TERCERA PROMESA: Nada a nadie.

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Después del escándalo de las selfies, ni ellos sabían cómo habían logrado que Enzo fiche para el City. "Para que no hagas más escapadas, te trajimos justo al lado de Álvarez," había dicho Pep.

Pero, ahora, mientras más convivían, más distante se volvía Julián. Un día se juntaban a tomar mates a la orilla del río y, al otro, Julián ni miraba a Enzo en los entrenamientos.  

Encima, Haaland no soltaba al cordobés. Era una carrera entre él y Enzo para abrazar a Julián cada vez que metía gol. Si no midiera 2 metros, el bonaerense ya lo habría esperado a la salida.

Un día, Enzo estaba sentado en el banco de suplentes, y se le acercó una cabeza rubia desde atrás:

"Hablen." 

"What?" Por dentro, Enzo estaba estallado de la risa con su inglés improvisado.

"You two need to speak to each other."

Enzo pensó: "Qué mierda dice este mono."

Con un español tosco, Haaland le indicó: "Julián y Enzo. Hablen."

"Ahh, eso dice..." Quedándose con la boca abierta al comprender, Enzo asintió sin pensarlo mucho. Hasta que entrecerró los ojos cuando se preguntó: "¿Y este qué se mete?"

El noruego le levantó el pulgar en una expresión amistosa, preguntando con sus cejas alzadas si había entendido. Enzo le mostró el pulgar también, murmurando "yes, yes" y ocultando que, por dentro, estaba soltándole una hilera de puteadas dignas de su Facebook de 2016.

Cuando cayó el sol, y todos se despedían de sus compañeros, Enzo buscó a Julián en la fila de jugadores marchando a la salida. Lo encontró justo delante de la sala de utilería, y le hizo señas para entrar. Confundido, Julián miró a su alrededor y se escabulló dentro del cubículo lleno de botines y pelotas.

Estaba húmedo y vagamente iluminado, los tubos de luz titilaban cada tanto. Era más grande de lo que esperaban, pero estaba lleno de cajas y armarios, lo que los forzaba a estar más pegados de lo considerado cómodo.

Enzo apoyó su espalda contra la pared. "Julián, dice tu amiguito que no nos aguanta."

"¿Eh?" Julián ni había terminado de entrar, estaba todavía con la mitad del cuerpo afuera.

"No sé si vos le enseñaste español, pero Haaland me dijo algo como que vos y yo tenemos que hablar, o se cambia de equipo." Con una sonrisita ladeada, Enzo agregó con maldad: "Yo digo que nos odiemos, así se va y deja de romper las bolas."

En vez de reírse, Julián murmuró algo de "Dios, Erling. ¿Para qué te dije...?" y Enzo no supo si le impactó más que Julián comparta secretos con Haaland, o que le diga «Erling.»

"Bueno, nada." Julián se rascó la nuca, nervioso. "Hay muchas cosas para hablar, pero no sé si estoy... Si estás listo."

Enzo se irguió, dejando de apoyar su peso en el muro, "¿Qué decís? Somos prácticamente hermanos, Julián."

"No vas a entender." Julián tiró la cabeza para atrás agotadamente, reposándola contra un armario con camisetas. "Es de cagón, pero estos días prefiero alejarme yo primero, antes de que me odies vos a mí."

Lo último que quería era incomodar más a su mejor amigo, así que agarró el picaporte y, queriendo abrir la puerta para concluir su charla fallida, Enzo dijo: "Fua, ¿sabés qué, Juli? Hagamos la nuestra. Que el noruego cornudo vaya a joder a otro lado."

"Por lo menos el noruego cornudo me entiende"

Enzo casi se parte el cuello al girar para mirar a Julián.

JÓVENES PROMESAS - enzo & julianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora