SEGUNDA PROMESA: Así como sos.

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Para explicar sus ausencias en los entrenamientos, habían inventado que a Julián le surgió una emergencia y que Enzo había viajado para ayudarlo.

Pero, a la mañana siguiente, Julián pegó un grito desde el baño de su casa. Enzo corrió. ¡¿La mentira de la emergencia se había cumplido?! Pensó que se había resbalado en la ducha, que se había cortado con el espejo, que se lo había tragado el inodoro—

Era algo peor. Mucho peor.

Se filtraron las selfies de anoche.

Horrorizados, miraban el celular de Julián donde estaban los fans posando con ellos dos, sus jugadores favoritos, alcoholizados. "Estamos jodidísimos, Juli," murmuró Enzo con un hilo de voz.

Julián seguía tieso, sin parpadear. Atinó a cerrar la puerta. Enzo se quedó parado afuera del baño y, con el eco ahogado por la madera de por medio, escuchó un largo:

"LA PUTA MADREEEEEEEEEEEEEEEEEEE"

Oyó también un suspiro, y varios segundos de silencio; los suficientes como para imaginar todas las formas en las que Julián podía asesinarlo.

Desde dentro del baño, Julián le dijo: "Nos la re mandamos. Somos unos boludos."

Enzo tembló por un impulso, justo como estática recorriendo sus venas. La última vez que tuvo uno de esos, metió un golazo inesperado contra México. Siguió su instinto:

"Yo voy a dar entrevistas."

Silencio.

"No, bueno, Enzo. ¿Qué tenés en la cabeza, culiadazo?"

"Escuchame, si nos hacemos los misteriosos va a ser peor. Hablemos y que quede como anécdota." Luego, agregó: "Esto es mi culpa, yo nos voy a sacar de esta. Ya vas a ver, Ju."

Enzo apoyaba la palma de su mano contra la puerta.
Lo que no sabía era que, del otro lado, Julián estaba haciendo lo mismo.

Para el momento en el que el cordobés juntó el coraje para salir del baño, Enzo ya se había ido.
Solamente volvió a ver su cara horas después, en la televisión.

"¡Estamos en vivo con Enzo Fernández, después de su escandaloso escape del club para salir de fiesta con Julián Álvarez!"

Dentro del estudio de grabación, a Enzo le apretaba la camisa, el micrófono se le resbalaba, las luces lo cegaban, el sillón era muy duro.
Respondía las preguntas como podía, tratando de hacerlas graciosas. Necesitaba que la audiencia simpatice con la situación de Julián y él. Tenía que salvarse. Tenía que salvarlos.

Y, entre preguntas invasivas sobre su amistad, Enzo tuvo un flashback:

Scaloni llamó a Julián a puertas cerradas post-partido. "Enzo no dio ni su 50% hoy. Hacé lo tuyo, Araña," le suplicó. "Sos el único que lo entiende en serio."

"Bueno... Voy a tratar."

Julián se alejó por el pasillo que llevaba hacia la cancha vacía. El 9 en su espalda se encorvó cuando lo sorprendió el impacto de la lluvia. Como una pequeña silueta en medio del pasto, estaba Enzo sentado solo; miraba hacia arriba, donde no había nada más que nubes y más nubes. 

Julián trotó hacia él. Enzo no escuchó las salpicaderas que hacían sus botines al acercarse, ni los gritos que Julián daba para tratar de hacerlo reír, cómo: "¡Enzurri, vení adentro! Si la canción dice que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva."

Julián puso su mano en el hombro de Enzo. El chico se sobresaltó. Giró con los ojos completamente abiertos; Estaba asustado, y Julián nunca lo había visto así. Le dolió el pecho, porque parecía que Enzo temía que su mejor amigo le hiciera daño. Apretó la muñeca de Julián y no lo soltó hasta reconocer su cara entre las cortinas de lluvia.

JÓVENES PROMESAS - enzo & julianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora