos días. Así que, cuando todos se habían marchado, encontré a Mon bostezando en su escritorio todavía trabajando. Me acerqué y besé su cabeza, antes de poder ir a su mejilla ella me quitó el rostro y no me lo permitió. En la señorita Duanpen ella seguía enfurruñada. Sentirme como perro regañado era un eufemismo para lo mal que me hacía sentir que ella estuviera disgustada conmigo.
—Perdóname por gritarte en la oficina. —Ella no me respondió y tuve que alternar entre la carretera y ella. —Mon, perdóname… Por favor.
—Me gritaste y rompiste tu promesa… ¡¿Y quién era esa mujer?!
   Sonreí al darme cuenta de que estaba celosa. ¿Por qué estoy tan feliz por eso? Mon era como yo en el fondo, sentía celos que dolían y hacían enojar. Estaba disgustada, pero me seguía queriendo y eso era un alivio. Tras llegar a la casa ella salió del coche con pasos rápidos y pesados y me dispuse a perseguirla. 
—Mon, lo siento… No estés más disgustada.
—No quiero hablar contigo.
—Chamcham quiere ser mimada por su Monmon. —Dije intentando llegar a su corazón, pero ella seguía molesta. —Esa mujer es Nita, una de los dos pretendientes que solía tener, le dije que eres a quien amo. —Vi una ínfima sonrisa de satisfacción de sus labios, pero la escondió rápidamente. —Chamcham ama a Monmon.
—Pues Chamcham es una mentirosa.
—Mon. —La abracé por detrás. —No mentí, pero no quiero quedarme en ese lugar sola. —Confesé. —Creí que podría soportarlo si vivíamos juntas, pero no es suficiente… Es muy pronto, déjame hacerme a la idea de que ya no te veré allí y aceptaré tu renuncia… Dame tiempo… Por favor.
—No quiero que hablen mal de ti en la empresa.
—Sé que lo haces por mi bien, pero duele cada vez que estamos separadas.
—Chamcham, ¿Cuánto tenemos antes de que tengamos que irnos?
—Cuatro horas antes de ir al avión privado.
—Bien. —Asintió ella e inmediatamente se giró besándome y empujándome al sofá, comenzando a desvestirme.
—Mon… Mon, espera. ¿Qué? —Jadeé al sentir que me volvía a empujar cuando traté de levantarme y ella me señaló.
—Monmon va a hacer lo que quiera a Chamcham… No te muevas, ahora harás lo que yo te diga. ¿Entendido?... Si me desobedeces, entonces no voy a ninguna parte contigo… Desde ahora hasta el final de las vacaciones yo seré el jefe… Estoy cansada de ser la que se enoje y llore. 
— ¿Tú el jefe?
— ¿Alguna objeción? —Preguntó con una ceja arqueada, no pude salir de mi asombro, cada día más de verdad me volvía su perro, así que negué efusivamente, teniéndole un poco de miedo a Mon. —Buena chica, Chamcham.
   Sus labios se dirigieron a mi garganta, su lengua me daba sensaciones agradables mientras era desnudada, esta vez era Mon la que hacía todo, mientras sus manos y boca jugaban conmigo. Sus besos eran sorprendentemente intensos y su mirada depredadora. ¿Soy su presa? Su boca tomó mi pezón y jadeé echando la cabeza atrás, mantuve su cabeza contra mi pecho, ella mamaba animosamente y yo rascaba su nuca, animándola a seguir. Sus labios vagaron a mi cadera y mordió la piel sobre mi pelvis. Gemí y ella sonrió con picardía, tan hermosa mi Monmon que mi corazón latió con desespero. Besó mis muslos, su lengua lamió mi intimidad, sus dedos buscaron mi entrada inútil. Suspiré en sus envistes y en su lengua solícita, empujé mis caderas en vaivén y mordí mi dedo para no gritar. El placer me golpeó y ella pasó su mano por mi cuello expuesto, raspando después mi clavícula. Su piel se sentía tan bien contra la mía que me sentí ebria de placer. Subió con besos lentos y me besó, tirando de mi labio inferior e introduciendo su lengua en mi boca. Pude llegar a su cuello y ella se mantuvo sobre mí, permitiendo que yo entrara en ella, empujé las caderas arriba y Mon jadeaba alegremente sujetando mi cabeza para dar mordisquitos a su cuello. Al sentir que convulsionábamos, prácticamente su mente conectada a la mía en lo más íntimo, nos besamos más hasta que se deslizó acurrucándose en mí. Tal vez tenía razón en que era mi jefe… Soy débil a ella. ¿Cierto?
Continuará....
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Fanfic de GAP THE SERIE: Mordida de posesiónWhere stories live. Discover now