Cuatro

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Conter se recostó en su cama, cansado, agotado física y psicológicamente, miró el techo y unas ganas de llorar lo invadieron inevitablemente, no sabía bien por qué, quizás era por todo o quizás era por nada.

Cubrió su rostro con su brazo y se obligó a respirar para calmarse, fueron pocos minutos hasta que escuchó los pasos acercarse y supo que era Spreen sin siquiera verlo.

El oso colocó una mano en su mejilla que lo terminó de quebrar y rompió en llanto.

—Conter... Conter, no llores— murmuró Spreen, se sentó junto a él, sus dedos acariciaron sus mejillas, no pudo borrar sus lágrimas—. Conter, bebé...

—N-No me digas así... Duele que me digas así, ya no soy tu bebé, Rompimos, ¿no?

—Conter, no-

—Spreen... No es correcto que estés así y seas así conmigo, no lo es.

—Conter, ¿Quién dice eso?

—Yo.

—Estas contagiado de la sociedad, uno ya no puede llevarse bien ni cuidar de su examor sin que parezca incorrecto, en cambio el odio y el desinterés son lo que está bien visto... No tiene por qué ser de ese modo, ¿Quién lo dice? ¿No que es malo ser malo? Es una contradicción...

—Spreen... No empieces con tus discursos de la sociedad— pidió el pálido, apartó las manos del azabache y limpió sus lágrimas, se sentó frente a él y mirándolo directamente a los ojos, preguntó con el poco orgullo y valentía que le quedaba—. ¿Por qué sigues aquí?

Spreen se congeló ante la pregunta, no sabía si decirlo, no sabía cómo reaccionaría el albino, su boca se movió sin sentido mientras buscaba palabras y sus ojitos se quedaron mirándolo embobados.

—Porque aún te amo— murmuró finalmente—. Y porque quiero que seas feliz... Quiero darte la compañía y la fuerza que necesites cada vez que algo que falte, para que encontres a alguien más, para que seas feliz y te traten y te amen como se debe, como mereces... Porque sos la persona más buena que hay en el mundo y mereces tanto, Conter, en serio mereces muchísimo, y esto es lo mínimo que puedo hacer aún por vos.

Conter sollozaba bajito, seguía borrando sus lágrimas consecutivamente.

— ¿Sabes que puedes hacer mucho más, Spreen? ¿Sabes que puedes ser tú de nuevo?

Spreen comenzó a negar.

— Te amo— dijo Conter—. Y no creo ser capaz de amar a alguien más que no seas tú, no después de tener algo como lo nuestro.

— Yo no soy quien te puede hacer feliz ahora— dijo el azabache—. Ya no puedo hacer nada por vos, Conter.

Conter negó, aunque por dentro lo sabía, en el fondo, lo sabía.

— Spreen, bésame— pidió el albino, sus manos fueron a las del menor, tomándolas con delicadeza— ¿Puedes?

Spreen dudó un segundo completo, sus ojos se abrieron un poco de más por la sorpresa de aquel pedido, pero terminó acortando las distancias, posando sus labios sobre los de su exnovio, sorprendiéndose al sentir el mismo sabor, el mismo cosquilleo en todo su cuerpo y las mismas mariposas en su estómago, que prendieron vuelo y lo hicieron temblar de emoción.

Se sentía igual que antes, aunque no era como antes, y nunca lo sería.

Lo triste es que ambos lo sabían.

Por eso el beso fue amargo.

Ghost Of You (Spreenter)Where stories live. Discover now