CAPÍTULO 13

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CAPÍTULO 13
UNA HISTORIA DE DOS STAN (parte 1)

Stanford Pines tenía un hermano, y no cualquier hermano, un hermano gemelo llamado Stanley Pines. Su padre no era muy creativo y no planeaba tener gemelos, así que los llamó a ambos Stan. Mientras Stanford vivía aventuras y estudiaba las anomalías de un pueblo perdido de Oregon; Stanley igualmente vivía su propia aventura.

Aunque actualmente el par de hermanos no se hablaran, no siempre fue así. Los gemelos Stan solían ser los mejores amigos, ambos soñaban con recorrer el mundo en busca de misterios y aventuras. Nacieron en Playa Vidrios Rotos en el estado de Nueva Jersey, sus padres poseían una tienda de empeños; su padre era un hombre serio, estricto y difícil de impresionar mientras que su madre era una mentirosa vidente telefónica. A medida que iban creciendo, ambos hermanos se hacían cada vez más unidos. Stanley era un chico revoltoso, corría de un lado a otro y no era muy bueno en la escuela, por el contrario, su hermano Stanford, cuyo coeficiente intelectual parecía ser superior al promedio, era más calmado y poseía un extraño gusto por lo sobrenatural, según Stanley, ese gusto se debía a los seis dedos que poseía en cada mano. A pesar de tener personalidades y gustos totalmente diferentes, los gemelos Stan eran el equipo perfecto, solían vagar por la playa en busca de aventuras y misterios por resolver. En uno de sus recorridos, encontraron un bote abandonado al cual bautizaron como el «Stan de Guerra». Los gemelos tampoco tenían muchos amigos, solían ser acosados por unos brabucones que molestaban a Stanford por sus seis dedos y se burlaban de Stanley por ser torpe. No hicieron muchos amigos en la primaria, mucho menos en la secundaria, pero no importaba porque se tenían el uno al otro. En sus ratos libres solían ir a la playa y reparar el «Stan de Guerra» con la promesa de que cuando estuviera listo, ambos se largarían del pueblo y navegarían en busca de tesoros, aventuras y mujeres. Donde uno iba, el otro también, y así fue durante un tiempo, hasta que un día durante la secundaria, ambos fueron llamados a la oficina del director; antes de entrar, la secretaria los detuvo, señaló a Stanley y le dijo:

—Tú no —señaló a Ford—. Él.

Stanley rodó los ojos y se sentó en una de las sillas que se encontraban al lado de la puerta de la oficina. Stanford entró y se sorprendió un poco al ver a sus padres frente al director, con un poco de nervios avanzó y se sentó quedando en medio de sus progenitores. Cuando Ford se sentó, el director habló:

—Bueno, señor Pines, quería hablar con usted con mucha franqueza, ¿puedo?

El imperturbable padre de los gemelos quien se encontraba sentado del lado derecho de Stanford con los brazos cruzados miró firme y seriamente al director.

—Con franqueza es como siempre hablo. —respondió.

—Tiene dos hijos. Uno de ellos es increíblemente dotado, el otro está parado junto a la puerta y se llama Stanley.

Stanford desvió la mirada pensando que su hermano se había metido en problemas. La madre del joven enarcó una ceja y preguntó:

—¿Qué está diciendo?

—¡Digo que su hijo Stanford es un genio! —sacó de su camisa un folleto azul y se lo tendió a Ford quien de inmediato lo tomó—. Sus maestros quedaron fascinados con su experimento de la feria de ciencias. ¿Oyeron de la Técnica de la Costa Oeste? Es la mejor universidad, sus graduados hacen de la ciencia ficción, una ciencia real. El equipo de admisiones vendrá mañana a examinar el experimento de Stanford. Su hijo podría ser un futuro millonario, señor Pines.

Mientras el director hablaba, Stanford y sus padres veían con asombro el folleto. Ford se encontraba feliz de tener la oportunidad de ir a una excelente universidad y sus padres se encontraban fascinados al oír que uno de sus hijos podría ser millonario. El señor Pines con el rostro lleno de asombró dijo:

BIENVENIDO A GRAVITY FALLSWhere stories live. Discover now