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La primera vez que Baelor pudo viajar sin compañía se sintió como un adulto con la mejor experiencia en la vida a pesar de solo tener uno y diez años. Daemon había considerado que su vínculo con Caníbal era lo suficientemente fuerte como para que el dragón siguiera las instrucciones de Baelor, y este no perdió la oportunidad de visitar a su tía favorita.
Roca Casterly era un lugar -extrañó pero hermoso, aunque el no lo diría en voz alta- caliente a comparación con Rocadragón, mucho más soleado, brillante y ruidoso que la isla también.
Baelor no llegaba a entender por completo como es que su tía había logrado adaptarse a ese lugar, sobre todo cuando siempre escuchaba historias de como ella amaba estar en Rocadragón.
Los Lannister -sobre todo el esposo de la tía Vysena- no estaban feliz con la idea de recibir su visita, pero Baelor ya estaba acostumbrado a que el resto de las personas no entendían (o les aterraba) la conexión de los Targaryen con los dragones, por lo que aprendió a ignorarlos.
El tenía un dragón no ellos, así que era mejor que se guardarán sus comentarios, no era un secreto que Caníbal amaba almorzar con aquellos imprudentes.
—¡Mi sobrino favorito está aquí!
Vysena prácticamente se lanzó hacía él para abrazarlo. Su sobrino estaba más alto que la última vez que lo había visto, sus rasgos empezaban a endurecerse a pesar de que todavía está más joven que otros niños cuando empezaban a madurar físicamente, pero tenía recuerdos de Daemon también luciendo siempre mayor a la edad que en realidad tenía, así que eso no fue una preocupación.
En el mundo en él que vivían los niños no podían ser niños por mucho tiempo, y que Baelor no luciera cómo tal lo ayudaría a entenderlo, ella solo lo sabía.
—Te he extrañado. —murmuró devolviendo el abrazo.
Baelor no había tenido una madre, todo su vida había estado volando de un lado a otro con su padre, por lo que Vysena era un lugar seguro para él, la mujer que nunca lo había rechazado y a pesar de no poder estar siempre juntos, demostraba amarlo.
—¿Dónde están los pequeños? —le preguntó al separarse, todavía sonriente.
Vysena le dió una sonrisa algo incómoda apretando los labios, fue en ese momento fue que Baelor notó que su tía se veía cansada, sus ojos estaban rojos y tenía grandes ojeras, como si tuviera días sin conciliar el sueño, a demás de que el vestido rojo (rojo Lannister) hacía notar aún más la extraña y preocupante palidez de su rostro.
