Capítulo 5.

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Capítulo 5

         

  El desfile.

Me llevan a un lugar llamado: El centro de renovación. El lugar es tan profesional como todo en el Capitolio. Cada tributó tiene su consulta especial y privada. Al abrir la puerta me saltan a la cara dos hombres y una mujer.

—Hola, mucho gusto. —Me saluda ella en un tono bastante amigable. —Me llamó Zella.

La observo y me sorprendo al ver que no está tan decorada como la gente de aquí suele estar. No lleva la piel como Effie o teñida. El cabello lo lleva de un tono rubio miel que parece ser el suyo. Nada de peluca extravagante. Su vestimenta consiste en un vestido de caída vaporosa (color rosa pastel) y unos botines con pinchos. Me mira con sus bonitos ojos que son de un tono violeta y supongo que es la única alteración que tiene eso y el anillo que lleva en la nariz.

Sus compañeros me miran con interés. Uno de ellos el más alto, con la apariencia que cabe esperar de una persona del Capitolio. Labios hinchados, pómulos muy marcados y una barbilla partida (que no deja duda de que la adquirió gracias al bisturí). El otro el más bajito de todos, quedando más abajo al menos unos 10 centímetros de Zella. No parece llevar maquillaje ni ninguna modificación. Eso sumado a que no viste como aquí, lo hace ver tan normal como alguien de mi distrito.

—Dejad la palabrería, Zella querida. Que tenemos mucho que hacer. —Apura el más alto mientras tira de mí.

—No seas brusco con la chica. —Le advierte el más bajito su voz es una profunda que contrasta con su apariencia.

Zella camina rápido mientras sonríe. —Dos contra uno.

—Esta bien pero debéis ser veloces, porque el tiempo es oro. —Me suelta y se cruza de brazos.

—Como decía yo soy Zella. —Señala a el más alto. —Esa persona malhumorada se llama Alex.

Alex se lleva la mano a la cintura. —Envídiame, ya quisieras esté Style. —Lo dice de broma claramente y eso me hace reír porque es demasiado afeminado.

—Muero por su estilo. —Dice ella de forma sarcástica y después señala a el más bajito. —El es Francis. Tiene mucho talento y es de las mejores personas que he conocido. —Cuando lo dice sus ojos se iluminan y su sonrisa se maximiza.

—Mucho gusto. —Me dice el.

—Mucha cháchara, tenemos que entregar resultados pronto. Os recuerdo que Portia  ha pedido tenerla perfecta.

Me piden que me quite la ropa y me dan una bata. Los escucho hablar. Me quito el brasier. Los nervios me comen. Nadie me ha visto desnuda. Después de que mí hermano intentara abusar de mi, he sido más precavida con mí cuerpo. Mí hermano no logró su cometido, pero si me toqueteo los pechos y mí entre pierna. Me da escalofrío. Fue bastante asqueroso. Desde entonces detesto mis pechos y para mí desgracia crecieron todavía más. Me hubiera gustado ser plana, eso me ahorraría tantos problemas. Me quito la braga y me pongo la bata. Salgo y ellos me hacen señas para que me apresure. Solo es trabajo para ellos. A ellos no les importa en lo más mínimo mí desnudez. Tomó la fina tela que cubre mí cuerpo y tiro de ella. El frío me acaricia la piel. Me siento tan vulnerable. Ellos me miran con un ojo analítico. Ninguna mirada obscena, puedo respirar con paz. Zella se acerca primero y evalúa mí piel. El segundo es Álex que evalúa la medida de mis pechos, hombros y caderas. Alex me toma de la mano observando mis uñas. Los observo y me parecen esas máquinas, que envía el presidente para que ayude en la cosecha para recolectar datos.

Histoire Everlark Inversée.  Where stories live. Discover now