Penas y Alegrías - Enzo x Julián.

Qué lindo cuando una vez.

Las problemáticas escolares eran el pan de cada día en la vida de Julián. De pequeño, había pensado que una vez que creciera se esfumarían, cuán equivocado estuvo.

Emilia no era la única que lo pretendía. Gran parte de las jóvenes de la escuela y de la comunidad, comenzaron a hacerlo en ese año, al ver cómo había crecido.

El hecho de venir de una buena familia ya lo posicionaba como buen candidato, al igual que a Foyth, mas éste último no estaba disponible, pues comenzó a salir con una joven formalmente hace ya casi un año.

Álvarez era una persona muy reservada con los desconocidos, aún más cuando se trataba de mujeres con segundas intenciones. Le desagradaba ese tipo de atención, incluso su madre lo había notado y le aconsejó que fuera más amable, más abierto a las posibilidades, porque ya estaba llegando a una edad en la que tenía que comenzar a ver opciones. En pocas palabras, le dijo que su actitud era infantil.

Siendo así, la solución más apropiada le pareció comenzar a salir con Emilia. Pensándolo bien, no era mala idea, la conocía mucho más que a cualquiera de las otras mujeres. El plan era perfecto, porque no tenía que dar explicaciones a la hora de huir de la atención de las demás jóvenes. De todos modos, no es como si la estuviera cortejando, solo la acompañaba hasta su hogar algunas tardes después de clases y del resto se encargaban las personas que hablaban y desplegaban rumores de que se encontraban en algo.

Esa tarde era una de esas. Se le agotaron las excusas, entonces tuvo que cumplir con su parte al acompañar a Emilia a su casa.

Julián cargaba su bolsa y la de ella en su hombro, caminando por el senderito iluminado por los rayos de luz, plagado de hojas secas y ramas. La muchacha lo tomaba del brazo con ambas manos, como en una especie de abrazo.

Esos minutos trascurrieron en un silencio un tanto tenso, como siempre. La joven fue quien le dio fin una vez que llegaron a la entrada de su finca.

-Estoy esperando que me invites a la reunión de la semana que viene, se me ocurría que podíamos ir juntos -Dijo, separándose lo suficiente de su acompañante para verlo a la cara.

—Ah, está bien... —Contestó él, rascando su cabello rizado levemente. —Te invito — Agregó, ganándose una sonrisa de ella.

Seguido, le entregó la bolsa y ella besó su mejilla. Julián dio media vuelta y emprendió el camino hacia su casa, un tanto fastidiado. Quizá con el tiempo aprendería a querer a Emilia, era una buena muchacha, pero le resultaba exasperante no sentir nada. Se sentía como en piloto automático, como si fuera una marioneta.

Leticia había llegado a esa edad donde comenzaba a hablar sobre el amor, sobre cuentos. Ella profesaba que el amor era como una fuerza, "como un tren que te choca de frente", pero ella era una niña aún. Sin embargo, esas palabras sonaban en sus oídos donde quiera que fuera, cuando se miraba al espejo cada mañana y más aun cuando se paseaba con Emilia.

Fue un alivio llegar a su casa, al pasear por el jardín principal se encontró con Enzo, que al parecer estaba por irse. No obstante, todo rastro de frustración abandonó su cuerpo en cuanto lo vio, pues no fue capaz de pensar en otra cosa que no fueran esos ojos negros.

—Buenas tardes —Saludó el moreno, con una sonrisa de dientes que Julián no tardó en contagiarse.

—Buenas tardes, ¿ya te vas? —Preguntó, acortando un tanto la distancia.

—Así es, pensaba pasar antes a dejarles ésto, pero... —Sacó de un bolsillo un sobre blanco, el cual le tendió. —Es una invitación al casamiento de mi hermana, se casa el sábado dos de junio...

—Ah, felicitaciones —Tomó el sobre con cuidado, teniendo repentinamente la sensación de que si seguía hablando el corazón se le saldría por la boca. Lo atribuyó a la emoción de dicho acontecimiento, claro está. —Por supuesto que iremos —Agregó, sin perder de vista cómo el muchacho sonrió por su acotación.