Capítulo 20

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Boris 

Alexei era mi orgullo y una de las mejores experiencias que había tenido en mi vida. Era un niño inquieto que le gustaba mantener despierto la mayoría del tiempo y siempre mantenía haciendo pequeños balbuceos. Trataba de pasar gran parte de mi tiempo en la casa junto a Ania, pero el trabajo requería gran parte de mi tiempo.

Termine por salir de la mansión y fui directo a la casa donde no alcance a dar dos pasos cuando mi mamá me intercepto.

— Esa mujer es una mala madre. Alexei llora todo el día y ella no hace nada por auxiliarlo— me dijo mi mamá en tono histérico.

— No digas eso mamá. Ania es una excelente madre, solo que ya sabes que Alexia es un poco inquieto— le dije en tono duro.

— Has algo porque ella ni siquiera nos abre la puerta— dijo con exasperación.

— ¿Hace cuánto está encerrada? — le pregunté preocupado.

— Dos horas — dijo en tono preocupado.

— Y no se les ocurrió llamarme— le reclamé mientras empezaba correr.

Corrí deprisa con preocupación y angustia. La puerta no cedía y por más que golpeaba y llamaba a Ania no me respondía, así que termine por derrumbar la puerta, para encontrarme con Ania sentada en el suelo mientras tenía sus manos en los oídos y Alexei lloraba a todo pulmón en la cuna.

— Rizos— le dije en tono suave mientras me acercaba.

— Me odia— dijo en medio del llanto —. Mi bebe me odia, porque soy una mala madre, soy mala hasta en eso— dijo en medio del llanto.

— Claro que no mis rizos, tú eres excepcional.

— No es cierto.

— Ven, vamos— dije mientras tomaba Alexei en mis brazos y la ayudaba a levantarse del suelo.

Ania siguió llorando y la terminé por dejarla en la cama donde ella simplemente se acostó y nos dio la espalda. Alexei se encontraba con su pañal sucio, así que lo termine por cambiar y darle un poco de tetero para que se durmiera.

Como mis Rizos no estaba lactando bien, tuvimos que comprar leche formulada para mejorar su alimentación. Deje Alexei en la cuna y me acerque a Ania quien seguía durmiendo.

— Vamos a comer— le dije en tono suave mientras acariciaba de forma suave.

— No tengo hambre.

— Pero no has comido bien, quieres que te la traigan.

— No quiero— me dijo en tono apagado.

El estado de mis Rizos me preocupaba y últimamente iba en aumento, primero inicio con cambios en su estado de ánimo, pasaba de estar triste a estar irritable en segundos, su apetito había disminuido así que estaba perdiendo peso de forma rápida. Pero lo que más me preocupaba era que se sentía inútil y culpable con nuestro hijo. Sin contar que Alexei lloraba más de la cuenta cuando ella lo tenía en sus brazos.

— Menos mal llegaste, ya no sabíamos que más hacer— dijo mi mamá cuando me vio llegando.

— Preocuparse por ella y mi hijo, talvez— le dije con molestia mientras me sentaba y me pasaban mi plato con comida.

— Ella no se deja ayudar, se niega constantemente a todo— dijo mi mamá mientras empezaba a comer.

— Se me quito el apetito— les dije con molestia mientras me retiraba del comedor.

A mis Rizos le estaba pasando algo grave y la poca disposición y empatía de mi familia me molestaba, no me podía confiar de ellos para que me ayudaran con ellos mientras estaba trabajando.

La traición del betaWhere stories live. Discover now