Capítulo 4

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Kim Seokjin

Terminé de arreglarme y nos dirigimos en mi coche hasta la casa de Gaeul, que no estaba muy lejos. Al llegar, me quedé indeciso si debía entrar o no.

—Tranquilo, puedes pasar. Mi esposo prácticamente no vive en esta casa —dijo, y me sorprendí por su confesión.

—¿Por qué lo dices? —pregunté.

—Porque solo viene en las mañanas para cambiarse antes de ir al trabajo —explicó con tristeza.

Entré a su casa, la cual era enorme, de dos pisos; en la planta baja está la cocina, el comedor y la sala, mientras que en el piso superior se encuentran los dormitorios.

—Espera aquí —dijo, y me senté en uno de los sillones de la sala.

—Está bien, ve tranquila. Yo te espero —respondí con una sonrisa.

Ella subió y yo me quedé en la sala. Observé a mi alrededor y vi fotografías de Gaeul con su esposo.

En una de las imágenes, estaban abrazados y sonriendo, en otra, disfrutaban de una cita en algún restaurante, luego estaba la foto de la propuesta de matrimonio y, finalmente, una de su boda. En esta última, ella tomaba su brazo mientras él sonreía. Cualquier persona que viera esas fotos pensaría que son una pareja profundamente enamorada.

Iba a volver a poner el portarretratos en su lugar, pero se me resbaló de las manos y se rompió en miles de pedazos.

Ay, soy tan torpe.

Escuché pasos y vi a Gaeul bajando las escaleras, mirándome nerviosa.

—¿Estás herido? —preguntó, revisando si me había lastimado.

—No, lo siento mucho —me disculpé, sintiéndome avergonzado—. Estaba viendo la foto y se me resbaló. Yo...

—Está bien, solo es una foto. Lo importante es que estés bien —dijo, tomando mi rostro en sus manos—. Todo está bien.

No sé por qué, pero sus palabras y su contacto me tranquilizaron, y sentí cómo mi corazón latía.

¿Acaso me gusta?

—Ahora, me iré a cambiar. Si quieres, puedes ver la televisión —me entregó el control.

Lo encendí y vi un programa de competencia de cocina. Vaya, debe de ser estresante. Por eso nunca acepté participar en uno.

—Vamos, tú puedes —animé a uno de los concursantes—. Ay, no logró terminar su platillo.

—Estoy lista —dijo Gaeul, regresando con un vestido rosa que le queda espectacular.

Luce tan hermosa. ¿Cómo su esposo no lo nota? Si fuera mi esposa, no volvería a mirar a ninguna otra mujer.

—Estás muy bonita. Vamos —la elogié, y ella sonrió.

—Gracias. Hace mucho que nadie me lo decía.

Juntos nos dirigimos a la puerta, subimos al auto y yo manejé hasta uno de los restaurantes del cual soy dueño.

Nos sentamos en una de las mesas, y nos entregaron el menú.

—Buenas tardes, jefe. Es bueno verlo aquí de nuevo —dijo Sunoo, uno de mis empleados más jóvenes, y se retiró.

—¿Eres el jefe? —preguntó Gaeul, sorprendida.

—Sí, el jefe de cocina —contesté nervioso.

—Entiendo —respondió. Luego, examinó el menú durante unos minutos.

Después de decidir qué ordenar, me retiré por un momento para supervisar la cocina y asegurarme de que todo estuviera en orden.

—Wow, jefe, con ella no tendrá el mismo problema que con su exnovia —comentó Sunoo, y lo miré sin comprender.

—¿No has visto las noticias? —preguntó Sunoo, y yo negué con la cabeza—. Es la heredera de Industrias Kang.

Me quedé atónito. Su empresa era la segunda más grande, lo sabía porque siempre había sido la rival de la empresa de mi padre.

—Pero está casada con Jungkook, el heredero de la Corporación Jeon, así que ya no tiene oportunidad —explicó.

Ahora entendía. Jungkook la usó para salvar la empresa de su padre. Aunque eso no justificaba que jugará con los sentimientos de Gaeul.

—Gracias, Sunoo, por la información. Sabía que estaba casada, por eso solo somos amigos.

—Está bien, jefe —dijo Sunoo.

—Ahora, todos a trabajar. Quiero que todo salga excelente —anuncié y regresé con Gaeul.

Cuando volví, la encontré revisando su celular mientras reía. Se veía hermosa así. Quería que su sonrisa nunca desapareciera.

—Jin, volviste —dijo, y me senté junto a ella.

—Sí, fui a supervisar para asegurarme de que todo estuviera bien —expliqué, y ella sonrió.

—Gracias. Eres muy dulce conmigo —dijo, y me sonrió.

—¿Estás contenta? ¿Recibiste un mensaje de tu esposo? —pregunté, y ella negó.

—No, estaba hablando con una amiga —explicó—. Jeon solo me escribe para temas de trabajo.

—¿Así le llamas a tu esposo? —pregunté.

—Cuando éramos novios le decía "amor", pero eso se acabó —dijo, suspirando—. Lo extraño mucho.

—¿A él? —pregunté.

—Sí, un poco, pero extraño más ese sentimiento de amar y ser correspondida.

—¿A qué te refieres con eso? —pregunté.

—Me refiero a ese sentimiento de cuando dos personas se enamoran y quieren pasar todo el día juntas.

—Lo entiendo. Siempre he soñado con tomar la mano de mi esposa, ir a casa juntos y acurrucarnos —confesé.

—¿Nunca lo hiciste con tu novia?

—No, ella siempre tenía un pretexto para no quedarse conmigo —revelé, sintiéndome triste.

—Espero de verdad que encuentres a la persona adecuada, no hay chicos como tú, Jin —dijo, y le sonreí.

Mientras hablábamos, de repente nos dimos cuenta de que estábamos tomados de la mano. Ella se sonrojó, y yo sentí cómo mi corazón latía más rápido.

Quizás existe una pequeña posibilidad de que ella empezara a gustarme.

The one ||Jeon Jungkook y Kim Seokjin|| Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang