Capítulo 9.

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Arrepentimientos y decisiones.

Harry P.O.V.

Nunca hubiera imaginado que Draco Malfoy iba a ser capaz algún día de sacrificarse por alguien que no fuera él mismo, y ojalá no lo hubiera hecho. No tenía nada que ver que Draco y yo todavía no éramos muy amigos, y no es que hubiera preferido que a Cho le pasara algo. Es simplemente que no podía soportar ver a todos tan preocupados por Draco y a él desangrándose. Lo dejaron durmiendo en el sillón de la sala. Hermione y Tonks se rehusaron a dejarlo sólo, y de tanto llorar creo que se agotaron y se quedaron dormidas a los pies del sillón. Les puse una cobija encima mientras salía de La Madriguera.

No podía quedarme ahí. Todo esto había sido un error desde el principio. Mis padres murieron salvándome de Voldemort cuando era bebé y ni siquiera los conocí, muchos miembros de la Orden habían sido asesinados por mostrarme su apoyo, entre ellos Ojoloco, Sirius murió porque yo fui lo suficientemente estúpido como para caer en la trampa de Voldemort, Cedric murió sólo porque insistí en que tomáramos esa estúpida copa juntos, ni siquiera pude moverme para ayudar a Dumbledore en la Torre de Astronomía, y ahora Draco... ¿cuántos más? ¿cuántos más tenían que morir por El Niño Que Vivió?

Con esa idea en mi mente empecé a caminar lejos de La Madriguera. Pensé en aparecerme en alguna calle muggle de Londres, o en el Callejón Diagon. Pero luego descarté ambas ideas. Si me aparecía en el Callejón Diagon, probablemente los mortífagos me estarían esperando. Si me aparecía en una calle muggle, quizás alguien me viera, y como también era un terrorista buscado en el mundo muggle, no era buena idea tampoco. De hecho, pensé mientras sacaba la varita para llamar a mi Saeta de Fuego, ni siquiera sabía aparecerme, algo que hablaba muy mal de mi educación mágica, más teniendo en cuenta mis planes para el futuro cercano.

De pronto, escuché pasos tras de mí. No me detuve a ver quien era, no me importaba, no me iban a convencer.

-¿Vas a algún lado?

La voz de mi mejor amigo me obligó a detenerme. Me volteé. Incluso en la oscuridad, el distintivo cabello pelirrojo y las pecas de Ron Weasley se alcanzaban a distinguir a la luz de la luna.

-No quiero que muera nadie. No por mí-me volví a dar la vuelta y seguí caminando-no lo hagas, Harry, no seas estúpido, no lo escuches. Lo que sea que te diga ¡no lo escuches!

-¿Por ti?-Ron me alcanzó y me detuvo-¿Crees que mataron a todos esos miembros de la Orden por ti? ¿Crees que hirieron al hurón por ti? Podrás ser El Elegido, amigo. Pero esto es mucho más grande que tú. Siempre ha sido más grande.

Me detuve y me volteé a verlo nuevamente. Odiaba admitirlo, pero tenía razón. Por más que quisiera que no fuera así, necesitaría ayuda.

-Ven conmigo.

-¿Sin Hermione? ¿Sin el hurón oxigenado? ¿Sin los miembros del Ejército de Dumbledore? No sobreviviríamos ni un día sin ayuda de ninguno de ellos-logré ver que Ron esbozaba una mueca-no le digas al hurón que dije eso. Además, ya pronto es la boda de Bill...

-No me interesa ninguna boda. Lo siento, no es nada contra Bill ni Fleur. Es sólo que debo seguir buscando los horrocruxes. Sólo así podremos vencerlo ¡y cuanto más tiempo estemos aquí, más fuerte se hará!

-Esta no es la noche. Estamos vulnerables luego de ese ataque. Sólo le haríamos un favor.

Ron me miraba suplicante. No sé en qué estaba pensando cuando retrocedí sobre mis pasos y regresé a la casa.

-¿Crees que él lo sepa?-me preguntó Ron mientras caminábamos de vuelta-Es decir, los horrocruxes son parte de él, parte de su alma... cuando Dumbledore destruyó el anillo... y tú destruiste el diario de Tom Riddle... lo que quiero decir es que, ambos destruyeron partes de él. Y si matamos los otros horrocruxes, lo matamos a él. ¿Pero dónde están? ¿Por dónde empezamos?

Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Amor y Redención.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora