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—Bueno, creo que podremos hacer esto ¿Listo?

Gun observó al pequeño Arthit justo frente a él, sosteniendo a uno de los bebés, mientras el otro se encontraba apoyado en su pierna. Los bebés aún gimoteaban, pero milagrosamente ahora estaban calmados, mucho más en comparación con los gritos de antes, y aunque Gun había mencionado el dejarlos así hasta que lleguen Off o Kong, cuando le explicó a Arthit que los pequeños se habían hecho popo en su pañal y eso les molestaba, tuvo que aguantar unos minutos de quejas del minino, diciéndole que si fuera al revés, a ellos no les gustaría tener popo molestándoles el trasero. Así que al final colmó la paciencia de Gun y los cambiarían.

Después de ser convencido, Gun dijo que no tocaría mierda de bebé, sí, esa fueron sus palabras, así que junto a Arthit caminaron hasta la cocina para buscar cosas que les sirvieran y de algún modo evitaran que se ensucien. Gun encontró en uno de los cajones unos guantes de látex nuevos, y le ordenó a Arthit que usara los que ya estaban utilizados y secos al lado del fregadero; también Gun, en su intento por calmar la peste que sabía saldría apenas abrieran esos pañales, caminó fuera de la casa y tomó un par de ganchos pequeños para colgar ropa, entregándole uno al minino de rizos y ordenándole que se lo pudiera en la nariz. Después de eso y que Gun se colocara el delantal de cocina de la madre de Kong, ellos ya estaban listos o eso decía el rubio.

Subieron a la habitación de los pequeños y dejaron a Prae en su cuna, mientras tomaron a Hyo, y ya que no encontraron una superficie sólida, Gun abrió una de las puertas y de esta cayó la base recta para planchar la ropa. Perfecto, pensó él, colocando a la pequeña bebé encima, mientras esta se chupaba el puño y los observaba, con sus ojitos llenos de lágrimas secas y su naricita con mocos caídos.

—Bueno, Arthit, esto es simple, le sacamos esto. —Señaló el pañal una vez le alzaron el pequeño vestido rosa con flores de colores. — Y tenemos que limpiarle el trasero, sino ensuciará el nuevo pañal ¿Entiendes? —El otro minino asintió, pasando su mano por su nariz por milésima vez, el gancho le fastidiaba mucho, además de hacerlo respirar dramáticamente por la boca, pero si Gun lo decía, él lo haría, al final Kong había dejado al rubio a cargo, y Gun le caía bien.

Una vez sacaron el pañal, la bebé movió sus pequeños piecitos, en lo que Gun le entregaba el pañal sucio a Arthit, diciéndole que lo botara en algún tacho de por ahí, y que le trajera ese papel higiénico gigante que había visto en la cocina, Arthit le preguntó por qué no el del baño, si ese era más suave, pero Gun solo contestó que, como era más pequeño, tenía miedo de mancharse con la mierda de la bebé, así que mejor prevenir que lamentar.

Durante el proceso de limpiar a la niña, Gun estuvo obligando a Arthit a ir y venir cada que tiraba el papel sucio, ya que a ninguno se le había ocurrido la idea de una bolsa, hasta que al final le dijo a Arthit que trajera el tacho de basura entero, aunque luego lo hizo devolverlo porque traía el olor de la popo de la bebé, y no es que fuera muy fuerte, pero sus narices estaban más desarrolladas de lo normal, así que para ambos era insoportable, aún con los ganchos tapando sus fosas nasales.
Arthit le hablaba a la pequeña mientras Gun terminaba de ponerle el pañal, y aunque nunca supo si estaba al revés o no, el rubio se sintió orgulloso cuando ya tenía a la pequeña como nueva, con esta estirando su manito, queriendo tocar las rubias orejas en la cabeza del ojiazul.

Gun por un momento iba a acceder, pero bastó que Arthit le dijera un comentario lleno de ternura para que casi tire a la bebé al suelo, entregándosela al otro minino, ordenándole que se lleve a esa cosa que servía únicamente para llorar, comer, dormir y hacer mierdas.

El procedimiento se repitió con el otro bebé, y de algún modo ambos mininos sobrevivieron al mayor caos de todos los que enfrentaban los padres primerizos: Cambiar el pañal.

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Después de la repentina aventura, Gun encontró en la televisión una de las películas que a Off le gustaban y le ordenó a Arthit que la viera con él, pero antes de que esta terminara, otra vez se escucharon los llantos de los dos bebés acostados en la alfombra del suelo, porque sí, decidieron dejarlos en el suelo así los vigilaban, y el piso era cómodo, Arthit muchas veces quiso acostarse sobre esa cálida alfombra de color vino.

— ¿¡Ahora que mierda quieren!? —El casi chillido del rubio se escuchó tan fuerte, que ambos bebés terminaron gritando más entre sus llantos, al parecer a todo lo que daba su voz. Arthit miró con reproche a Gun, pero luego solo gateó hasta quedar junto a los bebés, preguntándoles entre maullidos qué deseaban, aunque para Gun no fue difícil adivinarlo, los pequeños se comían sus manitos entre babeos con sus pocos dientes como si pudieran arrancarlas de sus brazos, así que estaba claro que tenían hambre; ahora la pregunta era si indicarle a Arthit que vayan a buscarles algo de comer o fingir no saber hasta que las neuronas del otro pequeño gatito captaran lo que era obvio.

—Ven, Arthit. —Gun se levantó, suspirando cuando Hulk agarró a Loki y lo estampó contra el suelo como un juguete, esa era su parte favorita, la pelea del final, pero se la estaba perdiendo por un par de mocosos que no sabían ni caminar solos.

Una vez Arthit lo siguió, llegaron hasta la cocina y Gun buscó algo para los bebés, según sabía ellos tomaban solo leche, él prefería mil veces una Coca-Cola, pero le pareció gracioso como, apenas sacó la leche, las orejas de Arthit se menearon e incluso pudo ver sus ojitos brillar ante la caja.

— ¿Te gusta? —Movió la caja hacía un lado y la cabeza de Arthit la siguió, al igual que la mirada, hizo lo mismo hacía otro lado y Arthit continuó, así que, riendo ante su inocencia, Gun se alejó poco a poco, hasta estar cerca de la puerta de entrada a la cocina.

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