La escena era desgarradora, con el pobre chico en el suelo, rodeado de compañeros indiferentes a su sufrimiento. La apatía reinaba en el aula, todos temían convertirse en la próxima víctima. Sin embargo, la entrada de Sun-hee cambió el curso de los acontecimientos.
Con determinación, Sun-hee empujó a los agresores y se acercó al chico maltratado.
— ¡Ya déjenlo en paz, idiotas! —exclamó, intentando liberarse del agarre de uno de los chicos.
Do-hyun, uno de los instigadores, se acercó con una sonrisa cínica.
— Me alegro de que estés aquí, Sun-hee.
La respuesta de Sun-hee fue rápida y contundente. Utilizó sus pies para golpear la entrepierna de Do-hyun, haciendo que se quejara y cayera al suelo.
— Púdrete, Do-hyun —declaró Sun-hee, mirándolo con desprecio.
Con un último esfuerzo, Do-hyun se levantó y le propinó una cachetada a Sun-hee, arrojándola al suelo. La violencia continuó, con Do-hyun golpeando a otro chico y luego a Hyun-so, el hermano de Sun-hee, con un palo de madera.
— Tú —señaló Do-hyun a un chico sentado—. Sigues tú.
Aunque el chico vaciló al ver a su amigo malherido, Do-hyun le murmuró algo al oído, incitándolo a unirse a la brutal golpiza. La escena se volvió más intensa con cada golpe, y Sun-hee, impotente, sollozaba mientras veía cómo golpeaban a su hermano.
Finalmente, los agresores cesaron, dejando a Hyun-so casi inmóvil por los golpes. Sun-hee se acercó a él, recostando su cabeza en sus piernas mientras examinaba sus heridas.
— Te espero en la azotea, Sun-hee —anunció Do-hyun, colocándose a un lado de ella con una sonrisa antes de abandonar el aula junto con sus secuaces.
Sun-hee ayudó a su hermano a ponerse de pie y lo llevó hacia la enfermería. Sin embargo, Hyun-so insistió en que no lo llevara allí.
— ¿Eres tonto, Hyun-so? Si no te llevo, morirás desangrado.
— Es mejor que seguir con vida —respondió Hyun-so con una sonrisa forzada, mirando a su hermana.
— No digas eso, Hyun-so. Seré yo quien te golpee si vuelves a decirlo —amenazó Sun-hee.
— Llévame a un baño, yo solo me limpiaré las heridas —pidió Hyun-so.
A regañadientes, su hermana aceptó la solicitud y lo llevó al baño de hombres. Mientras Sun-hee limpiaba las heridas de su hermano, la tensión en el aire era palpable.
— Tenemos que decírselo al director y a nuestros padres —comentó Sun-hee, sin apartar la mirada de las heridas.
— Seguirá si lo hacemos.
— ¡Y aunque no lo hagamos, Hyun-so! —exclamó Sun-hee, deteniéndose abruptamente.
Con las clases concluidas, los hermanos debían regresar a casa, pero Sun-hee se dirigió hacia la azotea como le había pedido Do-Hyun. Hyun-so intentaba persuadir a su hermana para que no fuera, conocía el peligro que se avecinaba, pero ella se negaba, instándole a que se fuera a casa y mintiera a sus padres.
Sun-hee entró en la azotea y se encontró con Do-hyun fumando en solitario. Volteó a ver a su hermano, quien solo negaba con la cabeza, agarrando su mano.
— Voy a estar bien. Vuelve a casa —le plantó un beso en la mejilla y pasó por la puerta, cerrándola en la cara de su hermano y poniéndole seguro para evitar que entrara.
Los gritos de quienes la llamaban resonaban en el aire, pidiéndole que regresara y se fueran juntos a casa.
— Pensé que no ibas a venir —comentó Do-hyun, soltando el cigarro—. Pero me equivoqué —se acercó a la chica, quien desviaba la mirada para evitar verlo—.
— Solo lo hice por mi hermano. Debes dejarlo en paz. Si me entero de que lo volviste a tocar o a alguno de los otros chicos, se lo contaré a la policía —advirtió la chica.
— Me enteré de que tu padre trabaja para el mío —añadió Do-hyun, provocando una sonrisa en Sun-hee—. ¿Quieres que lo despidan? Dudo que a su edad encuentre otro trabajo como el que tiene.
— ¿Siempre fuiste así? ¿Todo este tiempo solo actuabas? —la chica empezó a sollozar.
— Eso ya lo veías venir, ¿verdad? —Do-hyun secó sus lágrimas—. No sé por qué te sorprende. Ya lo sabías, pero decidiste creer en mi mentira. Y yo soy el idiota.
El chico acercó su mano detrás de la cabeza de Sun-hee, acercándola lentamente hasta que sus rostros estaban a centímetros de distancia.
— No eres tan fea, Sun-hee —dijo el chico con una sonrisa burlona, y estampó sus labios contra los de la chica. Al sentir que ella no correspondía, tiró de su cabello, provocando un quejido.
Do-hyun acercó su rostro al de Sun-hee, pero ella resistió sus avances. Sin embargo, la escena cambió cuando la forzó y la besó. Al sentir que ella no correspondía, tiró de su cabello.
— Corresponde, perra —gruñó.
El chico volvió a besarla, y Sun-hee, vencida y llorando, no pudo hacer más que dejarse llevar por la cruel realidad que se desplegaba en la azotea.
NOTA DE LA AUTORA: Hola, soy Paulina, hago esto para decirle que esta historia voy a INTENTAR publicarla cada semana, un capitulo cada semana. No prometo que pase siempre, pero hare mi mayor esfuerzo.
Sin nada mas que decir, les deseo un buen día y que les vaya bien. No se olviden de votar, comentar lo que les haya gustado y si les gustaría, seguirme. ADIOSSS!
Yo creo que cada Lunes o Miércoles les publicare el capitulo de la semana y ya la hora no se las podría decir.