Escudo de metal ▸South Park Fanfic◂

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"Amigo. Haya lo que haya pasado por tu mente, soy tu amigo y te quiero. Vuelve a casa, Tolkien. La pandilla te extraña. Las juntadas no son lo mismo sin tí, bro."

Escribió Craig en sus redes sociales. Y como es de esperarse, fui la primera en ver aquella publicación.

¿Qué demonios había pasado entre Tolkien y Nichole? Para ese entonces, yo, ingenua, desconocía.

Era una persona tranquila, de esas que entraba y revisaba tu perfil pero no opinaba. Solo por mera curiosidad. Y solía hacerlo, recientemente, con la pandilla de Craig.

Siquiera sé porqué tengo añadido a Craig en mis amigos. Solo, un día, él me envió solicitud (quizá porque compartía club con Stan y le mencionó que soy su hermana) y yo se la acepté. No obstante, jamás hablamos. (siquiera de lo perfecta que parece su relación con Tweek).

Craig: Hey.

¿Qué?

Shelley: Hola.

Vaya, que inesperado.

Craig: Estoy investigando la desaparición de mi amigo Tolkien y la muerte de Clyde. Tú eres amiga de Yvette Donovan, ¿No es así?

Shelley: Ni me la menciones, Tucker.

Craig: Tu hermano y su hermano fallecieron a causa del asesino, ambos mis amigos. Necesito que hables con ella y vengan las dos al almuerzo mañana para hablar conmigo.

Shelley: Niñato, no te la des de detective.

Craig: No me las doy, lo soy. Por algo soy Super Craig. Descuida, Shelley. Tengo experiencia en esto.

Que patético, maldita sea. Un niño de quince años jugando a ser detective, ¿Es en serio?

Ya tengo suficiente con haberme aliado con los tres amigos de mi hermano para que venga un cuarto y encima haciéndose el que puede descubrir solo al asesino, que risa.

— Shelley. — me llamó mi padre. Volteé a él y lo escuché, me sorprendía no verlo borracho — vino un chico.

50 dólares a que es Kevin McCormick.

Bajaba las escaleras con él en mente.

50 dólares, 50 dólares.

Es Kevin, me debes 50 dólares.

— Shell... — me susurró. Estabamos a una distancia de los metros que dividían la última escalera a la planta baja con la entrada de la casa — ¿Puedes salir?

La respuesta no es si puedo, la respuesta es si quiero.

— Sí. — Shelley, que idiota eres.

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Decidimos ir por la calle principal. Íbamos en silencio, a paso lento porque Kevin, al parecer, acostumbra a caminar así.

— Caminas rápido. — comentó él, jocoso.

— ¿Qué te importa? — respondí.

— Hey, Shell. No andes a la defensiva. — volteé a él y lo miré, matándolo con la mirada.

— ¿Qué? — pregunté.

— ¿Ah?

— ¿Qué es lo que quieres de mí? — le volví a preguntar. Kevin tardó unos segundos en comprender y echarse a reír. No dije nada.

— Quiero estar en tu grupo para encontrar al asesino.

— ¿Y si el asesino acabas siendo tú, eh? ¿Qué hago? No puedo aceptar a cualquiera en mi grupo. — le comenté — hasta que no haya un muerto de tu familia o cercano, no te dejaré ingresar.