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| Draco Malfoy |

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| Draco Malfoy |


- La cena está lista. - Draco Malfoy llamó desde la puerta a su hijo de 9 años. Esperó pacientemente, pero el niño no salió. - Scorpius.

Draco sabía que debía darle privacidad al pequeño, y que los niños imitaban lo que los padres hacían, así que siempre remarcaba la importancia de, por ejemplo, tocar la puerta y esperar.

Sin embargo, la paciencia de quien fue, en su juventud, el príncipe de Slytherin era limitada así que luego de unos segundos sin respuesta, entró a la habitación. Su corazón se encogió al ver a su hijo, la persona más importante en su vida y que amaba como jamás había amado, acurrucado en su cama con un libro sobre su brazo. Más le dolió saber que no era la primera vez.

- Scorpius. - le dijo nuevamente, quitando el pesado libro de su brazo.

Esta vez, el rubio abrió los ojos.

- Lo siento, ¿ya cenaste? - preguntó pasando su mano por su rostro, Draco se sentó a su lado y acarició su cabello. Odiaba ver a su único hijo así, tan solo.

Él también había sido hijo único, también se había sentido solo. Pero lo que le sucedía a Scorpius era completamente diferente.

Habían pasado 4 años desde que su madre, Astoria, había fallecido. Todos sabían que el que más sufriría sería él, perder a una madre nunca era sencillo, pero a los 5 años, menos. Sin embargo, pensaban que con el paso del tiempo, estaría mejor. Evidentemente, no fue así.

- Aún no, vine a buscarte. - contestó el mayor, dando vuelta el libro para ver qué era lo que estaba leyendo, aunque no era necesario. - ¿Otra vez?

Constelaciones y más decía, su hijo estaba obsesionado. Al principio, le pareció tierno, las constelaciones tenían significado en su familia, después de todo, sus nombres provenían de ellas. Sin embargo, esa ternura se transformó en preocupación. Scorpius no hacía otra cosa.

El verano pasado había ido, gracias Teddy Lupin, el sobrino de Draco, a una especie de colonia de Quidditch no muy lejos de donde vivían. Scorpius parecía emocionado, y una vez que finalizó, había estado todo el año esperándolo nuevamente. Sin embargo, él jamás supo porque, su interés se perdió y la obsesión por las constelaciones volvieron.

- Me gustan. - contestó el niño. - ¿Está la abuela?

- Y tía Andrómeda y...

- ¿Teddy?

- Y Teddy.- Draco afirmó suspirando. El metamorfomago parecía ser el único que lograba sacarle una sonrisa a Scorpius últimamente, algo que lo alegraba pero también llegaba a preocuparle. - Vamos, la comida se enfriará.

El mayor se levantó y lo guió a hacer lo mismo para después esperarlo mientras se ponía sus zapatos.

Se dio cuenta que su camisa, la cual recordaba haberla comprado un talle más grande por equivocación, ya le quedaba justa, a casi nada de quedarle chica.

LYRA | dmWhere stories live. Discover now