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Abril

Por fin. Por fin era mayor de edad. Mi cumpleaños fue tan solo hace una semana, recibí de todo, todo lo que podía desear. Y por parte de Tiago, solo recibí una cosa. Un colgante, con una T de plata de primera ley.

Era tan "inocente" que pensaba que por tener dieciocho años Tiago se iba a fijar en mí o iba a pasar algo, pero obviamente no. Porque esos años de diferencia seguían ahí muy a mi pesar.

Un día vino a casa, y me vino a asustar a mi habitación. Abrió la puerta como si nada. Quería morirme de la vergüenza, porque me estaba masturbando, con un vibrador. Joder... Su cara se volvió un poema. Luego oí sus carcajadas.

-Perdón, vos acaba.

Y volvió a reírse.

-¡CIERRA! -Madre mía, no podría volver a mirar a Tiago de la misma manera. Y espera, ¿de qué coño se reía?

-¿Te ayudo? -lo fulminé con la mirada-. PERDÓN -cerró la puerta.

¡AAAA! No hay peor cosa que te interrumpan al borde del orgasmo. Y al acabar, volví a abrir la puerta. Entro en la cocina. Al rato aparece Tiago apoyado con los brazos en la parte superior del marco de la puerta, estaba realmente sexy con esa postura.

-Déjame pasar.

-No quiero.

-¿Qué quieres?

-Nada, molestar.

-Pues molesta a otra persona, bastante has tenido conmigo.

-Nah, contigo es más divertido -sonríe, provocando que la lunilla que hay tatuada en su mejilla se achique.

-Hay veces que no te aguanto -me apoyo de brazos cruzados en la encimera.

-Una pena. ¿Seguís siendo virgen?

-Sí.

-Interesante -sonríe. ¿Y éste?

-Tiago... ¿Qué quieres?

-¿Recuerdas cuando me dijiste que «querías follarme en cada esquina de la casa»? No lo olvidé.

-Vaale, ¿y?

-Que ese vibrador no es nada comparado conmigo.

-Bueno, por lo menos me da la satisfacción que no tengo.

-Vos las indirectas no, ¿no?

-Me estoy haciendo la tonta, es diferente.

-Pelotuda.

-Vale, ¿me-dejas-pasar?

-N-o.

-Vale, pues aquí nos quedamos.

Me incliné hacía atrás apoyando las manos en la encima dejando mi peso en aquellas.

Él se acercó a mí y me acorraló en la encimera, sus ojos se clavaron en los mios. Joder, mi corazón empezó a bombardear en mi interior de forma desesperada. Estábamos a dos centímetros. Sus labios estaban rozando los míos. ¿En qué momento ha pasado esto? No lo sé. Y cuando sentía que iba a besarme me despierto exaltada. MIERDA. Y estaba... muy excitada. Dios. Quería que de verdad pasase, que me empotrase contra la encimera de la cocina gruñendome al oído que soy suya. Miré el móvil. Son las cinco de la mañana. Ya no me iba a poder dormir. No así. Sudando y excitada. Ojalá pudiera llamarlo, que Tiago viniera a por mí, pasar la noche con él. No iba a hacerlo, seguro que pensaría: esta chica está loca. Además, por lo que sé, no soy su tipo. Me metí en mi baño y me lave la cara con agua fría intentando quitar ese sudor.

Camisa de once balas IOù les histoires vivent. Découvrez maintenant