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"El principio de la tormenta"
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Adentro de aquella habitación buscabas en interruptor para encender la luz.
Toji estaba por cerrar la puerta a sus espaldas, cuando una mano se interpuso entre ella
La mano de Gojo.
— Estaba por cerrarse la puerta... — habla Gojo abriendo la puerta.
— Fue el aire... — se excusa Toji
— Gojo, buenas noches...
Saluda la menor amablemente recibiendo como respuesta una sonrisa enternecida de Gojo.
Y Toji rodeo los ojos.
— _____ tienes que ir a tu cuarto, se hace de noche y puede ser peligroso... — musito el albino viendo al pelinegro a los ojos
— ¡Si! Buena noches Gojo, Toji
Se despide ella con un movimiento en la mano y se va hacia su cuarto para descansar ya.
Gojo que se había quedado ahí con Toji quería llamarle la atención por que lo iba a hacer.
Este no quería escuchar ninguna palabra que saliera de los labios del ojiazul.
Y como consecuencia de eso estaba por cerrar la puerta en la cara de Gojo.
— Que gran falta de respeto — dice Gojo sujetando la puerta evitando ser cerrada.
— ¿Que quieres? — respondió indiferente
— ¿Qué tratabas de hacer con _____?
Hubo un silencio en el lugar y Gojo suelta un suspiro pesado.
— ¿Que intentaba hacer Toji? — volvió a preguntar
— Nada que te importe — escupe el
— Si ese es el caso, estarás aquí una semana nada más no te acercara a _____, obtendrás desayuno, comida y cena pero no te acercaras a ningún estudiante... — empieza redactando Gojo las condiciones.
— Cómo gustes, en menos de una semana me iré de esta hoyo de ratas
Fue lo último que dijo para luego cerrar la puerta en la cara del joven maestro.
Gojo quiso maldecir a Toji pero simplemente cerró la boca y empezó a caminar por la escuela.
Consiente o inconscientemente terminó llegando a la habitación de la menor.
Tocó la puerta esperando respuesta alguna de ella pero nada.
— _____... — pronunció su nombre por lo bajo
Y nuevamente no recibió respuesta.
Gojo abrió la puerta muy despacio, se quitó aquella venda que tenía en los ojos y cerró la puerta a sus espaldas.
Entró a la habitación acostandose en el piso con la cabeza recargada en el borde de la cama.
Lograba escuchar tu respiración tranquila y serena entre tanta tranquilidad
Sus ojos se clavaron en tus suaves y finos labios, tu cabello todo alborotado por dar vueltas en la cama.
Le pareció una imagen especialmente bonita.
Tomó tu mano y plantó un beso sobre el dorso de esta misma y susurro algo casi inaudible.
Para luego salir de la habitación.
Al día siguiente, estabas haciéndote tú desayuno muy tranquila.
Cuando llega Yuuji hacia dónde estaba la chica sorprendiendola con un abrazo.
— ¡_____! — exclama el rosita con alegría
— Yuuji, hola — saluda ella amablemente
— ¿Hmm? — El de hebras rosadas noto algo diferente en ella — ¿Estas bien?
La chica se sorprende ante tal pregunta repentina por parte de él y solo asiente con la cabeza en forma de respuesta.
— Puedes confiar en mí sabes... — musito el chico bien notó que ella bajó la mirada.
— Solo, ayer en la noche... Sucedió algo y la verdad estoy inquieta por eso... — murmuró ella — Es lo único que te puedo decir...
Yuuji se limitó a darle un abrazo a la chica y una pequeña palabra de apoyo. Cuando la boca de Sukuna arruina tal momento
— Dime el nombre, poseere el cuerpo del mocoso y lo mataré — habló Sukuna
— ¡Callate maldita sea! — exclama el recipiente para poner la palma de su mano en su mejilla
la situación sacó una sonrisa de los labios de la chica e hizo que el corazón de Yuuji se enterneciera.
Tal vez le estaba dando mucha importancia a algo tan pequeño.
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