Capítulo 47

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Anna Roberts

Una mentira.

Un engaño.

Un solo dolor.

Él...

Nicolás...

Aire...

Necesito Aire.

Bajo la ventanilla del auto e intento inhalar todo el aire posible. Abrazo a mi niña con fuerza que se ha quedado dormida en mis brazos  —por suerte ya que no tengo fuerzas suficientes para sus preguntas —dejo que las lágrimas salgan libres y empapen mis mejillas.

¿Cómo lo permití? ¿Cómo permití que se acerque a mi hija y a mi?

Pensar en que solo nos uso hace que se me creé un nudo en la garganta como si de algún modo temiera que esas palabras salgan y mis pensamientos se conviertan en realidad.

Salgo del auto tan pronto llegamos a mi casa, Cleo me quita las llaves y abre.

—Dámela, déjame llevarla a su habitación —me extiende sus manos, le dejo un beso en la coronilla a mi bebé y se la entrego.

Tan pronto las pierdo de vista es como si mis piernas ya no tuvieran fuerza y al fin ceden, me desplomo sintiendo miles de puñaladas en mi pecho, sintiendo mi cuerpo arder y me lo permito, me permito sentirme así.

Porque después ya no lo permitiré más.

Siento los brazos de mi amiga que se sienta conmigo en el suelo y me aferró a ellos llorando con más ahínco.

—Soy una estúpida —balbuceo entre lágrimas.

Cleo me pasa sus manos por mi cabello.

—Shhh, no digas eso...

—Si lo soy —la interrumpo —es que a mi solo me cabe en la cabeza que un hombre como él me querría de verdad.

Niego con la cabeza.

—Eh, no digas eso, tu estas más a la altura de él.

Niego otra vez en sus brazos.

—Es que no se trata de eso —la miro un momento hasta que su reflejo se ve empañado por mis lágrimas —Se trata de que no fue real.

Veo como sus ojos se cristalizan, seguro al verme así, la abrazo otra vez necesitando a mi amiga.

—Amiga yo los he visto a los dos y él se veía como si... quizás necesitas escucharlo, porque tampoco estamos seguras de que lo que dijo esa mujer sea completamente cier...

No la dejo terminar, los pensamientos llegando a mi mente como misiles, en estos momentos casi no escucho a nadie.

—Soy una mala madre...

—Anna... —Ella sujeta mi rostro y aparta algunos cabellos de mi rostro —deja de decir boberías. 

—Es que no lo son... yo permití que se acercara a mi hija... nos uso —Mi voz se quiebra al fin cuando digo en voz alta lo que rondaba por mi cabeza.

Ella me vuelve a abrazar y otra vez me permito llorar, pasamos un rato así hasta que mis gritos se vuelven sollozos y mis ojos se secan.

El sonido estrepitoso de la puerta siendo tocada con desesperación hace que Cleo y yo saltemos por la impresión.

—Debe ser él —susurra Cleo y agradezco que lo haga.

—No quiero hablar con el —No tengo ánimos para eso hoy, además de que sé que no pensaré bien ahora.

Mi Deseo. ©Where stories live. Discover now