20 | El día de la boda

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Planeamos la boda.

Toni y su madre organizaron casi todo, y recuerdo la molestia de Virginia al acompañarme a probarme vestidos de novia. Ni siquiera entonces su madre nos dejaba en paz, porque sería la familia de Toni la que pagaría todo. Lloré de camino a casa en el viaje en coche después de la tercera prueba de vestido; yo quería un vestido con mangas largas y transparentes mientras que la madre de Toni decía que el estilo de él era un top en forma de corazón.

—¿Se supone que tiene que ser todo como ella diga? —espetó en el auto, enojada—. Deberíamos cambiar la fecha de prueba y presentarnos solo nosotras.

También lloraba por las noches. Pasaríamos la luna de miel con la familia de Toni, además de que él me había sugerido quedarnos a vivir en casa de mi suegra.

—No puedo dejar a mi madre sola —decía todo el tiempo.

Además, me aterraba la idea de la noche de bodas. Toni llevaba cuatro años tratando de adelantar esa noche, porque no quería esperar hasta la boda, pero yo había conseguido evadir cada ocasión.

Recuerdo una noche, mientras cenaba en la isla de la cocina y Virginia vaciaba el lavaplatos, que solté la cuchara en el cuenco, casi a punto de finalizar mi sopa de pollo, y sin valor para mirarlos, musité:

—¿Qué tengo que hacer en la noche de bodas?

Damon, que estaba enjuagando los platos, me miró. Virginia empujó la bandeja superior del lavaplatos.

—Nada —soltó como si fuera obvio—. Lo que surja está bien.

—Pero no creo que Toni quiera dormir —protesté.

Virginia despegó los labios para contestar, pero Damon se adelantó casi por reflejo:

—Si te toca, lo mato.

Y mi madre, que normalmente le pedía que no matase a nadie, tardó un momento en darse cuenta de que no era buena idea.

—El significado de matar podría variar —añadió.

Elyssa me ayudó a maquillarme y peinarme el día de la boda. Habíamos tardado tanto en planearla que, tres meses antes de que nos casáramos, Linda regresó de Gales y mi hermano le pidió matrimonio.

Colton asistió a su graduación en Gales y regresaron juntos; era un día lluvioso de mayo cuando llegaron a Londres, así que decidieron pedir comida a través del auto-servicio y tener una cita en su coche, comiendo burritos enormes.

Esa misma noche, Colton manejó hasta el taller mecánico donde trabajaba, pues rentaba un apartamento justo encima del local, y abrió el garaje. Una vez resguardados bajo el techo, Colton esperó a que Linda se hubiese bajado del coche y dado la vuelta para encontrarlo con un anillo para ella.

Tal vez no era la escena más romántica por la lluvia, el taller y el olor a llantas y a aceite, pero era el estilo de Colton y Linda. Ella lloró y yo casi me muero de envidia cuando escuché la historia.

Linda y Elyssa serían mis damas de honor. Toni había elegido a Colton y a Christian, el más guapo de sus amigos, al cual yo no veía desde la secundaria.

Habíamos reservado un lugar de eventos para el dos de septiembre, el cumpleaños de mi querida suegra, a la cual yo estaba harta de ver en cada movimiento que hacía.

Toni y yo habíamos discutido demasiadas veces desde que estábamos organizando la boda. Aunque pedían mi opinión, su madre era la que decidía al final, y no siempre concordábamos. Por esa razón, yo empezaba a frustrarme. Tendría que mudarme a la casa de Toni, aunque no quisiera, y una o dos semanas antes de la boda, empecé a empacar.

𝐋𝐨𝐬 𝐝í𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐀𝐧𝐣𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora