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| Draco Malfoy |

La mañana siguiente, el rubio se despertó con un fuerte dolor de cabeza. No recordaba haber tomado tanto, pero sabía que no había dormido lo suficiente.

Aún así, con gran esfuerzo, levantó su brazo para mirar la hora en su reloj: 08:20.

Sabía que no era tarde, teniendo en cuenta que había dormido poco y nada. Sin embargo, jamás se quedaba mucho más en la cama, ni siquiera antes de tener a Scorpius.

Llevó las manos a sus ojos para cubrirse de la luz que entraba por el vidrio de los ventanales. Las imágenes de la noche anterior no tardaron en llegar, y una sonrisa no tardó en aparecer en sus labios. Rápidamente tanteó el lugar a su lado, temiendo que la mujer de la noche anterior siguiera allí, pero casi al instante recordó que jamás fue a su habitación.

Luego de haberla invitado un trago, o mejor dicho, luego de que ella lo haya invitado, consiguió lo que había querido desde que la vio en el baño: irse con ella. Su plan original era llevarla a la habitación más lujosa que su hotel tuviera, incluso seguir bebiendo allí. Sin embargo, la castaña tuvo otra idea y consiguió llevarlo a un hotel barato que Draco aún no entendía cómo ese lugar estaba habilitado. Aún así, había tenido una buena noche, definitivamente mejor de lo que esperaba.

Mientras recordaba todos los momentos de la noche, su mano, casi inconscientemente se deslizó por su abdomen hasta llegar al borde de su ropa interior. Había pasado un largo tiempo desde la última vez que había estado con una mujer.

Si a los 16 años alguien le hubiese dicho que en el futuro estaría más de un año sin tener relaciones, probablemente se habría matado de la risa. Pero, afortunadamente, ya no era ese adolescente.

Sinceramente, no se había dado cuenta del tiempo que había pasado hasta la noche anterior cuando se encontró en la habitación con Lyra LeBlanc que, por primera vez se había dado cuenta de que tan necesaria era la práctica.

Una vez que su mano logró colarse por el elástico de su boxer, soltó un suspiro. Sin embargo, unos pasos fuera de su habitación lo hicieron detener.

- ¿Puedo pasar? - Scorpius preguntó después de golpear la puerta dos veces. Por supuesto, le dijo que si y volvió a frotar sus ojos para despertarse completamente. Antes de que Scorpius pudiera llegar a su lado, se sentó, en un intento disimular más la erección con la que parecía haber despertado.

- Te quedaste dormido. - anunció quedándose parado frente la cama. - Nunca te quedas dormido. - dijo pero ésta vez con una sonrisa. - ¿Fuiste al cumpleaños del tío Theo?

- Si. - asintió. - Te mandó saludos. - Scorpius sonrió. Draco sabia que su hijo adoraba a Nott, siempre que los juntaba se la pasaban hablando de Hogwarts y de la juventud de los amigos, claro que Nott guardaba ciertos detalles que Scorpius aún era joven para saber. - ¿Quieres esperarme abajo para desayunar?

No tuvo que decirlo dos veces, así como su hijo llegó, se fue. Draco no perdió el tiempo y se metió al baño para por fin darse una ducha.

Mientras se limpiaba pudo sentir ardor en algunas partes de la espalda, no pudo evitar sonreír al recordar las uñas de la castaña anoche. Rápidamente se quitó el recuerdo de la cabeza, notando que comenzaba a parecer un idiota, ni siquiera la conocía.

Literalmente en el rato que estuvieron sentados en el bar solo pudo conocer su nombre completo y que trabajaba para Potter. También descubrió que sus labios se veían naturalmente de ese color que tanto le gustó, no era importante pero había estado desde la primera vez que la vio con esa duda.

LYRA | dmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora